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En un lugar de ciudad Juárez, un niño muy inquieto y jugueton llamado Jaime, tiene tres hermanos pequeños
(Lupita, Pepito y Luis), cuando jugaban juntos su imaginación volaba y construían barcos piratas, ciudades magicas y a veces jugaban a los
en familia, un auto que fuera lo suficientemente amplio para invitar a la abuela, al abuelo, papá, mamá y los cuatro hermanos, sería un viaje
fantástico; imaginaban su viaje tan divertido observando montañas, girando curvas y haciendo paradas para hechar
gasolina, donde tal vez podrían aprovechar para llegar al baño, llegaría también a comer a un restaurante, posiblemente pasaría
una noche en un gran hotel, cerca, se encotraría el hospital de los viajeros y una estación de bomberos para en caso de un
incendio y para la ayuda en carretera, las grandes grúas, por la carretera habia un letrero que indicaba a los atomovilistas hacer
un alto importante, las vias del tren cruzaban y significa que debían de tener cuidado.
El viaje era toda una aventura, la abuela contaba historia de la ciudad cuando ella era niña, el transporte era diferente y no existian señales para
trasportarse. Durante el viaje Jaime y sus hermanos disfrutaban del paisaje, cuando veían alguna ranchería, las vacas, ovejas y chivas
alegraban el recorrido imitando sus sonidos . Ansiaban con gusto llegar a la playa. De pronto, las luces de un semaforo prendido en rojo
anunciaba la entrada a la ciudad, las calles daban permiso a los camiones, bicicletas, motocicletas y carros; una que otra carreta
se veían transitar. El recorrido a la playa fue emocionante, luces y letreros anunciando la pronta llegada , todo era diversion veiamos los
baños, gasolinería, cuidado con el tren, letreros de peligro, cinturon de seguridad, bote de
basura, y los letreros de los nombres de las calles. Pronto llegaríamos a la diversion en la playa y con nuestro traje de baño