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El exilio de Aviñón

Apéndice 1

BONIFACIO VIII Y FELIPE


IV EL HERMOSO
El enfrentamiento con Felipe IV el
Hermoso
Felipe IV el hermoso Bonifacio VIII
• El enfrentamiento se inicia cuando el rey francés,
necesitado de recursos económicos por la guerra
que mantenía con Inglaterra, pretendió hacer
tributar al clero francés.
• El Papa responde emitiendo, el 25 de febrero de
1296, la bula Clericis laicos por la que prohibía el
cobro de tasas al clero por parte de los poderes
políticos sin el consentimiento papal. Esta bula
fue ignorada por Felipe quien contestó emitiendo
una serie de edictos por los que se prohibía,
tanto a laicos como a eclesiásticos, la exportación
de productos a Roma, obligando a Bonifacio a
firmar una acuerdo por el que reconocía al rey
francés la potestad de fijar tributos al clero en
casos de extrema necesidad y sin contar con una
autorización previa del pontífice.
• El entendimiento entre Bonifacio y Felipe fue
muy breve, ya que en 1301 se produjo un nuevo
choque cuando el Papa creó el nuevo obispado
de Pamiers, en el sur de Francia, colocando en él
a Bernardo de Saisset. Felipe, incómodo con el
designado, lo acusó de alta traición y lo
encarceló.
• Felipe intentó obtener que se declarara la
injusticia por parte del papa, pero Bonifacio, en la
bula Ausculta fili (Escucha, hijo) reprueba al rey
francés por no haber tomado en cuenta otra
bula, la Clericis laicos sobre los impuestos a los
clérigos, y por no obedecer al obispo de Roma.
• En Francia, la bula fue quemada, y en lugar de
la "Ausculta Fili", circuló inmediatamente una
Bula falsificada (probablemente obra de Pierre
de Flote). Sus cinco o seis líneas altaneras se
pensaron para incluir una cuidadosa frase
Scire te volumnus quod in spiritualibus et
temporalibus nobis subes (queremos que
sepas que tu eres nuestro súbdito tanto en los
asuntos espirituales como en los temporales).
Como si ello no bastara también se añadía que
quien lo negara era un hereje.
• En vano protestó el Papa y los cardenales contra
esta falsificación, en vano intentó explicar, un
poco después, que ser súbdito al que se refiere la
Bula es solamente ratione peccati, que la
moralidad de cada acto real, privado o público,
caía dentro de la prerrogativa papal.
• Así se suscitó una reacción de apoyo al rey y de
rechazo al Papa que aparecía como quien
intentaba -en términos nada conciliatorios-
someter al rey en asuntos temporales:
• No deje que nadie lo convenza sobre que tiene
Ud. superioridad o está libre de sujeción a la
cabeza de la jerarquía eclesiástica, ya que sólo un
tonto podría pensar así...
• Asimismo convoca a Felipe y al episcopado
francés a un concilio a celebrar en Roma, el 1
de noviembre de 1302, con el fin de definir de
una manera definitiva la relación entre el
poder temporal y la Iglesia.
• El rey prohibió la asistencia al concilio, que no
obstante se celebró sin la asistencia de los
franceses, y dio lugar a la publicación, el 18 de
noviembre de 1302, de la bula Unam sanctam
en la que exponía la doctrina de un sistema
jerárquico con supremacía pontificia
afirmando, en la misma línea que sus
predecesores Gregorio VII e Inocencio III, que:
• «...existen dos gobiernos, el espiritual y el temporal, y ambos
pertenecen a la Iglesia. El uno está en la mano del Papa y el otro en
la mano de los reyes; pero los reyes no pueden hacer uso de él más
que por la Iglesia, según la orden y con el permiso del Papa. Si el
poder temporal se tuerce, debe ser enderezado por el poder
espiritual (...) Así pues, declaramos, decimos, decidimos y
pronunciamos que es de absoluta necesidad para salvarse, que
toda criatura humana esté sometida al pontífice romano».
