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LOS GRIEGOS

LOS GRIEGOS

CULTO A LA
COSMOGÉNESIS ANTROPOGÉNESIS
MUERTE
La religión
En los comienzos más remotos, en todas partes se creyó en un solo dios, podemos
admitir que también fuera así en los griegos.
Seguramente ellos tuvieron al principio una fe monoteísta, y, en su mente, este dios
único debió de ser el creador del mundo y del género humano, y lo adoraron y
honraron como a un padre.
Sólo poco a poco la fantasía de esos pueblos fue creando una pluralidad de dioses y
diosas, al sospechar la presencia de seres personales detrás de las enigmáticas
fuerzas de la Naturaleza y de la vida.
Dioses de la cultura griega
Según la Historia de la Cultura Griega desde los siglos VII-VIII a. C., los
doce dioses principales ganaron su puesto de triunfo, sin embargo, el
número e identidad de los dioses que vivían el Monte Olimpo (el
conocido como »Concilio de los dioses») es impreciso de acuerdo con la
tradición. Parece que su número era doce.
Dioses de la cultura griega
Los doce dioses principales, habitualmente llamados Olímpicos,
eran:
Zeus, Hera, Hefesto, Atenea, Apolo, Artemisa, Ares, Afrodita, Hestia,
Termes, Deméter y Poseidón. Zeus es el dios del cielo, en la mitología
griega, es el dios máximo del Olimpo.
Los dioses griegos viven como seres suprahumanos, pero de modo
completamente parecido al de los hombres, y se hallan jerarquizados
como en un Estado.
Origen del Universo
Sobre la creación
Aparece preexistente el Caos concebido como un abismo sin fondo, espacio
abierto sumido en la oscuridad donde andaban revueltos todos los
elementos:
El agua, la tierra, el fuego y el aire.
antes de que naciesen los Dioses
Nada tenía en él forma fija y durable, todo estaba en constante
movimiento con inevitables choques, los elementos congelados contra los
abrasadores, los húmedos contra los secos, los blandos contra los duros y
los pesados contra los ligeros.
El Caos era nada y algo, materia y antimateria al mismo tiempo.
LA CREACIÓN SEGÚN HESÍODO (Mito clásico)
Después del CAOS emergió GEA (la tierra) surgida de TÁRTARO,
tenebroso de las profundidades y EROS (El amor) elemento
primordial que no hay que confundir con Eros o Cupido, hijo de
Afrodita.
Del Caos por la acción de Eros surgieron EREBOS (las tinieblas), cuyos
dominios se extendían por debajo de Gea, y NYX (la oscuridad o la
noche). Erebos y Nyx originaron a ETER y HEMERA (el día) que
personificaron respectivamente la luz celeste y terrestre.
Con la luz, Gea cobró personalidad y comenzó a engendrar por si
sola. Es así como surgió URANO (El Cielo Estrellado). También
produjo las altas montañas.
Origen del Universo

Urano contempló a su madre desde las elevadas cumbres y derramó


una lluvia fértil sobre ella, naciendo así las hierbas, las flores y los
árboles con los animales que formaron como un cortejo para cada
planta.
La lluvia sobrante hizo que corrieran los ríos y al llenar de agua los
bajos se originaron los lagos y los mares, todos ellos deificados con
el nombre de Titanes: OCÉANO – CEO – CRÍO – HIPERIÓN – CRONOS;
y las Titánidas: TEMIS – REA – TETIS – TEA – MNEMOSINE – FEBE; de
ellos descendieron los demás dioses y hombres.
Origen del Universo

Además Urano y Gea crearon otros hijos de horrible aspecto: los tres
Cíclopes primitivos: ARGES – ASTÉROPES – BRONTES, quienes tenían
un sólo ojo redondo, eran inmortales y representaban
respectívamente el rayo, el relámpago y el trueno. Finalmente
engendraron a los Hecatónquiros o Centimanos, tres hermanos con
cincuenta cabezas y brazos cada uno que se llamaron: COTO –
BRIADERO – GIGES.
Origen del Universo

