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La cruz de Cristo no es para algunos. Ni por una sola nación. sino, por todos nosotros,
y todos los pueblos. (Juan 11: 51-52). Su sangre fue derramada para remisión de
todas las ofensas cometidas por nosotros contra el Padre. Y la inmensurable
disposición de su gracia y misericordia, evidencian su voluntad de que todas las
criaturas celestes y terrenas se tornen en unidad entre sí y con el mismo Dios (Efesios
1: 7-10).
Esta unidad ocurre desde el bautismo, cuando estamos revestidos de Cristo, pues al
ser inmersos en las aguas morimos con Cristo, y al levantarnos, resucitamos con Él
para una vida nueva. (Gálatas 3:26, Romanos 6: 3-4).
PIENSA:
Independientemente de las diferencias culturales, sociales, étnicas y políticas que haya
entre nosotros como adventistas del séptimo día, ¿por qué nuestra fe común en Jesús
trasciende todas esas divisiones?
EL MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación”(2 Corintios 5:18).
Pablo declara que en Cristo somos una nueva creación, reconciliados con Dios.
¿Cuál es entonces nuestro ministerio en este mundo?
El inicio del ministerio de la reconciliación, comprueba, de forma irrefutable, la unidad
de los hijos de Dios aquí en la Tierra y, en el futuro, en el Cielo. La primicia de ese
ministerio fue Jesús. Pablo afirma que nosotros, alejados de la vida eterna por el
pecado, fuimos reconciliados (religados) con Dios, en Cristo. – Romanos 5:10.
«El ministerio de la reconciliación implica más que únicamente explicar a los demás lo
que Dios ha hecho en Cristo. Requiere que el creyente se convierta en un
reconciliador activo. Al igual que Cristo, un ministro de reconciliación se sumerge en
medio del tumulto humano para del caos sacar armonía, reconciliación del
distanciamiento y llevar amor en lugar del odio». (David E. Garland, «2 Corinthians», The New
American Commentary (Nashville, Tennessee: Broadman & Holman Publishers, 1999), pp. 291-292).
PIENSA:
¿En qué consiste aceptar una misión de reconciliación en la práctica?
LA UNIDAD PRÁCTICA
“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:13).
¿Cómo deberíamos ser testigos del evangelio de Jesús en nuestra vida pública?
Como representantes de Cristo, los creyentes deben ser conocidos no solo por su
rectitud moral, sino también por su interés práctico en el bienestar de los demás,
incluso en aquellos que no son creyentes. Quizás el acercamiento a la unidad más
efectivo consiste en reflejar el ejemplo de Jesús en nuestras vidas y en nuestras
relaciones con los demás.
La unidad práctica se revela en hacer al prójimo el bien que deseamos nos hagan
(Mateo 7:12), incluso ayudando a los sobrecargados y aliviándoles de sus cargas
(Gálatas 6: 2), pues es sólo mediante renuncia propia que nos asemejamos a Jesús
que renunciando a las glorias celestiales, se hizo hombre y habitó entre nosotros
(Mateo 16: 24-26).
PIENSA:
¿Qué clase de testimonio les ofreces a los demás? ¿Qué encontrarían en tu vida que les
inculque el deseo de seguir a Jesús?
UNIDAD EN MEDIO DE LA DIVERSIDAD
“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” (Romanos 14:1).
¿Qué problemas de conciencia hacían que los miembros de la iglesia de Roma
emitieran juicios y que no hubiera comunión entre ellos?
Sabemos que, en las costumbres religiosas, tanto romanas como judías, del
primer siglo había algunas normas y restricciones respecto a la comida y a los días
especiales. Los asuntos que Pablo discutió en estos capítulos probablemente
tenían que ver con impurezas religiosas y ceremoniales, lo que habría impedido
que algunas personas participaran plenamente en las asambleas cristianas.
PIENSA:
¿Hay algo que creemos y practicamos como adventistas del séptimo día, pero que no
necesitamos creer ni profesar?
LA UNIDAD EN LA MISIÓN
“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con
alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46)
¿Qué marcó la diferencia en los discípulos, entre el antes y después del pentecostés, que los
preparó para cumplir la misión, y nos capacita a nosotros también?
La unidad que Cristo pidió al Padre "para que todos sean uno; así como, Tú oh
Padre, eres en Mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que
el mundo crea que Tú me enviaste "(Juan 17:21), no era una unidad social,
aunque la contenía. Mucho más que eso, fue un pedido por una unidad de
propósito, de misión, como es la unidad de la Divinidad. En la oración Jesús
expuso el por qué del pedido: "para que el mundo crea que Tú me enviaste”, es
decir, el pedido tenía una finalidad misionera y no sólo de pacificación y
sociabilidad.