El establecimiento de un sistema de aseguramiento de
la calidad consiste, como ya vimos en el capítulo
anterior: en la implantación de un conjunto de acciones planificadas y sistemáticas necesarias para proporcionar a los clientes la confianza de que un producto o servicio satisface determinados requisitos de calidad (Coatí, 1993). Proporcionar a la organización elementos que permitan lograr la calidad del producto o servicio, y mantenerla en el tiempo a través de los procesos, de manera que las necesidades del cliente, reflejadas en la norma, sean satisfechas de modo permanente. Establecer directrices que permitan a la organización trabajar de forma sistemática de acuerdo a las normas. Proporcionar a la dirección de la empresa la seguridad de que se está obteniendo, en un momento de dado del tiempo, la calidad deseada, entendiendo por calidad la conformidad con la norma. Ofrecer a clientes y usuarios la seguridad de que los productos y servicios se ajustan a unos niveles de calidad concretados en normas. Mejorar la coordinación y la productividad en el seno de la organización. Ofrecer a la empresa una serie de estándares que permitan conocer el nivel actual de desempeño de cada uno de los procesos y obtener datos que permitan investigar las causas de las no conformidades y emprender acciones de mejora. Tal y como hemos indicado, la fase de diagnóstico es la que inicia el proceso, e implica el análisis profundo de la situación de la empresa en todas sus áreas. El diagnóstico se realizará sobre las diferentes actividades y procesos de trabajo, los recursos disponibles, la documentación existente, y los resultados y su posible evolución. Algunas de las actividades que integran esta fase son: la cuantificación de los costes de no calidad, expresados en indicadores fiables y representativos; el examen completo de la organización y su funcionamiento; y, por último, el establecimiento del gap existente entre el funcionamiento de la empresa y el modelo propuesto por la norma que se pretende implantar. En esta primera fase las empresas suelen ayudarse de agentes externos, habitualmente consultores especializados, y el diagnóstico propiamente dicho se desarrolla en tres etapas: Recopilación de la información necesaria, externa e interna, que permita conocer los aspectos cualitativos y cuantitativos de la actividad de la empresa. Análisis de la información recogida, con el fin de evaluar el estado actual de la organización y establecer el gap. Presentación de conclusiones y discusión de los resultados, por parte de la dirección, con el objetivo de establecer el plan de actuación a seguir durante la implantación. La siguiente fase corresponde a la planificación. A partir de la información obtenida en la fase anterior la dirección debe coordinar la elaboración del plan de implantación del sistema de calidad, que incluye: la elaboración de un plan de acciones concretas, el establecimiento de un calendario de actividades y una previsión de los recursos humanos y financieros que serán necesarios. Para ello utilizará la experiencia y los conocimientos de todos los miembros de la organización que estime oportuno, así como la documentación que permita formalizar y controlar el desarrollo del plan. Según la ISO 9001 esa documentación estará contenida en el manual de calidad. El plan delimita y precisa cuestiones tales como: a) los objetivos que se persiguen con la implantación del sistema de AC; b) las fases de que va a constar; c) la designación de los responsables de documentar el sistema; d) la definición de las responsabilidades para su puesta en marcha; e) la dotación de recursos; f) los procesos de auditoría y certificación; y cualquier otra eventualidad que se considere importante.