La noche engendró a TÁNATOS (La muerte), a HIPNO (El sueño) y a


otras divinidades como las HESPÉRIDES (Celosas guardianas del
atardecer cuando las tinieblas empiezan a ganar la batalla de la luz
diurna, fenómenos que se repite cada día), las MOIRAS (Defensoras
del orden cósmico, representadas con hilanderas que rigen con sus
hilos los destinos de la vida) y NÉMESIS (La justicia divina,
perseguidora de lo desmesurados y protectora del equilibrio)
Antropogénesis
Según Prometeo.
Por muchos años, el mundo estuvo poblado sólo por divinidades. Los
dioses, liderados por Zeus, decidieron crear seres para poblar la
tierra. Así, encargó a los hijos de Jápeto que dotaran de gracia y
fuerzas a las criaturas terrenales. Epimeteo dio a cada animal un
don, a unos la belleza, otros velocidad, algunos la corpulencia, etc.,
según su conveniencia.
Antropogénesis
Dio todos los dones a los animales, dejando por último al hombre,
que quedó desnudo, indefenso y desarmado.
Entonces,
Prometeo moldeó una figura de arcilla, a imagen y semejanza de los
dioses y Atenea, diosa de la sabiduría, sopló aliento de vida sobre la
figura. Prometeo robó el fuego al Olimpo, dotando a los humanos de
sabiduría, enseñándoles la supervivencia, las artes y las ciencias.
Antropogénesis
Zeus, ante esto, lleno de ira, arrojó rayos, relámpagos y centellas,
encadenando a Prometeo en el monte Cáucaso, en los límites del
universo, donde cada mañana un águila le come el hígado, que le
vuelve a crecer por la noche, para ser devorado nuevamente la
mañana siguiente. Treinta años más tarde, el gran Hércules liberó a
Prometeo de tal cruel castigo.
Antropogénesis
Por aquel momento, Hefesto, dios del fuego, modeló a la primera
mujer, que fue inicialmente de metal y al ser tan bella, Zeus resolvió
darle vida y cada uno de los dioses le agradeció dándole un don:
belleza, gracia, inteligencia, habilidad y persuasión.
Sin embargo, Hermes la dotó de astucia y falsedad, mientras que
Hera le dio curiosidad e inquietud, condenando a la mujer a no tener
paz ni un solo instante.
Antropogénesis
Se llamó Pandora y Zeus se la envió a Epimeteo como regalo, quien
hechizado por su belleza, decidió unirse a ella de inmediato. Como
regalo, Zeus le ofreció una caja adornada con piedras preciosas y
cubierta de oro, cerrada bajo llave con la promesa de no abrirla
nunca para poder vivir en paz. Así sucedió durante años, la pareja
fue feliz, ajenos de problemas, sin penas ni preocupaciones.
Permanecían siempre jóvenes, vivían de la tierra y no existía ningún
mal que los asechara.
Antropogénesis
Sin embargo, un día la curiosidad pudo más que ella y abrió la caja,
dando origen a todos los males de este mundo. La esperanza fue lo
último en salir en forma de pájaro, siendo el consuelo de la
humanidad que, a partir de ahora, estaría siempre condenada a
sufrir.
Otro mito del surgimiento del hombre
Otro de los mitos más conocidos es el de Deucalión y Pirra, los
“auctóctonos”, nacidos de la tierra, siendo los únicos que se salvaron
del Diluvio Universal. Cuando dicha tragedia terminó, ambos
desembarcaron del arca que habían construido por consejo de
Prometeo (padre de Deucalión) y Epimeteo.
En busca de compañeros, preguntaron al Oráculo de Delfos la forma
de obtenerlos. Su respuesta fue que arrojaran tras sí los huesos de
su madre (tierra). De las piedras arrojadas por Deucalión nacieron los
hombres y de las arrojadas por Pirra las mujeres.
Concepción antigua de la vida de ultratumba
El alma después de la muerte.
Al principio se hallaba extendida la creencia de que las almas de los
difuntos se quedaban cerca del cuerpo sepultado; por eso se
depositaba en la tumba multitud de objetos: vasijas conteniendo
manjares y bebidas, artículos de adorno, toda suerte de enseres
domésticos, armas y vestidos, con objeto de que el desaparecido no
echara en falta lo que tanto había apreciado en vida.