• La reacción de Felipe IV fue la convocatoria, el 12 de marzo de
1303 de una asamblea en el Louvre en la que, tras acusar a
Bonifacio VIII de herejía y simonía, se decidió su procesamiento,
encargando al consejero Guillermo de Nogaret su captura y
traslado a París. Cuando el Papa recibe la noticia de las intenciones
de Felipe, prepara una nueva bula de excomunión, la Supra Petri
solio que no tiene tiempo de promulgar ya que el 7 de septiembre
de 1303 tuvo lugar el incidente conocido como atentado de
Anagni.
El atentado de Anagni
• Con base a ese dominio universal del Papa, el rey
francés debía ser excomulgado en Anagni el día
de la Natividad de María (1303) y sus súbditos
declarados exentos del juramento de fidelidad
(en esa iglesia se había proclamado la
excomunión de Alejandro III contra Federico
Barbarroja y la de Gregorio IX contra Federico II).
Pero un plan ya estaba acordado: un día antes
llegaron a Anagni mercenarios franceses, a
quienes se adhirieron cientos de milicianos
locales. Hicieron prisionero al Papa, en una
escena vergonzosa, que obligaría a la reacción
ciudadana.
• El ultraje de Anagni o también la bofetada de
Anagni es un episodio sucedido en la ciudad
de Anagni el 7 de septiembre de 1303.
Actualmente se cree que no se trató
propiamente de una bofetada materialmente
dada, sino más bien a un golpe moral, aun
cuando algunos historiadores atribuyen a
Sciarra Colonna el acto de abofetear al Papa
Bonifacio VIII: El episodio fue cantado por
Dante en su Divina Comedia.
Dibujo que representa el momento de la supuesta bofetada de Sciarra Colonna al Papa.
• Guillermo de Nogaret, que se encontraba en Italia
con la intención de apresar al Papa, y Sciarra
Colonna, enemigo acérrimo de Bonifacio, contando
con el apoyo de la alta burguesía de Anagni y de
parte del Colegio cardenalicio, asaltaron el palacio
papal de Anagni donde se encontraba el Papa por
ser su residencia veraniega.
• Bonifacio VIII esperó a sus agresores sentado en un
trono y revestido de todas las vestimentas de su
rango y los atributos de poder. En tal circunstancia,
Sciarra Colonna, abofeteó al Papa tras amenazarlo
con la muerte.
• Durante tres días quedó en manos de los conjurados
sufriendo todo tipo de injurias, incluidas las de tipo
físico, hasta que el pueblo de Anagni se sublevó en
su defensa obligando a sus captores a liberarle y
permitiéndole huir de la ciudad.
• Conducido a Roma, murió un mes después, el 11 de octubre
de 1303, sin haber cobrado desquite por estos
acontecimientos.
• Bonifacio VIII fue el último gran representante de la
soberanía pontificia medieval. Su derrota en el choque con la
Francia ‘nacional’ conducida por Felipe IV fue, por eso,
mucho más que un fracaso personal; fue la derrota de la
tesis del dominio universal del papado. Por eso se dice que
fue el último que pretendió llevar hasta sus últimas
consecuencias el universalismo pontificio medieval.
• El atentado de Anagni, culmen de la impotencia de Bonifacio
VIII para hacer frente a Felipe el Hermoso, inauguraba el
siglo XIV para la Iglesia, en el que ésta quedó a merced de los
reyes franceses, lo que provocó el traslado del papado a
Aviñón. Su pontificado representa el fin de la pretensión de
dominio universal de la Iglesia Católica frente a los poderes
monárquicos de las nacientes naciones de Europa.
Apéndice 2

LOS TEMPLARIOS
Sello de los Caballeros
Templarios, con su
conocida imagen de dos
caballeros subidos en un
caballo, símbolo de su
inicial pobreza. El texto
está escrito en caracteres
griegos y latinos Sigillum
Militum Xpisti: que
significa "El sello de los
soldados de Cristo".
