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EL PROCESO PENAL Y SUS

PRINCIPIOS GENERALES
INTRODUCCION
Enrique Vescovi, profesor uruguayo, en su obra’’teoría general
del proceso’’, expone lo siguiente: ‘’Los hombres en sociedad
tienen conflictos de intereses, en virtud que los bienes de la vida
no alcanza para las necesidades ni los deseos de todos; surgen
así pretensiones de algunos que no son aceptadas por otros, sino
resistidas, lo cual genera la controversia’’.

‘’El derecho se encuentra entonces frente a conflictos que debe


solucionar, pues su finalidad reguladora es componer estas
controversias. El derecho (objetivo) impone normas de conducta,
sin embargo, la simple producción y dictado de esas normas no
es suficiente, pues lo individuos pueden desconocerlas, por lo
que debe establecer el mecanismo para que se respeten”.
CONCEPTO DE PRINCIPIOS
GENERALES DEL PROCESO
Una de las consecuencias que trae la
aprobación de un nuevo código procesal penal
es el estricto apego a los principios generales
del proceso, que no son mas que el respeto
absoluto al conjunto de derechos y garantías,
que, normados por nuestra Constitución Política
tratan de garantizar la seguridad jurídica de las
personas cuando esta, por la comisión-
supuesta- de un hecho delictivo, es obligada a
someterse a un procedimiento que tiene por
objeto determinar su responsabilidad en el
hecho que se le imputa.
Principios y garantías
procesales en el nuevo CPP
La reforma de justicia en materia penal, y
particularmente el nuevo Código Procesal Penal
nicaragüense, dispone el derecho a un proceso con
todas las garantías que aparecen expresamente
reconocidas en el Título IV, Capítulo I, de la Constitución
Política de Nicaragua, dando como resultado la
constitucionalización del proceso penal nacional.
El nuevo Código ha establecido una serie de principios,
derechos y garantías, mediante los cuales se procura la
pronta realización de una administración de justicia
garantista de los derechos fundamentales del ser
humano.
1. Principio de Legalidad
En sentido amplio el principio de legalidad no es más que el
sometimiento del Estado a las leyes, sirviendo de mecanismo de
control. Principio hegemónico, de nuestro ordenamiento,
característico de un Estado democrático. La Constitución Política de
Nicaragua y el nuevo Código Procesal Penal puntualizan este
principio en los siguientes artículos:

Art. 32 Cn. : “Ninguna persona está obligada a hacer lo que la ley


no mande, ni impedida de hacer lo que ella no prohíbe .” (Principio
de legalidad referido a los particulares.)

Art. 33 Cn. Párrafo primero: “Nadie puede ser sometido a detención


o prisión arbitraria, ni ser privado de su libertad, salvo por causas
fijadas por la ley con arreglo a un procedimiento legal.”
(Referido a la restricción de la libertad individual.)
1. Principio de Legalidad
Art. 34 Cn. Inciso 11: “Todo procesado tiene derecho, en
igualdad de condiciones, a las siguientes garantías
mínimas..., 11) A no ser procesado ni condenado por
acto u omisión que, al tiempo de cometerse no esté
previamente calificado en la ley de manera expresa e
inequívoca como punible, ni sancionado con pena
no prevista en la ley. Se prohíbe dictar leyes
proscriptivas o aplicar al reo penas o tratos infamantes.”
(Principio de legalidad penal material.)
Art. 130 Cn. Párrafo primero: “... Ningún cargo
concede a quien lo ejerce más funciones que las que
le confiere la Constitución y las leyes.” (Principio de
legalidad general.)
1. Principio de Legalidad
Art. 160 Cn.: “La administración de la justicia garantiza el
principio de la legalidad; protege y tutela los derechos humanos
mediante la aplicación de la ley en los asuntos o procesos de su
competencia.” (Principio de legalidad en los actos del Poder
Judicial.)
Art. 183 Cn.: “Ningún poder del Estado, organismo de gobierno
o funcionario tendrá otra autoridad, facultad o jurisdicción
que las que le confiere la Constitución Política y las leyes de
la República.” (Referido a la interdicción de la arbitrariedad
prohibición a poderes públicos.–)

