A través de los años y la historia del hombre sobre la Tierra, existen antecedentes contundentes del usos de materiales Pétreos (Piedras) para resguardarse de la intemperie y protegerse de amenazas. En otras eras, el hombre comenzó a utilizar la piedra para realizar distintos tipos de edificaciones y monumentos de distintas formas motivados por su resistencia, abundancia y misticismo. Cómo ejemplo tenemos; Las Pirámides de Giza en Egipto 2,700 a. C. Estas inmensas construcciones, se mantienen en pié hasta nuestros días. Por ésta razón es que muchas culturas utilizaron este material para la construcción de sus templos y edificios. Desde nuestros ancestros, hasta nuestros días se mantiene como uno de los más recurrentes en el ámbito de la construcción. Ahora bien, los materiales pétreos se mantienen como elementos fundamentales de la construcción. También han sido utilizados para los acabados estéticos y de protección. Incluso éstos pueden ser aplicados como acabados interiores. Naturales: Artificiales: Este acabado consiste en romper o partir la piedra, normalmente por un plano de debilidad usando cuña y mazo, introduciendo varios cinceles, o de forma mecánica con máquinas hidráulicas equipadas con cuñas o con una cizalla. El lajado es otro sistema de obtención de piedras con acabado natural, como el cizallado. La gran diferencia entre estos dos procesos es que el lajado se aplica a piedras con marcada foliación, es decir, con placas o lajas como, por ejemplo, pizarras, cuarcitas o areniscas. El proceso es tan sencillo como separar estas placas o lajas con la aplicación de cinceles anchos, cuñas o cuchillas hidráulicas en los planos esquistosos. Es uno de los métodos más tradicionales de tratamiento de superficies pétreas y consiste en golpear la piedra, previamente conformada, con un martillo bujarda, un mazo con cabeza de acero que contiene dientes piramidales. Este proceso puede ser manual o con martillos neumáticos, y según el tamaño y la cantidad de dientes del martillo, así como la fuerza y la cantidad de golpes, obtendremos un abujardado más fino o más grueso. Este tratamiento se puede realizar en todo tipo de piedras y es muy similar al abujardado, salvo que en lugar de usar un mazo para golpear y texturizar la piedra, en esta ocasión, se utiliza un chorro de arena proyectado por aire a presión. Este proceso solo se puede realizar en fábrica y se usa mayoritariamente en mármoles y granitos. Este tratamiento se puede aplicar sobre cualquier piedra previamente aplanada, aunque se usa especialmente en piedras de cantería no muy duras. El proceso suele ser manual, aunque también existen procesos automáticos para lograr este acabado, y consiste en hacer incisiones alargadas y paralelas (habitualmente a 45º) con una pica o puntero. Este es un proceso muy conocido en piedras de gran cohesión interna, como el mármol, el granito o el onix. El acabado brillante se logra pasando a la piedra unas máquinas con muelas abrasivas de menor grano a cada pasada. Este proceso causa que los poros queden minimizados, casi cerrados, lo que supone una mayor resistencia a agentes externos, pero una mayor resbaladicidad cuando se moja. El proceso de elaboración del apomazado es casi idéntico al del pulido. Al igual que en el anterior proceso, se utilizan máquinas, ya sean manuales o automáticas, que a lo largo de varias pasadas dejan la piedra plana y libre de marcas. También es una forma de destacar la textura y el color del material, pero sin llegar al nivel del pulido. Este acabado es exclusivo del granito y se debe realizar de forma posterior al serrado. Consiste en provocar un choque térmico mediante el uso de mecheros de oxiacetileno a más de 2.500º C, aplicando la llama con una inclinación de 45º respecto a la superficie de la piedra, lo que causa que se desprendan parte del grano. Es un tratamiento que se logra con el uso de discos y cepillos de diferentes granulometrías. Estos cepillados otorgan a la piedra una textura rugosa que imita un desgaste natural, dando la sensación de estar envejecida. Este método de terminación solo puede ser aplicado en piedras con superficies algo deleznables y poco compactas, como las areniscas blandas. El proceso consiste en frotar contra la superficie lijas o raspadores manuales, o utilizar máquinas abrasivas de cabeza rotatoria que eliminan las pequeñas imperfecciones y escalones que resultan del corte de la piedra. Tras haber realizado un corte natural a la piedra, se usan distintas herramientas manuales como cincel, puntero o escafilador para, a base de golpes certeros, ir fracturando la piedra, haciendo saltar lajas o esquirlas y permitiendo otorgar a la pieza el volumen deseado.