• La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín:
Pauperes commilitones Christi Templique
Solomonici), comúnmente conocida como los
Caballeros Templarios o la Orden del Temple
(francés: Ordre du Temple o Templiers) fue una de las
más famosas órdenes militares cristianas. Esta
organización se mantuvo activa durante poco menos
de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por
nueve caballeros franceses liderados por Hugo de
Payens tras la Primera Cruzada. Su propósito original
era proteger las vidas de los cristianos que
peregrinaron a Jerusalén tras su conquista. Fueron
reconocidos por el Patriarca Latino de Jerusalén,
Gormond de Picquigny, el cual les dio como regla la
de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
• Aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica
en 1129, la Orden del Templo creció rápidamente
en tamaño y poder. Los Caballeros Templarios
empleaban como distintivo un manto blanco con
una cruz roja dibujada. Los miembros de la Orden
del Templo se encontraban entre las unidades
militares mejor entrenadas que participaron en
las Cruzadas. Los miembros no combatientes de
la orden gestionaron una compleja estructura
económica a lo largo del mundo cristiano,
creando nuevas técnicas financieras que
constituyen una forma primitiva del moderno
banco, y edificando una serie de fortificaciones
por todo el Mediterráneo y Tierra Santa.
• El éxito de los templarios se encuentra
estrechamente vinculado a las Cruzadas; la pérdida
de Tierra Santa derivó en la desaparición de los
apoyos de la Orden. Además, los rumores generados
en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los
templarios crearon una gran desconfianza. Felipe IV
de Francia, considerablemente endeudado con la
Orden, comenzó a presionar al Papa Clemente V con
el objeto de que éste tomara medidas contra sus
integrantes. En 1307, un gran número de templarios
fueron arrestados, inducidos a confesar bajo tortura
y posteriormente quemados en la hoguera. En 1312,
Clemente V cedió a las presiones de Felipe y disolvió
la Orden. La brusca desaparición de su estructura
social dio lugar a numerosas especulaciones y
leyendas, que han mantenido vivo el nombre de los
Caballeros Templarios hasta nuestros días.
El exilio de Aviñón
• Después de Bonifacio VIII fue elegido Benedicto XI (1303-
1304). Sabio, prudente, moderado, conciliador; no había
querido intervenir en la áspera contienda de Bonifacio VIII
con Felipe el Hermoso; pero salió en su defensa cuando
fue atacado por la familia Colonna.
• Trató al rey francés como a excomulgado, hasta que el rey
le mandó sus embajadores para tratar de su reconciliación.
Entonces por bien de la paz, aceptó la voz de los que
negaban a Felipe la responsabilidad del atentado de
Anagni y lo absolvió de todas las censuras en las que pudo
incurrir; excluía de tal absolución a Pedro de Nogaret y
demás cómplices directos. Los cardenales Jacobo y Pedro
Colonna fueron absueltos de las excomuniones y censuras
que pesaba sobre ellos, mas no recobraron su dignidad de
cardenales.
• Con el apoyo y favor del rey Felipe IV, Nogaret
mantuvo su gesto retador frente del Pontífice, y
se empeñó, por medio de algunos agentes
embajadores de Francia, en obtener de
Benedicto XI la convocación de un concilio
general en el que se hubiere de juzgar y
condenar como hereje al Papa Bonifacio VIII. A
tales proposiciones Benedicto resistió, pues no
podía tolerar que se hiciese cosa alguna contra el
honor y la fama de su predecesor.
• Únicamente transigió en mitigar la bula Clericus laicos y en
anular otros decretos de Bonifacio VIII contrarios a Francia.
• Ante la prepotencia de los Colonna, Benedicto XI había
juzgado prudente retirarse de Roma. Estaba en Perusa
cuando le sorprendió la muerte en 1304. Y en Perusa se
congregaron los cardenales para elegir un nuevo papa. La
división reinaba entre los cardenales. Abogaban unos por un
papa italiano, que defendiese la memoria de Bonifacio,
condenando a los criminales de Anagni. Deseaban otros un
papa francés, favorable a los intereses de Felipe el hermoso y
que otorgase a los Colonna la paz y reconciliación. Por estos
problemas el cónclave se extendió casi 11 meses. Nogaret
durante este tiempo no descansó sino que siguió
escribiendo, justificando su brutalidad en el atentado de
Anagni, como si solamente lo hubiera cometido por el bien
de la Iglesia, persistía en que "el hereje, simoniaco e
idolatra“, Bonifacio debía, aún después de muerto ser
juzgado y condenado por la Iglesia universal para ahogar su
memoria.
