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IMPERIO MEDO

PERSA Y LAS
DEPORTACIONES
INTEGRANTES:
ORGANIZACIÓN DEL IMPERIO
Para facilitar el control del
imperio, Darío estableció la
división de sus posesiones
llamadas satrapías, estas
estaban a cargo de un
gobernador (sátrapa), tenían
como principal cometido
hacerse cargo de la
recaudación de tributos que
pasarían posteriormente a las
arcas reales y eran los
representantes del
emperador en su mandato
territorial
CIUDADES IMPORTANTES DEL
IMPERIO
Tras conquistar Babilonia, los Medo persas hicieron de
esta ciudad de veranos abrasadores, un verdadero
centro administrativo del imperio. Susa, la anterior
capital de Elam, era una de las ciudades reales.
Fue allí donde,
posteriormente, el rey
persa Asuero (al
parecer Jerjes I)
convirtió a Ester en su
reina y frustró una
conspiración que
perseguía el exterminio
del pueblo judío del
inmenso imperio. Otras
dos capitales medo
persas fueron Ecbátana,
con agradables
veranos y Pasargada.
Cerca de
Pasargada, los
emperadores persas
Darío, Jerjes y
Artajerjes Longimano
edificaron tiempo
después la ciudad
real de Persépolis, a
la que dotaron con
un gran sistema de
túneles subterráneos,
seguramente para
suministrar agua
potable.
REGRESO A JERUSALEN
El decreto de Ciro
ordenaba: “Cualquiera que
quede de todos los lugares
donde esté residiendo
como forastero, que los
hombres de su lugar lo
ayuden con plata y con oro
y con bienes y con animales
domésticos, junto con la
ofrenda voluntaria para la
casa del Dios verdadero, la
cual estaba en Jerusalén”
(Es.1:1-4.). Ciro también
devolvió 5.400 vasos de oro
y plata que Nabucodonosor
había tomado del templo
de Salomón. (Es. 1:7-11.)
Tras el edicto de 537 a.C., por el que Ciro emancipó a los
hebreos, unos 50.000 cautivos regresaron para reconstruir a
Jerusalén y el templo de Jehová, y llegaron a aquel lugar
precisamente al fin de los predichos 70 años de cautiverio.
(Esdras 1:1-11). Con los despojos de Judá y Benjamín se
formó la provincia de Judá, circunscrita a la satrapía de
Abar Nahara, cuyo nombre significa “Más allá del Río”.
(Esdras 1:1-4; 2:64, 65.)
ZOROBABEL
Primer gobernador de los
judíos repatriados (Ag 2:21);
descendiente del rey David y
antepasado de Jesucristo.
Después de la liberación del
exilio en Babilonia, en el año
537 a. E.C., Zorobabel
condujo a un resto judío de
regreso a Jerusalén y Judá.
(Esdras 2:1, 2; Ne 7:6, 7; 12:1
Una vez en Jerusalén, se
erigió el altar del templo
bajo la dirección de
Zorobabel y Jesúa, el sumo
sacerdote (Esdras 3:1, 2), y al
segundo año, del año 536 a.
E.C.), empezó la
construcción del templo
mismo. (Esdras 3:8.)
Con el tiempo, los judíos
también se establecieron
en otras zonas del imperio,
como en el delta del Nilo y
aún más al sur. En Babilonia
permaneció una
considerable comunidad
judía, lo que quizá explique
por qué, siglos después, el
apóstol Pedro visitó aquella
ciudad (1Pe 5:13). El Imperio
medo persa tuvo mucho
que ver con que hubiera
judíos en numerosos lugares
de los subsiguientes imperios
griego y romano.
SITUACIÓN DE JERUSALÉN
Muchos judíos habían
prosperado en Babilonia,
de modo que, desde un
punto de vista material,
no les atraían las
perspectivas de volver a
Jerusalén. Para aquel
entonces la ciudad
estaba escasamente
poblada, y el buen
comienzo que habían
tenido los judíos bajo
Zorobabel parecía haber
terminado.
Jerusalén misma
estaba poco
poblada, y parecía
haberse quedado a
medio camino en el
logro de los objetivos
que los primeros
pobladores habían
tenido ante sí.
Ya fuera por la debilidad de aquellos
primeros pobladores o por las incursiones
de las tribus vecinas, el muro de Jerusalén
estaba sin terminar, tenía grandes brechas
donde las puertas quemadas aún estaban
sin reparar, las laderas de sus colinas
estaban cubiertas con los escombros de sus
ruinas y aunque el Templo estaba
terminado, aún no tenía todo el mobiliario y
la ornamentación era inadecuada.

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