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imagen había dejado de ser un objeto intencional, convertida en

pseudo-realidad sin original e imposible de vivir.


producir y proponer entramados de sentido, trazar conexiones posibles
entre lo que se ve, Jo que se dice y lo que se entiende
La «fábrica de lo sensible» nos hace ver y ser vistos en un espacomún. Cada
comunidad establece regímenes compartidos de lo sensible, planos de sentido que
organizan un mundo al establecer las condiciones, los criterios y los límites bajo los
que las cosas son nombrables, comprensibles, comunicables.
recorrer los espacios en que las palabras y las imágenes, el decir y el ver, el hacer y el
comprender tienden sus puentes y se anudan entre sí.
¿De qué se está hablando y qué se nos dice exactamente cuando se afirma que
hoy en día ya no hay una realidad sino solamente imágenes, o de modo inverso,
que ya no hay imágenes sino solamente una realidad que se representa a sí
misma incesantemente?
si ya sólo existen imágenes, ya no existe el «otro» de la imagen. Y si ya no existe el otro de la imagen, la
noción misma de imagen pierde su contenido, ya no hay imagen. Diversos autores contemporáneos
oponen en consecuencia la Imagen, que se refiere a un Otro, y lo Visual, que no se refiere más que a sí
mismo.
Las imágenes del arte son operaciones que producen una distancia*, una desemejanza.
Palabras que describen aquello que el ojo podría ver o expresan aquello que jamás verá, que
adrede aclaran u oscurecen una idea. Formas visibles que proponen una significación por
construir, o la retiran.

Esto quiere decir dos cosas. Primero, que las imágenes del arte son, en cuanto tales,
desemejanzas. Segundo, que la imagen no es algo exclusivo de lo visible. Hay un visible que no
hace imagen, hay imágenes que son todo palabra. Pero el régimen más corriente de la imagen
es aquel que escenifica una relación de lo decible a lo visible, una relación que actúa al mismo
tiempo sobre su analogía y sobre su esemejanza. Esta relación no exige en modo alguno la
presencia material de los dos términos. Lo visible se deja disponer en tropos significativos, la
palabra despliega una visibilidad que puede ser cegadora.
«imágenes», es decir, en relaciones entre una visibilidad y una significación.
lo propio del arte contemporáneo es la separación entre las presencias sensibles y las
significaciones.
la sociedad moderna se caráteriza por la separación de las esferas de experiencia y
de las formas de racionalidad que son propias de cada una, separación que el
vínculo de la razón comunicacional debe simplemente completar.
La autonomía de las formas artísticas, la separación de las palabras y de las formas, de la música y de
las formas plásticas, del arte docto y de las formas de entretenimiento, adquieren entonces otro
sentido: separan las puras formas del arte de las formas de la vida cotidiana, mercantil y estetizada,
que disimulan la fractura. Y se permite así que la tensión solitaria de esas formas autónomas
manifieste la separación primera que las funda, que haga aparecer la «imagen» de lo reprimido y
recuerde la exigencia de una vida no separada.
El arte moderno debe preservar la pureza de sus separaciones, debe hacerlo para inscribir la marca de esa
catástrofe sublime, cuya inscripción testimonia también de la catástrofe totalitaria - la de los genocidios,
pero también la de la vida estetizada, es decir, de hecho, anestesiada.

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