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Paul Verlaine

Por
Kiara Nicolle Huanio Flores
Familia

Padres Nicolas Verlaine


Élisa Verlaine
Cónyuge Mathilde Verlaine
Educación

Educado en Liceo Condorcet


Información profesional
Información personal
Ocupación Poeta
Nombre de
Paul Marie Verlaine Años activo
nacimiento desde 1858
Nacimiento 30 de marzo de 1844 Francia, Metz Movimientos Simbolismo, Decadentismo
Fallecimiento 8 de enero de 1896 (51 años) Francia, París Seudónimo Paul Verlaine
Causa de la Género
Neumonía Poesía lírica
muerte
Lugar de Cementerio de Batignolles (Francia) y Distinciones Prince des poètes
sepultura Cementerio de Batignolles (Francia)
Información criminal
Nacionalidad francés
Cargo(s)
Lengua materna Francés sodomía
criminal(es)
Religión SIGUIENTE
Iglesia católica
Fue un poeta francés, perteneciente al movimiento simbolista. De familia
perteneciente a la pequeña burguesía, su padre, como el de Arthur Rimbaud, era
capitán del ejército. Hizo sus estudios en París, y llegó a trabajar en el
ayuntamiento. Frecuentó los cafés y salones literarios parisinos, y en 1866
colaboró en el primer Parnaso contemporáneo publicando los Poemas
saturnianos, influenciados por Baudelaire, aunque ya anunciaban el «esfuerzo
hacia la Expresión, hacia la Sensación devuelta» (carta a Mallarmé el 22 de
noviembre de 1866), propósito que desarrollaría en sus mejores obras. En el año
1869, las Fiestas galantes, fantasías evocadoras del siglo XVIII de Watteau,
confirmaban esta orientación. En 1870, se casó con Mathilde Mauté, a quien
escribió La buena canción.
Al mes siguiente, la joven pareja empezó a vivir con los padres de Mathilde, fue
entonces cuando Arthur Rimbaud aparece en su vida y la cambia completamente.
Rimbaud se muda con ellos por invitación de Verlaine, el cual había descubierto el
genio precoz del adolescente. Al poco tiempo ambos se hacen amantes y,
después de que el comportamiento de Rimbaud escandalizara a los círculos
literarios parisienses, Verlaine deja a su mujer y se va con el joven poeta
a Londres. Durante este viaje, escribe una gran parte de la colección Romanzas
VOLVER
sin palabras.
"La independencia siempre fue
mi deseo, la dependencia
siempre fue mi destino“

Con Arthur
Rimbaud

Paul Verlaine hacia 1868.


Firma
ATRAS
La influencia de Verlaine fue grande entre
sus coetáneos y no hizo más que crecer
tras su fallecimiento, tanto en Francia como
en el resto del mundo. En castellano,
el modernismo no puede entenderse sin la
figura de Verlaine. La obra de algunos
grandes poetas del ámbito hispánico,
como Rubén Darío, Manuel Machado, José
Martí o Pablo Neruda son consecuencia
directa o indirecta de la del poeta francés.
Las dos primeras estrofas del poema
«Chanson d'automne» («Canción de otoño»)
fueron la contraseña elegida por los aliados en
la Segunda Guerra Mundial para dar la señal
a la resistencia francesa de que se iniciaba
el desembarco de Normandía:

 Les sanglots longs


 Des violons
 De l’automne
 Blessent mon cœur
 D’une langueur
 Monotone.
VOLVER
 Poemas saturnianos (1866)  Sensatez (1891)
 Los amigos (1867)  Canción para ellas (1891)
 Fiestas galantes (1869)  Liturgias íntimas (1892)
 La Buena canción (1870)  Elegías (1893)
 Romanzas sin palabras (1874)  Odas en su honor (1893)
 Sabiduría (1880)Antaño y hogaño (1884)  En los limbos (1894)
 Amor (1888)  Epigramas (1894)
 À Louis II de Bavière (1888)  Ca (1896)
 Paralelamente (1889)  Invectivas (1896)
 Dedicatorias (1890)  Biblio-sonetos (1913)
 Mujeres (1890)  Obras olvidadas (1926-1929)
 Hombres (1891)

