INTRODUCCIÓN AL DERECHO I LOS DERECHOS HUMANOS INTRODUCCIÓN: DE LOS DERECHOS HUMANOS
El proceso de reconocimiento y protección
de los derechos humanos ha constituido un camino extenso, marcado por la voz de la libertad, ensangrentada y violada, miles de veces, por la intolerancia reinante en las épocas más oscuras de nuestra historia. Camino sobre el cual se nos hace difícil visualizar la luz que nos guíe hacia una sólida cultura de derechos humanos y de paz. Son muchos los que creen ver el despertar de los derechos humanos en el establecimiento de las Naciones Unidas, mientras que otros tantos, reconociendo mayor antigüedad a este hecho, se atreven a ir más lejos y lo ubican en los años que rodearon a la Francia revolucionaria de fines del siglo XVIII. Lo cierto es que la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos y los intentos por dotarles de especial protección son de larga data y de difícil determinación en el tiempo. Entre aquellos se suelen destacar los diez mandamientos que Dios entregó a Moisés en el monte Sinaí, contenidos en el Antiguo Testamento, y el Código de Hammurabi, considerado la más antigua colección de leyes que se conoce, integrado por 282 artículos, y que, además de disposiciones relativas a los Tribunales, contenía normas sobre la familia y el comercio.
Pero, antes de continuar con la línea histórica
nos dedicaremos al análisis del concepto, características y fundamentación de los derechos humanos. ¿QUÉ SON LOS DERECHOS HUMANOS?
Uno de los grandes problemas a los que
debe enfrentarse continuamente quien se inicia en el estudio de los derechos humanos está relacionado con su definición. La doctrina no se ha puesto de acuerdo en una definición ni tampoco en la determinación de criterios básicos que ayuden a la construcción de alguna más representativa. Las definiciones que se pueden encontrar son innumerables, muy diferentes entre sí, y muchas de ellas realmente confusas, no siendo posible determinar con claridad su sentido y alcance. No obstante, partamos indicando con qué tipos de definiciones nos podemos encontrar. Pérez Luño, distingue tres tipos de definiciones de los derechos humanos: Tautológicas, Formales y Teleológicas. Tautológicas, que no aportan ningún elemento nuevo que permita caracterizar tales derechos. Así, por ejemplo, «los derechos del hombre son los que le corresponden al hombre por el hecho de ser hombre». Teleológicas, en las que se apela a ciertos valores últimos, susceptibles de diversas interpretaciones: «Los derechos del hombre son aquellos imprescindibles para el perfeccionamiento de la persona humana, para el progreso social, o para el desarrollo de la civilización […]» Para Antonio Truyol y Serra, “decir que hay «derechos humanos» o «derechos del hombre» en el contexto histórico-espiritual que es el nuestro, equivale a afirmar que existen derechos que el hombre posee por el hecho de ser hombre, por su propia naturaleza y dignidad; derechos que le son inherentes, y que, lejos de nacer de una concesión de la sociedad política, han de ser por ésta consagrados y garantizados”. Definición que se enmarca dentro de las del tipo Tautológico. De modo similar lo hace Thomas Paine al definir los derechos naturales, aunque éste va más allá pues su idea de los derechos humanos se basa en la reunión de los derechos naturales y los derechos civiles. Para él, “los derechos naturales son los que pertenecen al hombre por el mero hecho de existir. De este género son todos los derechos intelectuales, o derechos de la mente, así como todos los derechos de actuar como individuo para su bienestar y felicidad propios, siempre que no vayan en contra de los derechos naturales de otros”. Agrega Paine que, “Los derechos civiles son los que pertenecen al hombre por su condición de miembro de la sociedad. Cada derecho civil tiene su base en algún derecho natural preexistente en el individuo, pero para el goce del cual sus facultades individuales no son en todos los casos, suficientes. De este género son todos los relacionados con la seguridad y la protección” Una de las definiciones que más nos satisface, tanto por su concreción como por su claridad, en cuanto a su sentido y alcance, es la de Antonio Pérez Luño que entiende los derechos humanos como “un conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional” Esta definición, como muy bien lo clarifica Antonio Pérez Luño, “pretende conjugar las dos grandes dimensiones que integran la noción general de los derechos humanos, esto es, la exigencia ius naturalista respecto a su fundamentación y las técnicas de positivación y protección que dan la medida de su ejercicio (…)”. CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS
En cuanto a las características generales de
los derechos humanos, se ha planteado que estos son: 1. Universales 2. Absolutos 3. Innegociables 4. Inalienables 1. Los Derechos Humanos son Universales, o lo que es lo mismo, son derechos de todos los seres humanos independientemente de su cultura, de su época histórica o de cualquier otra diferencia.