Cuanto más rico era el muerto, más cosas se encerraban en su
tumba. De las tumbas de los reyes proceden los llamados «tesoros»,
que nos dan preciosas informaciones sobre los objetos de uso y
adorno utilizados en épocas pretéritas.
Concepción antigua de la vida de ultratumba
Más tarde surgió la creencia de que las almas de los muertos no
habitaban en la tumba, sino reunidas en algún lugar situado muy
profundamente debajo de la Tierra. Ésta es la concepción que
encontramos en la poesía homérica.
La idea que en aquella época las gentes se hacían de la existencia después
de la muerte es lúgubre y triste; no podía ser de otro modo en una
religión basada en el goce de la vida terrena. En la muerte, las almas
pierden la conciencia y el recuerdo de los placeres de este mundo, y sólo
vuelven a adquirir noción de su anterior existencia gracias a la sangre
animal que se hace correr en el suelo en los sacrificios funerarios.
Concepción antigua de la vida de ultratumba
Según la concepción que se manifiesta en la poesía de Homero:
En las profundidades de la Tierra se encontraba el reino de los
muertos y, debajo de él, a tanta distancia como está el cielo de la
Tierra, el Tártaro, donde se hallan encarcelados los titanes.
Posteriormente se conocieron otros accesos al infierno, y se creyó
verlos en todas aquellas partes donde cimas vertiginosas parecen
conducir al seno de la Tierra.
Concepción antigua de la vida de ultratumba
En primer lugar, el alma del fenecido entraba en un recinto ocupado
por un prado donde crece el asfódelo, la flor de los muertos.
El infierno propiamente dicho es el Erebos, región de tinieblas
surcada por los ríos del mundo subterráneo.
El primero de éstos es el Aqueronte, que debe ser cruzado por las
almas al entrar en el infierno. Un barquero llamado Caronte, sentado
en una barca, es el encargado del pasaje, por el cual percibe, como
salario, un óbolo, que se ponía al afecto en la boca del difunto.
El otro río es el Corito, el río de las lamentaciones.
Concepción antigua de la vida de ultratumba
Sigue luego el Leteo, de cuyas aguas beben los muertos, perdiendo, al
hacerlo, el recuerdo de todos los sucesos de la existencia terrena,
principalmente las alegrías.
También fluían en el reino de las sombras el Piriflégeton, «el fuego
llameante», y la Estigia, «la odiada», por la cual juraban los dioses.
Caso de haber quebrantado su juramento, habrían debido pasar este
río, perdiendo así la inmortalidad. Era el juramento más terrible que
podían pronunciar.
En el Aqueronte monta la guardia el perro tricéfalo Cerbero, que
tiene la cola y una melena formadas por serpientes. Saluda a los que
entran meneando el rabo, pero jamás les permite salir.
Concepción antigua de la vida de ultratumba
Las almas de los muertos eran imaginadas como sombras sin cuerpo
que vagaban por los infiernos sin voz ni conciencia de las cosas,
llevando una existencia fantasmal, monótona y desprovista de todo
goce. Según otras tradiciones, están sujetas a las ocupaciones
ordinarias que tenían en la Tierra, conservan el rango que les
correspondió en el mundo y son capaces de sufrir castigos.
En las épocas más primitivas no se cree aún en una remuneración
por las acciones realizadas en vida. Esta creencia pertenece a
tiempos más recientes.
Referencias:
s.n. El mito de la vía láctea. Recuperado el 18 de julio de 2019, a partir de:
http://iesleopoldocano.centros.educa.jcyl.es/aula/archivos/repositorio/0/5/html/web/mito.html
s.n. Mitología griega. Mitos y leyendas. Recuperado el 18 de julio de 2019, a partir de:
https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/mitologia-griega/
s.n. Culto a los difuntos en la antigua Grecia. Animas mundi. Recuperado el 18 de julio de 2019, a
partir de: https://animasmundi.wordpress.com/2016/10/31/el-culto-a-los-difuntos-en-la-antigua-
grecia/

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