Debe comunicarse al conjunto de la organización los motivos y el
propósito que se persigue con la implantación del AC, así como los resultados que se espera obtener tras la implantación. La información que se facilite deberá estar adaptada, en contenido y extensión, a las necesidades individuales del receptor y a su capacidad para asimilarla. La tercera fase del proceso, y el paso previo a la implantación propiamente dicha, es la documentación del sistema de calidad. Un sistema de AC eficaz es aquel que recoge por escrito la forma en que funciona la empresa, por tanto el desarrollo del sistema documental es un paso crítico que determinará el éxito de todo el proceso de implantación. El principal documento que se va a elaborar como constatación escrita del sistema de AC es el manual de calidad, cuyo objeto fundamental es describir adecuadamente el sistema de gestión, sirviendo de referencia permanente durante la aplicación y mantenimiento del sistema. Para la elaboración de los documentos del sistema de calidad es aconsejable seguir la secuencia de actividades que corresponde a un diagrama de flujo, en el cual todas ellas están relacionadas. Este gráfico, perfectamente cono- cido en la literatura sobre calidad, es una buena representación del sistema empresarial sobre el que se intenta implantar el sistema de aseguramiento de la calidad. Este desglose de actividades nos permitirá identificar los componentes de la empresa y conocer si éstos encajan entre sí o si hay que realizar modificaciones para que todo el proceso funcione mejor. También se puede conocer qué apartados de la norma son aplicables en cada caso. Una vez establecido documentalmente el sistema, éste debe ser puesto en práctica, siendo dicha implementación la cuarta fase del proceso anteriormente mencionado. La puesta en práctica del sistema se puede realizar básicamente de dos modos. Uno, gradual, en el que se van asegurando procesos a medida que se van diseñando y documentando los procedimientos del sistema, empezando por las actividades más críticas para la consecución de los objetivos de calidad establecidos por la empresa. Y otro, más ligado a los resultados de los diferentes procesos y actividades en su implantación, que consiste en la puesta en práctica de las actividades de aseguramiento antes de su documentación definitiva, llevándose a cabo esta última una vez que se detecten las posibles deficiencias en el planteamiento inicial de ejecución sistematizada de las actividades. La elección de una de estas dos alternativas va a venir determinada por las conclusiones obtenidas en la fase de diagnóstico del aseguramiento de la calidad. A partir del diagnóstico se establecen las fases y actividades a realizar en la implementación del sistema, así como la forma en que se llevará a cabo su puesta en práctica. El sistema, una vez establecido, debe ser revisado periódicamente para confirmar su buen funcionamiento, y si alcanza los objetivos propuestos o es necesario establecer modificaciones. Ésta es la última fase de implantación denominada de control y mantenimiento. Es necesario establecer qué personas tendrán la responsabilidad de llevar a cabo esa labor, dotándoles de medios técnicos y materiales suficientes para realizarla. El control del sistema se realiza a través de dos actividades: 1) Por una parte, el análisis y evaluación del sistema y de las actividades descritas en la documentación del mismo, de tal modo que se evidencien, de forma continua, las posibles mejoras a introducir. Esta actividad de análisis y evaluación se realiza en dos momentos distintos del tiempo. Por primera vez de forma previa a la implantación (certificación) del sistema, con el fin de asegurar una situación de partida con garantía de éxito desde su inicio. Por segunda vez tras la implantación (certificación), con el fin de asegurar la introducción de mejoras en el sistema, debiendo repetirse este segundo análisis y evaluación de forma continuada para facilitar nuevas mejoras. 2) Por otra parte se lleva a cabo la realización continua de auditorías internas, como una exigencia del propio sistema necesaria para poner en evidencia las posibles deficiencias del mismo, con el fin de transmitir dicha información a la dirección, que tomará las medidas oportunas de corrección y de prevención. Por último si la Empresa lo desea puede solicitar, por parte del Organismo competente, la Certificación del Sistema de Calidad implantado. Existen diferentes organismos competentes para las actividades de normalización y Certificación en cada área geográfica. Este Certificado autoriza a la Empresa a informar a sus clientes que una institución independiente, que actúa como fedatario, juzga a la Empresa certificada como un sistema de calidad que satisface las Normas ISO 9000 (u otras), y que por consiguiente así deber ser reconocida en el ámbito Nacional e Internacional. La Empresa presenta una solicitud al organismo de Certificación en la que se incluye una descripción de las actividades de la Empresa y de la gama de productos/servicios que ofrece. A continuación el organismo acreditador revisa el Manual de Calidad para contrastar la manera en que dicho documento describe lo que la Empresa hace con los requerimientos de la Norma. Las desviaciones son notificadas y se subsanan mediante modificaciones en el manual o mediante la elaboración de procedimientos adicionales. Realizadas las modificaciones pertinentes el sistema documental vuelve a ser revisado. A continuación se puede proceder a la evaluación preliminar o bien a la auditoría formal. En la Auditoría de Certificación los auditores emplean el Manual de Calidad y el de procedimientos como guías del funcionamiento de la Empresa. El objetivo es comprobar que la Empresa está haciendo lo que sus manuales dicen. Si las no conformidades son leves, se extiende un Certificado provisional y se da un plazo a la Empresa para que realice las rectificaciones pertinentes. Concedida la Certificación, el organismo realiza de forma periódica las denominadas auditorías de seguimiento. Finalizado el plazo de validez del Certificado, se realiza la denominada auditoría de renovación, que es tan exhaustiva como la auditoría inicial de Certificación.