2. Los Derechos Humanos son Absolutos,
por lo que, en caso de conflicto, deben satisfacerse antes de cualquier otro derecho. 3. Los Derechos Humanos son Innegociables, por lo que se hallan por encima de cualquier discusión posible, ya que son la garantía de que se pueda dialogar en plano de igualdad.
4. Los Derechos Humanos son
Inalienables, lo que quiere decir que no se le pueden quitar a un individuo, aunque él los haya violado expresamente” CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los derechos fundamentales tienden a
clasificarse en tres grandes grupos:
1. Las libertades individuales.
2. Los derechos políticos de participación.
3. Los derechos de prestación de carácter
social, económico y cultural. 1. Las libertades individuales hacen referencia a la autodeterminación de las personas, destacando entre aquellas la libertad de conciencia, de religión y de industria.
2. Los derechos de participación se
desarrollaron dentro de los sistemas representativos y democráticos, siendo los más importantes el derecho de asociación, de reunión y de sufragio. 3. Los derechos de prestación de carácter social, económico y cultural surgen a mediados del siglo XIX, y se consolidaron durante el siglo XX. Son derechos que nacen con el fin de garantizar unas condiciones mínimas de igualdad, libertad y de protección, principalmente relacionados con el ámbito laboral. EN CUANTO A LA FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
Respecto a la fundamentación de los
derechos humanos, destacamos dos grandes corrientes, el iusnaturalismo y el positivismo, distinguiendo dentro de la corriente iusnaturalista una línea clásica y otra racionalista. Según Gregorio Peces-Barba, “La posición iusnaturalista pretende esclarecer la objetividad de lo justo, apoyada en la autoridad de Dios o en la capacidad de la razón para descubrir ese mismo justo en la naturaleza humana. Así, según se plantee el tema de una u otra manera, estamos ante el viejo iusnaturalismo clásico-cristiano, o ante el iusnaturalismo moderno, racionalista o fundamentalmente protestante de los siglos XVI, XVII o XVIII”. Respecto a la corriente positivista, se la ha descrito, nos señalará el mismo Peces- Barba, como la “(…) que analiza el Derecho que es, el Derecho puesto como atributo esencial, quizá el más esencial del poder soberano del Estado. Si la fundamentación iusnaturalista identificaba a la validez con la justicia y sólo consideraba Derecho válido al Derecho justo, la fundamentación positivista sólo considera Derecho al Derecho válido”. DERECHOS HUMANOS / DERECHOS FUNDAMENTALES
Aquí sólo quisiéramos hacer una breve
referencia a la denominada configuración de los derechos humanos como derechos fundamentales. Tema que constituye todo un debate en la doctrina de los derechos humanos Para Isidre Molas “(…) los derechos humanos han adquirido plena eficacia jurídica como derechos fundamentales mediante su definición como derechos subjetivos a partir de la Constitución, aunque una parte de ellos necesitan de la ley a fin de determinar su contenido y gozar de una garantía jurisdiccional, puesto que algunos sólo pueden ser alegados ante la jurisdicción ordinaria de acuerdo con su configuración legal” No todos los autores están de acuerdo en que los derechos humanos para ser considerados derechos fundamentales deben estar contemplados en la constitución y gozar de mecanismos que les amparen. Según Pérez Luño, “los propios textos normativos no suponen una ayuda decisiva a la hora de fijar con precisión el concepto de los derechos fundamentales. Valga como ejemplo la Convención Europea para la Salvaguardia de los Derechos del Hombre y de las Libertades Fundamentales de 1950, de cuyo enunciado parece que debiera desprenderse una cierta diferenciación entre ambas categorías en el texto articulado. Sin embargo, del examen del mismo no se deduce ningún criterio válido que permita distinguir con precisión ambas expresiones”. Al respecto continúa señalando Pérez Luño que, “En todo caso, se puede advertir una cierta tendencia, no absoluta como lo prueba el enunciado de la mencionada Convención Europea, a reservar