• Se eligió como papa uno que no despertaba
sospechas entre los bonifacianos y parecía muy
del gusto de los franceses: Bertrán de Got, quien
había trabajado en la reconciliación de Bonifacio
VIII y Felipe IV el Hermoso.
• El nuevo Papa tomó el nombre de Clemente V
(1305-1314). Francia había triunfado. Sin duda,
Clemente V hizo muchas concesiones a Felipe IV.
Determinó, que las ceremonias de coronación se
celebrasen no en la ciudad Eterna, ni tampoco en
Vienne, como en principio se había pensado, si
no en Lyon, metrópoli de las Galias. Se lo había
sugerido el rey Felipe.
• El encuentro del Papa con Felipe el hermoso.
El coloquio que tuvieron ambos fue funesto
para la Iglesia, pues el rey obtuvo del Papa la
prórroga indeterminada de su viaje a Italia; el
nombramiento de 10 cardenales, nueve de
ellos franceses, dio una preponderancia a
Francia sobre Italia en el senado de la Iglesia,
preponderancia que poco a poco se irá
agravando. También fueron rehabilitados
plenamente en su dignidad cardenalicia
Jacobo y Pedro Colonna. Y el rey le pidió y le
rogó con muchas instancias la supresión de los
templarios. Esta petición pasó luego a la
fuerza.
• En 1309 el Papa Clemente V se trasladó a
Aviñón; desde este momento Aviñón será la
nueva Roma, que albergará los papás y a la
Curia Pontificia (con el paréntesis trienal de
Urbano V en Roma) hasta el año 1377, y
cuando en el 1378 se produzca el cisma de
occidente, en Aviñón residirá uno de los
contendientes al papado.
• Muchas veces habló Clemente V de su
planeado viaje Italia y de su regreso a Roma.
Pero tropezaba con gravísimas dificultades.
La presión y fuerza que sobre él hacía Felipe el hermoso,
empeñado en tener el Papa y el pontificado bajo su
tutela y dependencia.
La frágil salud de Clemente, que necesitaba climas
suaves y saludables.
La necesidad de condescender en algo con el rey para
que no insistiese en el proceso de Bonifacio VIII.
El deseo natural de los cardenales franceses y el propio
Clemente V de no alejarse de su patria.
La ilusión que se forjaba el Papa de poder contribuir
desde Aviñón a la pacificación de los reyes de Francia y
de Inglaterra.
Finalmente, la turbulenta situación de Roma y de los
estados pontificios, desgarrados por luchas intestinas,
asesinatos y rebeldías continuas.
• En un principio el Papa se aposentó en el convento
de los dominicos, señal de que se consideraba
huésped en aquella ciudad. Pero a fines de 1310
pasó habitar en el palacio episcopal, que estaba en
la parte más fortificada de Aviñón. Es de aclarar que
Aviñón desde 1290 no pertenecía al rey de Francia
sino al conde de Provenza, Carlos segundo de
Anjou. En 1339 Benedicto XII dio comienzo a la
construcción del palacio papal.
Palacio papal en Aviñón
• La primera y mayor calamidad que, a juicio de
muchos historiadores, se derivó de la larga
permanencia de los papás en Aviñón fue el gran
cisma de occidente, causa y origen de otros infinitos
malestares.
• El pontificado se esclavizó bajo Felipe IV de Francia,
o por lo menos se nacionalizó en tal forma, que
perdió mucho de su universalismo católico:
franceses los papás, franceses los cardenales en su
inmensa mayoría.
• Por los múltiples gravámenes de su exagerado
fiscalismo, la autoridad de la Santa Sede se
disminuyó notablemente, perdiendo el amor y la
confianza de los pueblos cristianos.