Art. 1 CPP: “Nadie podrá ser condenado a una pena o sometido a


una medida de seguridad, sino mediante una sentencia firme,
dictada por un tribunal competente en un proceso conforme a los
derechos y garantías consagrados en la Constitución Política, a las
disposiciones de este Código y a los tratados, convenios y
acuerdos internacionales...”
1. Principio de Legalidad
El articulado indudablemente tutela diversas garantías entre
las que se destacan: una criminal (nullum crimen sine lege),
al ordenar que sólo serán delitos o faltas aquellos actos u
omisiones previamente tipificados por ley; otra penal ( nulla
poena sine lege), que indica que nadie podrá ser sancionado
con pena distinta a la prevista en la ley, por lo que al Estado
le corresponde establecer a cada supuesto ilícito una pena
proporcional; además una procesal (nemo damnetur nisi per
legale iudicium), referida a la imposición de la pena sólo
mediante la existencia de una sentencia firme, es decir que
la pena o medida seguridad sólo puede aplicarse a través de
un proceso mediante el órgano jurisdiccional; y por último,
una garantía ejecutiva (legalidad en la ejecución), por la cual
no podrá ejecutarse una pena, si no es mediante la
aplicación de un proceso previamente establecido.
2. Presunción de inocencia

La Constitución Política en su art. 34, inciso 1, expresa


que: “Todo procesado tiene derecho en igualdad de
condiciones, a las siguientes garantías mínimas: 1) A
que se presuma su inocencia mientras no se pruebe
su culpabilidad conforme la ley...”, este precepto, de
rango fundamental, reconoce el derecho a la presunción
de inocencia como una garantía esencial del procesado,
consecuentemente deberá ser tratado como tal. El
estado de inocencia sólo podrá ser extirpado de la
persona mediante la imposición de una sentencia firme
dictada por el órgano jurisdiccional competente y para
llegar a esta, deberá realizarse un juicio, por el cual se
introducirán las correspondientes pruebas de cargo, con
arreglo a los preceptos procesales que establecen
garantías (publicidad, inmediación, contradicción, etc.)
3. Respeto a la dignidad humana

El Código Procesal Penal expresa que durante el proceso toda


persona deberá ser tratada respetándose los derechos que derivan
de la dignidad humana y en condiciones de igualdad (art. 3). De la
lectura, puede notarse una división, del contenido del mismo, en
dos aspectos:

Protección de la dignidad humana –derechos, y;


Un trato en condiciones de igualdad.

El fundamento constitucional, de la división presentada, puede


localizarse en los siguientes artículos de la carta magna: el art. 5
Cn. Párrafo primero advierte que: “Son principios de la nación
nicaragüense..., el respeto a la dignidad de la persona humana...” ;
mientras que el art. 27 Cn. Párrafo primero declara que: “ Todas las
personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual
protección...”
4. Derecho a la defensa técnica

El derecho a la defensa contiene un conjunto de garantías, entre las


que se pueden mencionar:
El derecho a un proceso con todas las garantías (art. 34 Cn.);
Conocer sobre la acusación que se formula contra él (art. 34.4 Cn.);
Una adecuada intervención en el proceso (art. 34.4 Cn.);
A ser defendido por un abogado y comunicarse privadamente con él
(art. 34.4 y 34.5 Cn.);
A no declarar contra sí mismo, ni confesarse culpable (art. 34.7
Cn.);
A utilizar los medios de prueba pertinentes (art. 34.4 Cn.);
Derecho a que se cumplan los plazos establecidos y ser oído por
tribunal competente (art. 34.2 Cn.);
A ser asistido por intérprete. (Art. 34.6 Cn.)
4. Derecho a la defensa técnica

