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Corpus:
Voces camaleónicas
Personajes diversos
El beso de la mujer araña
Molina: “-No, hay otros que se enamoran entre ellos. Yo y mis amigas somos mu-
jer. Esos jueguitos no nos gustan, ésas son cosas de homosexuales. Nosotras
somos mujeres normales que nos acostamos con hombres.” (Puig, 2003: 179)
Valentín: “-Vos no lo sentís así, te hicieron el cuento del tío los que te llenaron la
cabeza con esas macanas. Para ser mujer no hay que ser... qué sé yo...mártir.
Mirá... si no fuera porque debe doler mucho te pediría que me lo hicieras vos a
mí, para demostrarte que eso, ser macho, no da derecho a nada.” (Puig, 2003:
211-212)
Director: “-Sí, por miedo a las represalias de la gente de Arregui, también puede
ser. Sí, también Arregui puede habérselo trabajado, vaya a saber con qué
“Evita vive”
“Pero esa noche justo me peleé, con la Lelé, ay la Lelé, una marica envidiosa que
me quería sacar todos los tipos. Estábamos agarrándonos de las mechas detrás
del mostrador y justo apareció el patrón: “Tres días de suspensión, por
bochinchera” (...)El negro se mordió un labio porque vio que yo había entrado en
la sofocación, y a mí, en esa época, cuando me venía una rabieta era terrible –
ahora no tanto, estoy, no sé, más armoniosa–. Pero en ese tiempo era lo que
podía decirse una marica mala, de temer.” (Perlongher, 2009: 23-24)
Gay y drogadicto (relato II):
“Jaime apenas me daba un beso largo, muy suave, para eso sí que era genial,
porque dos pendejos repálidos se rayaron totalmente entre lo gay y la vieja y se
fueron. Pero estaban los blues en la puerta y a los cinco minutos se aparecieron
todos con el subcomisario inclusive, chau loco, acá perdimos, menos mal que no
había ningún menor porque Jaime había cumplido los 18 la semana pasada, pero
igual loco, le habíamos pedido el rouge a Evita y estábamos casi todos pintados
como puertas tipo Alice Cooper.” (Perlongher, 2009: 27)
“Allí el putito Alex nos mandaba, cada vez que podía, viejos y viejas, que nos
adornaban con un par de palos, así después a él le hacíamos gratis el favor y no
le andábamos afanando el grabador o las pilchas.” (Perlongher, 2009: 31)
Stella Manhattan
“Stella amaneció loca, loca de alegría este sábado. Apenas podía contenerse dentro
de su departamento; necesitaba un escenario, reflectores y público. Era sábado y se
había levantado por segunda vez alrededor de las diez (...) Mucho antes, a las seis,
Stella dormía el sueño del paraíso en las islas de los mares del Sur, cuando se
sintió sacudido y rodó de un lado hacia el otro de la cama, sacudido de nuevo, y
entonces entreabrió los ojos sorprendidos (...)” (Santiago, 2004: 25-26)
-Cárcel/calle
Perlongher, Néstor (2009). Evita vive y otros relatos. Buenos Aires, Santiago Arcos.