los años 1915 y 1917 para agrupar actos cuya realización importa una falla evidente de algún mecanismo psíquico. La tesis principal de Freud, en conexión con esto, puede ser comprendida del siguiente modo: ciertas situaciones inadecuadas de nuestro funcionamiento mental y ciertas situaciones, aparentes faltas de propósito, pueden ser mostradas, a través del psicoanálisis, como determinadas por motivos de los cuales no se era consciente hasta ese momento. Freud estableció tres grupos de hechos: 1) equivocación oral y subgrupos (escritos, de lectura y de falsa audición); 2) del olvido en relación con: nombres propios, palabras, propósitos o impresiones, y 3) actos de término erróneo, como son los de no encontrar un objeto necesitado o la pérdida definitiva de otros. Los actos fallidos suelen presentarse cuando el sujeto está ligeramente indispuesto o fatigado, sobreexcitado, excesivamente absorto en cuestiones diferentes de los temas a los que sus palabras se refieren. Los factores desencadenantes de los actos fallidos pueden ser fisiológicos o psicofisiológicos. En el primer caso puede tratarse de trastornos circulatorios o una indisposición, y entre los psicofisiólogos se cuentan la excitación, la fatiga y la distracción. Existen casos de actos fallidos que podrían calificarse de oscuros, pero aun éstos pueden explicarse por el choque o interferencia de dos propósitos distintos. Existen actos fallidos cuyo sentido es fácil descubrir y otros con un sentido difícil de hallar. En los primeros la intención latente sustituye por completo a la manifiesta, mientras que en otros tiene que conformarse con deformar o modificar a la primera, dando origen a creaciones mixtas que pueden resultar más o menos plenas de sentido.