Cabe señalar que el derecho a la defensa se


divide en dos: defensa técnica o formal y
autodefensa o material (art. 4 CPP). La defensa
técnica es el derecho del imputado a ser asistido
por un abogado particular, defensor público o de
oficio (art. 4 CPP párrafo segundo), según
proceda, quien intervendrá desde el inicio del
proceso hasta que concluya el mismo, esta
intervención será igualmente garantizada en las
diligencias policiales pre-procesales; mientras que
la defensa material o autodefensa es el derecho
que tiene el imputado a intervenir de manera
directa y personal en el proceso.
5. Potestad cautelar

Toda medida cautelar tiene la finalidad de garantizar el


cumplimiento efectivo de la sentencia. El nuevo Código Procesal
Penal en la concordancia de los artículos 5, 166 y 168, todos,
curiosamente, en su párrafo in fine correspondiente, dispone que la
medida cautelar de privación de libertad tiene carácter restrictivo y
excepcional, y sólo procederá cuando las demás medidas no sean
suficientes para asegurar la eficacia del proceso, además expresa
qué, en ningún caso, las medidas cautelares podrán ser usadas
como medio para lograr la confesión del imputado o como sanción
penal anticipada.

Lo descrito por el nuevo Código es característico de un sistema


acusatorio, garantista de derechos fundamentales y compatibles
con las exigencias de un moderno Estado democrático de derecho.
6. Principio de única
persecución
Este principio es también conocido como ne bis in idem
que significa que nadie puede ser procesado
nuevamente por el delito del cual ya fue sobreseído,
condenado o absuelto mediante sentencia firme (34.10
Cn.); en consecuencia las sentencias dictadas en el
extranjero, serán reconocidas, siempre que estén
conforme a los tratados y convenios internacionales
suscritos y ratificados por Nicaragua. (art. 6 CPP)
Por lo tanto, el ne bis in idem proporciona al proceso
penal y a las resoluciones judiciales la certeza jurídica,
es por ello que una sentencia firme es de carácter
irrevocable. Este principio está ligado a la institución de
la cosa juzgada, siendo esta última el resultado de la
actividad jurisdiccional.
7. Finalidad del proceso penal

El artículo 7 del nuevo Código dispone que la


finalidad del proceso penal está determinada por
dos aspectos generales: primero, darle pronta
solución a los conflictos de naturaleza penal, y
segundo, restablecer la paz jurídica y la
convivencia social. Sin duda alguna, el objeto
principal del proceso es la pretensión penal, por
la cual se manifiesta la declaración de voluntad
dirigida contra el acusado, solicitada ante tribunal
competente, para que por medio de sentencia se
dé solución al conflicto que fue derivado de la
comisión de un hecho punible. (art. 7 CPP)
8. Principio de celeridad
procesal
La Constitución Política en su artículo 34, inciso
2 señala que todo procesado tiene derecho en
igualdad de condiciones: “A ser juzgado sin
dilaciones por tribunal competente establecido
por ley...”, mientras que el artículo 8, párrafo
segundo del nuevo Código dispone que: “ Toda
persona acusada en un proceso penal tiene
derecho a obtener una resolución en un plazo
razonable, sin formalismos que perturben sus
garantías constitucionales.”
9. Intervención de la víctima

Es en 1995, que la estructura jurídica nacional, urgida de


resguardar efectivamente los derechos fundamentales de la
víctima, es modificada mediante la reforma constitucional a través
de la Ley No.192. Por lo que constitucionalmente la protección a la
víctima quedó instituida en el artículo 34, párrafo in fine de la norma
superior, que expresa: “El ofendido será tenido como parte en los
juicios desde el inicio de los mismos y en todas sus instancias .”
(véase también art. 9 CPP)