• Roma sintió los efectos de la ausencia papal: tuvo
que ceder muchos de sus derechos y de su gloria
externa a la ciudad de Aviñón, quedando convertida
en una verdadera necrópolis. Durante largos
decenios dejó de ser el centro oficial de la
cristiandad. Abandonada por la Curia Pontificia, con
sus cardenales y prelados y con otros personajes
influyentes quedó reducida a una capital de
provincia. Sus monumentos, basílicas y palacios
comenzaron a agrietarse y a dejar crecer la hierba
entre sus muros. De sus ruinas extraían mármoles
para otras ciudades. En Aviñón residía la cabeza
visible de Iglesia, pero en Roma estaban los
sepulcros de San Pedro y san Pablo y los de otros
mártires y pontífices.
• Roma gozaba de un universalismo que Aviñón no podía
alcanzar, porque aquí los papás parecían -especialmente a las
naciones rivales de Francia- privados de su carácter ecuménico
por su íntima dependencia de los monarcas franceses.
Exageraba indudablemente los italianos, alemanes ingleses,
pero no les faltaba fundamento al decir que los papás eran
siervos del rey de Francia. G. Mollat niega tal servilismo,
solamente lo admiten el caso de Clemente V, que realmente
condescendió, aunque de mala gana con los deseos de Felipe
IV, concediéndole los diezmos de todas las Iglesias de Francia
por cinco años, absolviendo de sus censuras a Nogaret,
abrogando la bula Clericis laicos, creando cardenales franceses,
permitiendo el proceso de la supresión de los templarios, etc.
Asegura que los demás no fueron tan serviles, si bien reconoce
que demostraron su inclinación excesiva hacia el monarca
francés tanto los asuntos económicos, permitiendo disfrutar de
muchos impuestos sobre los beneficios eclesiásticos y
adelantándole grandes sumas en momentos de crisis
financiera, como también los negocios políticos, ayudando con
las armas espirituales en la lucha contra sus enemigos.
• El servilismo en algunos de los pontífices podrá
discutirse y aún negarse de plano. Lo que nadie
pondrá en duda es que la Curia Pontificia se
afrancesó. No todos los defectos se derivan
necesariamente de la estancia del papado en
Aviñón, sino de otras circunstancias históricas y de
la fragilidad humana. Así, por ejemplo, la
centralización administrativa y fiscal, con sus
innumerables abusos, y el apego a las riquezas, con
la consiguiente mundanidad y transacciones
Simoníacas. Si podemos alabar de Aviñón una
organización más moderna y perfecta de la Curia
Pontificia.
• Hubo polémicas nacionalistas entre escritores
italianos y franceses: alguno llegó a comparar la
permanencia en Aviñón con la cautividad de los
judíos en la antigua Babilonia.
• Comparando los razonamientos. No hay escándalo,
ni por qué admirarse de que algunos pontífices
quisieran residir en Francia y no en Roma; eso no
era ninguna novedad. Pues repasando los
itinerarios de los papás del siglo XIII, diremos que
sólo habitaron en Roma por excepción, casi
siempre vivían fuera de la ciudad Eterna. Se puede
comprobar que desde el año 1100 al 1304 (por el
espacio 204 años) residieron en Roma 82 años, y
fuera de Roma 122. Pero se puede objetar que la
ausencia de los papas en los siglos XII y XIII fue
discontinua, ocasional y siempre con el
pensamiento y el propósito de retornar a Roma,
mientras que en Aviñón fue continua, sin deseos
firmes de regresar a Roma, por lo que había podido
resultar definitiva.
• No eran sólo los italianos que se dolían ante tal estado de
las cosas, protestaban también los demás pueblos
especialmente Inglaterra y Alemania, fijándose de que el
Papa había olvidado su carácter universalista.
• Es de aclarar que la situación y crisis en Roma,
continuamente agitada por tumultos y rebeliones
populares, hacían casi imposible la residencia de los
papas, convirtiéndose la ocasión propicia para que
emigrasen de Roma y aún de Italia para buscar la
protección del Rey Cristianísimo (rey francés).