la denominación «derechos fundamentales» para designar los derechos humanos positivados a nivel interno, en tanto que la fórmula «derechos humanos» es la más usual en el plano de las declaraciones y convenciones internacionales” En esta tendencia ubicamos al constitucionalista y ex Presidente del Tribunal Constitucional español, Manuel Jiménez de Parga, para quien “...los derechos fundamentales no deben identificarse con los derechos humanos. Estos últimos pertenecen a los seres humanos, con independencia de que se recojan o no en los textos legales. Los derechos fundamentales, por el contrario, son una categoría dogmática del Derecho Constitucional, elaborada con los derechos de los textos constitucionales (... )”. ALGUNAS IDEAS SOBRE EL RECONOCIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS
Entre los muchos hechos históricos que
establecieron las bases de la idea de protección de los derechos humanos encontramos, en Inglaterra, la Carta Magna (Charta Libertatum o Charta Bonorum), texto otorgado por el Rey Juan Sin Tierra el 19 de marzo de 1215, la Petición de Derechos de 2 de junio de 1628, la Declaración de Derechos (Bill of Rights) de 1688 y el Acta de Habeas Corpus de 1679. Se considera a la Carta Magna inglesa el primer texto jurídico medieval, en el ámbito de los derechos humanos, “…su importancia no se circunscribe al ámbito territorial inglés, pues éste va a ser el modelo que se va a imponer en el siglo XVIII en Francia y en América, a la hora de hacer sus declaraciones de derechos humanos” Sin embargo, esto puede ser muy discutible pues hay dos textos, que por su época y contenido pueden ser considerados los verdaderos antecedentes de las modernas declaraciones de derechos humanos: el Fuero de León y el Código de los Utsages, considerado este último por algunos autores como el primer Texto Europeo garante de algunos derechos fundamentales, otorgado por Ramón Berenguer I hacia el año 1060 ó el 1068. No obstante, otros autores estimarán de mucha más importancia el Fuero de León, ya por su contenido concreto, ya por considerarlo un precedente de la Carta Magna inglesa. En León, el rey Alfonso V tuvo con los magnates del reino una amplia asamblea (denominada curia regia plena) el día 28 de julio del año 1017. [...] en ella promulgó Alfonso V unos preceptos o decretos con validez general para todo su reino. Estas leyes, las más antiguas de los territorios cristianos medievales que han llegado hasta nosotros, se referían a problemas generales de la organización y funcionamiento del poder real en el reino, a la prestación del servicio militar, al Derecho penal, o a la administración de justicia, así como también a la condición jurídica de los campesinos y a su relación con la tierra. A fines del siglo XVIII, se destacan como los textos de mayor importancia en el ámbito de los derechos humanos, la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 1776, las Declaraciones francesas de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y 1793, y la Declaración de Derechos de los Estados Unidos de América de 1791. Todos ellos fueron creando la conciencia de que los derechos humanos debían expresarse en normas escritas con el fin de propagarse y respetarse con mayor efectividad. Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 12 de junio de 1776
Los representantes del Pueblo de Virginia,
reunidos en una asamblea de carácter plenario y libre el día 12 de junio de 1776 aprobaron una declaración de derechos para su pueblo, que había sido redactada por George Mason. Derechos que manifiestan pertenecer a ellos y a su posteridad, y que se constituyen como base y fundamento del Gobierno. Dicha declaración consta de 16 artículos, comprendiendo principios fundamentales y una serie de derechos, que abordan ámbitos tan distintos como el de la filosofía política, la administración pública, la justicia y lo militar, entre otros. En este catálogo de derechos, dos de ellos se nos manifiestan con mayor presencia, ya por su época, ya por la trascendencia que conllevan. La consagración de la libertad de prensa como uno de los grandes baluartes de la libertad, y el derecho de todos los hombres al libre ejercicio de la religión de acuerdo con el dictamen de su conciencia. Sobre la libertad de prensa, se afirma que no puede ser restringida jamás y que su restricción es característica de los gobiernos despóticos. Y respecto al libre ejercicio de la religión, agrega que es deber recíproco de todos el practicar la paciencia, el amor y la caridad cristiana para con el prójimo, última parte que se explica por la gran influencia de la iglesia protestante en Virginia. Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 4 de julio de 1776 La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América es obra de un comité integrado por John Adams, Benjamin Franklin, Roger Sherman, Robert R. Livingstone y Thomas Jefferson. Este último encargado de su redacción que, una vez terminada, fue sometida a la observancia de los miembros del comité, quienes le hicieron una serie de modificaciones, contándose unas veintiséis correcciones al texto original. Primeramente manifiestan que se sienten obligados a declarar a la humanidad las causas que les impulsan como pueblo a disolver los vínculos políticos que les unían a Gran Bretaña, y a iniciar el camino de las otras naciones independientes. Independencia fundamentada en un derecho conferido por Dios y el derecho natural. En razón de lo anterior, sostienen como verdades, que califican de evidentes, que todos los hombres poseen derechos inalienables como el derecho a la vida, a la libertad, a la búsqueda de la felicidad, y que todos los hombres son creados iguales. Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 26 de agosto de 1789
El 27 de junio de 1789 los Estados
Generales pasan a denominarse Asamblea Nacional a consecuencia de la decisión del Rey de Francia, quien, cediendo a las presiones, movimientos y revueltas populares, invita a la nobleza y al clero a unirse al Tercer Estado en una única cámara, que fallará por votos y no por estamentos. El 9 de julio del mismo año, la Asamblea Nacional se declara en calidad de constituyente, comprometiéndose a otorgar a Francia una Constitución. Con fecha 26 de agosto de 1789 el pueblo francés, por medio de sus representantes constituidos en la Asamblea Nacional, “en presencia y bajo los auspicios del Ser Supremo”, presenta una Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que fue aprobada por un cuerpo formado por 1.315 diputados, y finalmente promulgada el 3 de noviembre de 1789. La motivación de esta Declaración está en el entendimiento de que el poco respeto a los Derechos del Hombre es la causa única “de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos”. De ahí que los objetivos claramente establecidos en el texto sean, que todos los miembros del cuerpo social francés tengan permanentemente presentes sus derechos y deberes; que tanto los actos del poder legislativo como los del poder ejecutivo se fundamenten en el respeto a estos derechos y, en fin, que las reclamaciones de los ciudadanos fundadas en esta declaración “se dirijan siempre al mantenimiento de la constitución y a la felicidad de todos”. Quedando de la misma forma establecido que los sujetos receptores de dicha declaración sean todos los miembros del cuerpo social francés, sean gobernados o gobernantes. Esta Declaración fue incorporada como Preámbulo a la Constitución francesa de 1791 y, en la actualidad está en vigor en Francia a través de la remisión del Preámbulo de las Constituciones de 1946 y 1958. Los Derechos Humanos en el Siglo XIX
Es a partir de la Constitución de Francia
de 1791, que incorpora a su texto la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, cuando se inicia todo un movimiento en Europa de constitucionalización de los derechos humanos, ya que era la primera vez que se contemplaban los derechos fundamentales en el mismo articulado del texto constitucional. A lo largo del siglo XIX, las Constituciones europeas se verán de una u otra forma influenciadas por ella, sea por la incorporación en sus textos de una parte dogmática, o bien por consagrar los derechos individuales en alguna de sus disposiciones, de forma independiente.