Ahora bien, desde el punto de vista procesal, las víctimas tienen el


derecho a ejercer la acción penal pública con o sin participación del
órgano acusador por excelencia, rompiendo el monopolio de la
acción por parte del Ministerio Público. Asimismo, el nuevo Código
establece que serán víctimas u ofendidos: las personas
directamente agraviadas por el delito y las personas (naturales o
jurídicas) que sean afectadas de manera indirecta por delitos de
acción pública (art. 51 y 109.
10. Principio acusatorio
A diferencia del inquisitivo, el principio acusatorio enmarcado en el
artículo 10 del nuevo Código Procesal Penal, contiene como primer
aspecto una separación de funciones entre el órgano que acusa y
el que decide, estableciendo una sana distribución de roles en la
realización del enjuiciamiento del objeto procesal penal. Por lo que
le corresponde al Ministerio Público, al acusador particular o al
querellante, según sea el caso, echar a andar la maquinaria
punitiva del Estado mediante la presentación de la acusación;
mientras que, será atribución única y exclusiva de los tribunales de
justicia: juzgar y ejecutar lo juzgado, en consecuencia, ningún juez
podrá investigar, perseguir ni acusar una infracción penal.
Como podemos observar, el principio acusatorio le prohíbe al
órgano decisor practicar las funciones que le corresponden a la
parte acusadora, garantizando de esta manera un juicio imparcial.
Asimismo, todo lo que se discuta en juicio oral y público, deberá
estar estrictamente apegado a los hechos históricos que han
servido de base para la acusación. (art. 281 CPP)
11. Juez natural
Nuestra Constitución Política la refleja en el artículo 34, numeral 2,
donde expresa que todo procesado tiene derecho: “ A ser juzgado...,
por tribunal competente establecido por ley. No hay fuero atractivo.
Nadie puede ser sustraído de su juez competente ni llevado a
jurisdicción de excepción”

Conforme a lo anterior, es perceptible determinar que la prohibición


que presenta la Carta Magna patria está destinada al
aseguramiento de la imparcialidad e independencia de los
tribunales de justicia, evitando la creación de tribunales ad hoc para
un caso en particular o para una persona a juzgar. Por lo tanto, se
ha asegurado la imposibilidad de manipular el tribunal competente
para el enjuiciamiento, teniendo clara la regla que determina que el
único tribunal competente para conocer sobre un hecho ilícito, es
aquél investido, como tal, por la ley vigente al momento que se
cometió el delito. (art. 11CPP)
12. Jurado

La institución de jurado puede definirse como el grupo de personas


que conforman un tribunal popular con el fin de conocer ciertos
hechos ocurridos y decidir sobre la culpabilidad o no del o los
acusados, basando su decisión en la intima convicción.

Nicaragua, desde el siglo pasado, es el único país centroamericano


con tradición de juicio por jurados. La participación ciudadana, de
carácter constitucional, en el sistema de justicia nacional es
sinónimo de Estado de Derecho moderno, tal como lo refleja el
artículo 34, numeral 3 y artículo 51 párrafo segundo, ambos de la
Constitución Política. Sin reparo alguno a la duda, la participación
de la que hablamos se entrelaza con el aforismo de que todo el
poder deviene del pueblo, típico de la democracia contemporánea.
12. Jurado

El nuevo Código dispone, en su artículo 12, el derecho a ser


sometido a juicio por jurados como también el deber de la
ciudadanía a participar en el, con carácter de funcionarios públicos
no permanentes. La intervención de la que hablamos, podría
decirse, simboliza no de manera estadística sino política, la opinión
popular. En síntesis, el jurado es la expresión de la población en la
búsqueda de la justicia, disminuyéndose así la distancia entre el
Estado y la sociedad, y aminorando ese sentimiento ciudadano de
que el poder le es ajeno a ellos, fortaleciendo el sentido de
responsabilidad ciudadana y patriotismo.
Como hemos visto el nuevo ordenamiento adjetivo materializa los
derechos fundamentales existentes en la Constitución Política y
determina todo un procedimiento de selección e integración de
jurados respetuoso de los principios que lo rigen, entre ellos el de
legalidad, publicidad (art. 294) e igualdad (art. 296).
13. Principio de oralidad

El principio de oralidad dispone, generalmente, que los actos


procesales tienen que realizarse de viva voz, en audiencia, ante el
órgano decisor competente, siendo de importante fundamento
procesal lo efectuado verbalmente. En consecuencia, a la hora de
emitir un fallo o veredicto, el juez o jurado, deberá tomar, como
medio de prueba válido, únicamente lo proferido de manera oral
durante el juicio.