• El hecho de que Clemente V fuese francés y de que sus
sucesores en el pontificado, así como la inmensa mayoría
de los cardenales por ellos elegidos, tuviesen la misma
nacionalidad, y, finalmente, la presión constante del rey
de Francia, fueron las causas principales de que la
residencia papal en Aviñón se prolongase por largo
tiempo.
• El Papa Clemente V pudo bien pronto persuadirse que la amistad
de Felipe IV, lejos de facilitarle el gobierno de la Iglesia, se lo
dificultaba y entorpecía. Nunca gozó de suficiente libertad en sus
actos públicos, porque continuamente estaba el rey a su lado
prometiendo, pidiendo, amenazando. Esto lo vemos
primeramente en el proceso de Bonifacio VIII.
• El que más insistió en el proceso contra Bonifacio fue Nogaret, que
tenía gran influencia sobre el rey Felipe. Ante el consejo de los
cardenales devotos a Francia y la pérdida de influencia en la corte
de Nogaret, Felipe IV optó por un arreglo con el Papa. Claro que el
rey francés y su canciller Nogaret, pusieron condiciones antes de
dar el brazo a torcer. Clemente V las aceptó, porque deseaba
terminar favorablemente el proceso de Bonifacio VIII. La mayor
debilidad del Papa en aquellas concesiones fue la promesa de
instruir proceso a los templarios en el próximo concilio de Vienne.
Los crímenes y herejías que no se habían podido demostrar en
Bonifacio, se demostraron jurídicamente, a fuerza de perjurios,
calumnias y torturas inquisitoriales en los templarios, cuya culpa
principal, fue la de ser ricos y poderosos.
• Otras condiciones que se suman para que el rey
levantara el proceso de Bonifacio las podemos leer en
diversas bulas emanadas aquellos días en las que el
Papa declaraba que el monarca francés era
completamente inocente de lo ocurrido en Anagni y
después, ya que en toda la campaña contra Bonifacio
no le guiaba sino el celo de la fe y el amor a la Iglesia;
todos los documentos de Bonifacio VIII y Benedicto XI
que pudiesen lesionar al rey de Francia y a los suyos
quedaban anulados y deberían ser borrados de los
registros de la cancillería; el mismo Nogaret era
absuelto de la excomunión.. También se les otorgaba la
absolución a Sciarra Colonna, a Rinaldi de Supino,
hombre de la confianza de Nogaret y enemigo personal
de Bonifacio VIII, y a los habitantes de Anagni.
• El único vencedor de todo este proceso fue
Bonifacio VIII. Cuando el cinco de mayo de 1313 fue
canonizado Celestino V, en la bula se le nombró
siempre San Pedro Murrone, y no San Celestino,
queriéndose significar con ello que al morir no era
ya Papa, y que, por tanto la elección de Bonifacio
había sido legítima.
• Pero Felipe IV no hechó tanto en el olvido el
proceso de Bonifacio, pues cuando poco después,
en el concilio de Vienne, vacilaban los padres y el
Papa en condenar a los templarios, Felipe IV sacaba
el proceso de Bonifacio a relucir para atemorizar y
forzar a los que titubeaban.
• Las razones de la animadversión del rey de
Francia hacia los Templarios, son aún
desconocidas.
• Inesperadamente en el 1305 Felipe el
hermoso comenzó la lucha contra los
templarios, siendo las razones muy oscuras.
Podemos conjeturar que:
– El rey tenía necesidad de dinero; el pretexto de
utilizarlo para la cruzada era una buena forma
para apoderarse;
– la orden era un obstáculo para llevar a cabo la
política de reforzar el poder del estado deseado
por el rey y sus ministros.
• Todo comenzó cuando un francés, Esquiu de
Floyran (1305), que afirmaba haber
pertenecido a la orden lanzó una serie de
acusaciones:
– en el momento de la admisión de los novicios,
estos debían pisotear el crucifijo y escupirle en la
cara,
– debían renegar de Cristo,
– debían adorar un ídolo, llamado Bafomet,
– se manchaban con la sodomía, y otras cosas
escandalosas.
