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Jehová es Dios celoso y

vengador; Jehová es vengador y


lleno de indignación; se venga
de sus adversarios, y guarda
enojo para sus enemigos.
Jehová es tardo para la ira y
grande en poder, y no tendrá por
inocente al culpable. Jehová
marcha en la tempestad y el
torbellino, y las nubes son el
polvo de sus pies.
El amenaza al mar, y lo hace
secar, y agosta todos los ríos;
Basán fue destruido, y el
Carmelo, y la flor del Líbano
fue destruida.
Los montes tiemblan delante
de él, y los collados se
derriten; la tierra se conmueve
a su presencia, y el mundo, y
todos los que en él habitan.
¿Quién permanecerá delante
de su ira? ¿y quién quedará en
pie en el ardor de su enojo? Su
ira se derrama como fuego, y
por él se hienden las peñas.
Jehová es bueno, fortaleza en
el día de la angustia; y
conoce a los que en él
confían.
Entonces fue traído a él un
endemoniado, ciego y mudo;
y le sanó, de tal manera que
el ciego y mudo veía y
hablaba.
Y toda la gente estaba
atónita, y decía: ¿Será
éste aquel Hijo de
David?
Mas los fariseos, al oírlo,
decían: Este no echa fuera
los demonios sino por
Beelzebú, príncipe de los
demonios.
Sabiendo Jesús los
pensamientos de ellos, les dijo:
Todo reino dividido contra sí
mismo, es asolado, y toda
ciudad o casa dividida contra sí
misma, no permanecerá.
Y si Satanás echa fuera a
Satanás, contra sí mismo
está dividido; ¿cómo, pues,
permanecerá su reino?
Y si yo echo fuera los
demonios por Beelzebú, ¿por
quién los echan vuestros
hijos? Por tanto, ellos serán
vuestros jueces.
Porque ¿cómo puede alguno
entrar en la casa del hombre
fuerte, y saquear sus bienes,
si primero no le ata? Y
entonces podrá saquear su
casa.
Porque ¿cómo puede alguno
entrar en la casa del hombre
fuerte, y saquear sus bienes,
si primero no le ata? Y
entonces podrá saquear su
casa.
El que no es conmigo,
contra mí es; y el que
conmigo no recoge,
desparrama.
Enseñaba Jesús en
una sinagoga en el
día de reposo;
y había allí una mujer que
desde hacía dieciocho años
tenía espíritu de enfermedad,
y andaba encorvada, y en
ninguna manera se podía
enderezar.
Y a esta hija de Abraham,
que Satanás había atado
dieciocho años, ¿no se le
debía desatar de esta
ligadura en el día de reposo?
Les dijo también: ¿Quién de
vosotros que tenga un amigo,
va a él a medianoche y le
dice: Amigo, préstame tres
panes,
porque un amigo mío
ha venido a mí de
viaje, y no tengo qué
ponerle delante;
Os digo, que aunque no se
levante a dárselos por ser su
amigo, sin embargo por su
importunidad se levantará y
le dará todo lo que necesite.
Y yo os digo: Pedid, y
se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se
os abrirá.
18:2 diciendo: Había en
una ciudad un juez, que
ni temía a Dios, ni
respetaba a hombre.
18:3 Había también en
aquella ciudad una viuda,
la cual venía a él,
diciendo: Hazme justicia
de mi adversario.
18:4 Y él no quiso por algún
tiempo; pero después de esto
dijo dentro de sí: Aunque ni
temo a Dios, ni tengo respeto
a hombre,
18:5 sin embargo, porque
esta viuda me es molesta,
le haré justicia, no sea que
viniendo de continuo, me
agote la paciencia.
18:6 Y dijo el Señor:
Oíd lo que dijo el
juez injusto.
18:7 ¿Y acaso Dios no hará
justicia a sus escogidos,
que claman a él día y
noche? ¿Se tardará en
responderles?
18:8 Os digo que pronto
les hará justicia. Pero
cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿hallará fe en la
tierra?

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