La Constitución de Cádiz de 1812 es el
primer texto constitucional del siglo XIX, siendo considerado uno de los más importantes de la historia constitucional del siglo. Posterior a la Constitución de Cádiz de 1812 surge en Europa la Constitución belga de 1831, aprobada y sancionada por el Congreso Nacional el 7 de febrero de 1831. Pero, será la Constitución francesa de 4 de noviembre de 1848, la que, sin duda, marcará un nuevo rumbo respecto al reconocimiento de los derechos económicos y sociales como derechos fundamentales, y su consagración constitucional. Recordemos, además, que el Manifiesto Comunista de Marx se publica en 1848. En este marco social y político la Constitución francesa de 1848 reconoce, entre otros derechos, la enseñanza primaria gratuita, la educación profesional y la igualdad en sus relaciones entre el patrono y el obrero, como garantías del derecho al trabajo. LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SIGLO XX
En el ámbito de los derechos humanos, el siglo
XX se caracterizará por que las más diversas constituciones surgidas durante este periodo, consagrarán en sus textos la integración de los derechos económicos, sociales y culturales aparecidos durante el siglo XIX con los ya reconocidos derechos civiles y políticos. Esta nueva corriente constitucional consolidadora de los derechos fundamentales, tendrá como pioneras a la Constitución de México de 1917 y a la alemana, de Weimar, de 1919. Sobre el aporte de las Naciones Unidas
El 25 de abril de 1945, representantes
procedentes de 50 naciones se reunieron en San Francisco para asistir a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, cuyo fruto sería un texto con 111 artículos, denominado Carta de las Naciones Unidas, aprobado por unanimidad el 25 de junio de 1945, y que se firmó al día siguiente por todos los representantes de los Estados participantes. Carta que entró en vigor el 24 de octubre de 1945, fecha en que China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Unión Soviética, y la mayor parte de los demás firmantes depositaron sus instrumentos de ratificación. La Carta de las Naciones Unidas no establece un catálogo de derechos humanos ni contempla en su articulado ningún procedimiento que sea garante del ejercicio de estos derechos en los Estados partes. No obstante, constituye un texto que es jurídicamente vinculante para todos sus Estados miembros, pues la naturaleza de la Carta es la de un Tratado Internacional. En el preámbulo se expresa que los pueblos que han convenido en la Carta de las Naciones Unidas establecen “una organización internacional que se denominará las Naciones Unidas”. Todo ello, por la necesidad urgente de evitar que las generaciones futuras sean víctimas “del flagelo de la guerra”, porque se deben “crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional”, porque se debe “promover el progreso social y elevar el nivel de vida”, pero todo por la firme fe que tienen en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana. Finalmente, sólo nos queda manifestar que, la reunión de los instrumentos creados al interior de las Naciones Unidas, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y los Protocolos Facultativos a este último, vienen a conformar lo que se denomina la Carta Internacional de Derechos Humanos. Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948
El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea
General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución 217 A (III), aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por entonces sólo 56 países eran Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos está compuesta de un Preámbulo y 30 artículos, los cuales pueden dividirse en dos grandes grupos, aquél que engloba a los derechos civiles y políticos, y el que reúne los derechos económicos, sociales y culturales.
Los derechos civiles y políticos están
enunciados en los artículos 3 a 21 y entre ellos encontramos, el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona; la igualdad ante la ley. Los derechos económicos, sociales y culturales (artículos 22 a 28), por su parte, recogen el derecho al trabajo; el derecho a igual salario por trabajo igual; el derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas; el derecho a fundar sindicatos y a sindicarse; el derecho a un nivel de vida digno; el derecho a la educación, y el derecho a tomar parte libremente en la vida cultural. La Declaración Universal de Derechos Humanos está sustentada sobre un principio fundamental, principio descrito en su Preámbulo, y que manifiesta: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana (…)”. Los artículos 1 y 2 de esta Declaración pueden considerarse las columnas sobre las que descansan y se proyectan tanto los derechos civiles y políticos como los derechos económicos, sociales y culturales. En el Artículo 1° se expresa con claridad y determinación que: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos (…)”, y en el artículo 2 que “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición (…)”.