• Clemente, ante las incesantes presiones del
rey, consintió la apertura de una severa
instrucción contra los Templarios. Parecía que
la cosa estaba en manos del papa. Pero el rey
continuaba apresando a todos los que vivían
en Francia, y confiscaron todos sus bienes,
haciendo creer que la operación era con el
consentimiento del papa, aunque toda era
obra suya. Invitó también a los demás
soberanos a hacer lo mismo en sus reinos.
• Los interrogatorios fueron acompañados de
torturas, que daban los resultados queridos, porque
la alternativa era: o confesar para salvar la vida o no
confesar y ser condenado a muerte. La mayoría
confesó todo aquello que le impusieron.
• El papa estaba muy impresionado ante las
confesiones de los acusados. Ordenó a todos los
soberanos que apresaran a los Templarios y que
confiscaran sus bienes en favor de la Iglesia.
• La solución final se tomó en el concilio de Vienne, el
IX concilio ecuménico, celebrado entre el octubre
del 1311 y el Mayo del 1312. se llegó así a la
disolución de la orden.
• La residencia de los papas en Aviñón por espacio
de 70 años ha sido juzgada muy diversamente,
porque en los historiadores se han infiltrado
intereses nacionalistas. "La antítesis Roma-
Aviñón se amplío en el antagonismo Italia-
Francia"
• En general se puede afirmar que "el destierro de
Aviñón" tuvo algunas consecuencias desastrosas
para el papado.
• A. Decadencia interna del papado.
– La decadencia de la fuerza interior del papado venía
afirmándose desde bastante antes. La necesidad
constante de tener que recurrir a un protector, desde
las luchas contra Federico II, acabó por echar, en la
segunda mitad del siglo XIII, el papado en brazos de la
monarquía francesa.
– El afrancesamiento de la Santa Sede con la llegada de
Clemente V fue el término final de esa lenta evolución
de más de 50 años de inestabilidad pontificia. Se ha
exagerado, sin duda al designar el período Aviñón del
papado con el nombre de cautividad babilónica,
aludiendo a la opresión del rey francés sobre el
pontificado. El servilismo de esos papas franceses, a
excepción de Benedicto XII y de Inocencio VI, es
evidente.
– La curia pontificia se afrancesó con las fuertes
promociones de cardenales franceses, que llegaron a
tener la mayoría de dos tercios del colegio electoral del
papa.
– Esta decadencia interna del papado se advierte también
de un modo palpable en el creciente influjo del colegio
cardenalicio en los asuntos de la Iglesia. El ejemplo más
evidente fue la capitulación cardenalicia que precedió a
la elección de Inocencio VI. Los cardenales se
comprometieron, con juramento, a limitar, en caso de
ser elegidos, ciertos poderes pontificios en favor del
colegio cardenalicio, sin cuyo consentimiento el nuevo
papa no podría tomar decisiones de importancia.
• B. Decadencia exterior del papado
– El destierro de Aviñón contribuyó notablemente al
desprestigio del papado en todo el mundo cristiano:
– Porque parecía que el prestigio universal del papado se
ponía en favor de los intereses políticos de Francia,
como se demostró sobre todo en las contiendas con el
emperador alemán.
• Los pueblos se habituaron a ver en el papa a un jefe
político y no supremo pastor de la cristiandad.
• Las campañas de desprestigio iniciadas por Felipe el
hermoso contra Bonifacio VIII y por los franciscanos
extremistas contra Juan XXII, acabaron por infiltrar
en las mentes cristianas la posibilidad de que el
papa pudiese caer en la herejía. Esto trajo como
consecuencias el aumento de las críticas contra las
actuaciones del papa.
• El abuso de las sanciones eclesiásticas fue también
muy perjudicial para desprestigio exterior del
papado:
– Porque se aplicaba, con frecuencia, sin motivo: por
intereses políticos e, incluso, financieros.
– Porque, faltándole a la curia pontificia la fuerza
necesaria para hacer cumplir las sanciones, éstas se
convirtieron en letra muerta.
• El sistema financiero inventado por los oficiales de
Aviñón contribuyó también grandemente la
decadencia interna y externa del papado.

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