Cabe anotar que la oralidad conlleva a que la fase del debate o


juicio oral se realice de manera más dinámica, obligando la
inmediación de las partes con el juez, dando como resultado
abogados y jueces más profesionales al momento de argumentar,
refutar, exponer, deducir, resumir y concluir frente de los demás
sujetos procesales, el público y medios de comunicación.
14. Principio de oportunidad
El tráfico desbordante de denuncias dentro de los
sistemas penales en nuestros países, ha dado como
resultado un colapso del mismo, generando espacios
para la corrupción, impunidad y delitos de alto impacto
social.

Es por ello que varios países latinoamericanos han


instituido dentro de sus sistemas el principio de
oportunidad en el ejercicio de la acción penal. A través de
este principio se le concede al Ministerio Público la
facultad de disponer del ejercicio de la acción penal, con
el debido control jurisdiccional de legalidad, es decir del
juez.
14. Principio de oportunidad

El Ministerio Público está facultado para resolver


conflictos penales de una manera distinta a la sanción
penal. “El principio de oportunidad se puede aplicar en
los hechos que no pongan en peligro la paz, tranquilidad
y seguridad ciudadana y cuya afectación sea más
privada que social.”

Una de las ventajas de aplicar el principio de


oportunidad es que trae como consecuencia una
economía procesal, ya que implica menor gasto en
tiempo, dinero, recursos materiales y humanos.
14. Principio de oportunidad

El art. 55 del Código Procesal Penal detalla las distintas


manifestaciones del principio de oportunidad, que son de manera
taxativas las siguientes:
La mediación;
La prescindencia de la acción;
El acuerdo, y;
La suspensión condicional de la persecución.
Estas cuatro manifestaciones del principio de oportunidad procuran
resolver los conflictos de menor lesividad social, para que de esa
forma el aparato represivo otorgue prioridad a los delitos de mayor
impacto social. Es por ello, que el principio de oportunidad no podrá
aplicarse cuando se trate de delitos contra el Estado o cometidos
en ocasión del ejercicio de sus funciones por funcionarios
nombrados por el Presidente de la República o la Asamblea
Nacional o por los que hayan sido electos popularmente o sean
funcionarios de confianza. (art. 55 CPP segundo párrafo)
15. Libertad probatoria y licitud
de la prueba
Con la reforma procesal penal el sistema de
valoración establecido en el antiguo Código de
Instrucción Criminal, de prueba legal o tasada, ha
sido, acertadamente, desplazado en el nuevo
Código Procesal Penal por el de la libre
valoración de la prueba, en virtud de ser una
opción menos formalista y el que más se ajusta al
juicio oral. La libertad probatoria o libre valoración
dispone que la prueba deberá ser valorada
conforme el criterio racional, es decir, que la
valoración se ha de realizar con arreglo a las
normas de la lógica, la ciencia y la experiencia.
(art. 15 in fine)
15. Libertad probatoria y licitud
de la prueba
El principio de libertad probatoria enuncia que en el proceso penal
todo objeto de prueba puede ser probado y por cualquier medio. La
excepción al principio se rige por la licitud del medio empleado, es
decir, podrá introducirse al debate como prueba todo elemento que
arroje indicios de la ocurrencia del hecho objeto a probar, siempre y
cuando el medio empleado para obtener dicha prueba no
transgreda los parámetros procesales establecidos por la
Constitución y el Código. Como puede advertirse, el principio de
libertad y legalidad de la prueba están estrechamente relacionados
en la justa realización de los fines del proceso.
Para que los elementos de prueba sean legales, estos deben haber
sido obtenidos lícitamente, ya sea de manera directa o indirecta, sin
violación alguna a las garantías constitucionales y, para que
constituyan medios de prueba, deberán ser reproducidos en la
audiencia de juicio oral, claro, con la excepción de la introducción,
en audiencia, de la prueba anticipada o preconstituida. (art. 13
párrafo segundo y art. 202, ambos del CPP)
15. Libertad probatoria y licitud de
la prueba
Cuando hablamos de la licitud de la prueba obtenida de manera directa,
nos referimos a que todo elemento de convicción deberá ser adquirido, por
la Policía Nacional, con apego a las garantías fundamentales y procesales,
veamos un ejemplo: para poder obtener determinado objeto o sustancia
que se encuentra en domicilio conocido, la unidad policial de investigación
deberá contar con la debida resolución judicial que autoriza el allanamiento
y registro de morada.

Ahora bien, en el mismo sentido de la obtención directa de la prueba, la


forma indirecta se diferencia en tanto, el órgano investigador consigue un
resultado legítimo –la obtención del objeto, sustancia o persona– pero a
consecuencia de la realización de un acto anterior ilegítimo, veamos un
ejemplo: las sustancias prohibidas encontradas en el equipaje de una
persona durante el registro en aduana, cuando el conocimiento de que en
dicho equipaje se encontraban las sustancias ha sido obtenido como
consecuencia de una intervención telefónica practicada sin la debida
autorización judicial.
16. Derecho a recurso
El derecho al recurso puede decirse que está virtualmente
recogido dentro del principio a la tutela judicial efectiva del
artículo 160 de la Constitución Política. Para el profesor Antonio
Mª. Lorca Navarrete, el recurso es: “un medio de impugnación
que corresponde a la parte en el proceso penal..., mediante el
cual solicita la remoción o modificación de una desventaja para
ella, surgida de una resolución judicial dictada por el Juez o
Tribunal”

La garantía del derecho al recurso debemos concebirla como el


derecho a utilizar los recursos establecidos en la nueva
legislación procesal penal, conteniendo ésta, el principio de
taxatividad (art. 361CPP), por lo que sólo serán recurribles, las
resoluciones judiciales por los medios y en los casos
establecidos por el Código.
16. Derecho a recurso

La víctima u ofendido tiene el derecho al recurso, en tanto que,


tiene la titularidad de la acción penal (art. 51CPP), es decir, tiene el
derecho del ejercicio de la acción penal, por lo que comprende no
sólo el acceso a la jurisdicción, sino también el acceso a los
recursos para poder lograr una tutela judicial efectiva. En
concordancia con lo anterior, la Constitución Política garantiza que
todo ofendido deberá ser tenido como parte desde el inicio de los
juicios y en todas sus instancias. (Art. 34Cn. In fine)

Ahora bien, para el acusado, el derecho de acceso al recurso tiene


su fundamento en dos tratados sobre derechos humanos, los
cuales fueron la consecuencia lógica al exceso del poder penal
Estatal y a la necesaria protección del individuo contra esos
excesos arbitrarios de poder, de siglo pasado, a continuación:
16. Derecho a recurso

1966Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


(entrada en vigor 1976)Art. 14.5“Toda persona declarada culpable
de un delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena
que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior,
conforme a lo prescrito por la ley.”1969Convención Americana
sobre Derecho Humanos (Pacto de San José)Art. 8.2.h“derecho
de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.”

Las disposiciones anteriores que en sí expresan lo mismo, con


diferencia de texto, han sido incorporadas en la Constitución
Política, la cual preceptúa esta garantía procesal del condenado al
enunciar que todo “procesado tiene derecho..., A recurrir ante un
tribunal superior a fin de que su caso sea revisado cuando hubiese
sido condenado por delito.” (Art. 34.9Cn.)

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