Revisar sus poemas


Los poetas malditos (1884)
Louise Leclercq (1886)
Memorias de un viudo (1886)
Mis hospitales (1891)
Mis prisiones (1893)
Quince días en Holanda (1893)
Veintisiete biografías de poetas y literatos
Confesiones (1895)
Romanzas sin palabras
Carcelariamente
En julio de 1873 viaja con Rimbaud a Bruselas (Bélgica). El 10 de julio de
1873, Verlaine dispara dos veces sobre su joven amigo, que resulta herido
en una muñeca. El poeta es condenado por el juez Théodore t'Serstevens
a dos años de cárcel, que cumple, primero en Bruselas y, posteriormente
en el nuevo penal de Mons. Durante su estancia en la prisión (octubre de
1873 a enero de 1875) Verlaine elabora la base de un libro que no verá
nunca la luz (Carcelariamente). Su esposa obtiene la separación, tras un
proceso iniciado en 1871. En prisión se convirtió al catolicismo, en la
madrugada, escribió, de una «mística noche». De esta conversión data
probablemente el abandono de Carcelariamente y la idea de
En el café, fotografiado por Dornac. recopilar Sabiduría, que formará parte, con Antaño y hogaño (1884)
y Paralelamente (1888), de una gran antología.
Al salir de prisión, vuelve nuevamente a Inglaterra y después a Rethel,
donde ejerce como profesor. En 1883, publica en la revista Lutèce la
primera serie de los «poetas malditos» (Stéphane Mallarmé, Tristan
Corbière, Arthur Rimbaud), que contribuye a darlo a conocer. Junto con
Mallarmé, es tratado como maestro y precursor por los poetas simbolistas
y decadentistas. En 1884, publica Antaño y hogaño, que marca su vuelta a
la vanguardia literaria, aunque el libro estuviera compuesto
fundamentalmente por poemas anteriores a 1874.
SIGUIENTE
A partir de 1887, a medida que su fama
Llueve en mi corazón
crece, cae en la más negra de las
miserias. Sus producciones literarias como llueve en la ciudad;
de esos años son puramente ¿Qué es esta languidez
alimentarias. En esta época pasa el que penetra mi corazón?
tiempo entre el café y el hospital. En
¡Oh dulce ruido de la lluvia
sus últimos años fue elegido «Príncipe
de los Poetas» (en 1894) y se le otorga
por tierra y en los techos!
una pensión. Prematuramente Para un corazón que se aburre,
envejecido, muere en 1896 en París, a ATRAS ¡Oh el canto de la lluvia!
los 51 años. Al día siguiente de su
Llora sin razón
entierro, varios paseantes cuentan un
este corazón descorazonado.
hecho curioso: la estatua de la Poesía,
ubicada en la plaza de la Ópera, perdió ¡Qué! ¿ninguna traición?...
un brazo, que se rompió junto con la Este luto es sin razón.
lira que sujetaba, en el momento en Es bien la peor pena
que el coche fúnebre de Verlaine de no saber por qué
pasaba por allí: sin amor y sin odio
mi corazón tiene tanta pena.
Los que brindan serenatas
y las bellas que las escuchan
se dicen insípidos requiebros
bajo enramadas sonoras.

Tirsis y Aminta son ellas.


Ellos: Clitandro, el de siempre,
y Damis, el de los versos suaves
a las hermosas crueles.

Sus cortas blusas de seda,


sus largas faldas de cola,
su elegancia, su alegría
y sus lánguidas sombras azules

van girando en pleno éxtasis


de una luna rosa y parda.
Mientras, la mandolina susurra
entre temblores de brisa.
ATRÁS SIGUIENTE
VOLVER La sorprendí jugando con su gata,
AL MENU y contemplar causóme maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,


del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera


ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,

un sonoro reír cruzó el ambiente


del salón... y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

ATRÁS SIGUIENTE
VOLVER Soñé contigo esta noche:
AL MENU
Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas...
Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle,
llanura.
Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios... ¡Qué aliento y qué cintura!
Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela...
Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
ATRÁS SIGUIENTE
¡Exactamente la misma fiesta!
VOLVER
AL MENU Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron...
ATRÁS SIGUIENTE
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AL MENU

Sus piernas por toda montura,


Y es, en fin, que sus pupilas
Por todo bien el oro de sus miradas,
Ríe y llora – fastidioso-
Por el camino de las aventuras
El amor de las cosas eternas,
Marchan harapientos y huraños.
¡Viejos muertos y antiguos dioses!
El prudente, indignado, los arenga;
Id, pues, vagabundos sin tregua,
El tonto compadece a esos locos aventurados;
Errad, funestos y malditos,
Los niños les sacan la lengua
A lo largo de los abismos y de las playas
Y las chicas se burlan de ellos.
Bajo el ojo cerrado de los paraísos.
Sin más que odiosos y ridículos,
La naturaleza del mundo se aísla
Y maléficos, en efecto,
Para castigar como es preciso
Y tienen el aire, en el crepúsculo,
La orgullosa melancolía
De un mal sueño.
Que te hace marchar con la frente alta,
Y con sus agrias guitarras,
Y, vengando en ti la blasfemia
Crispando la mano de los liberados,
De inmensas esperanzas vehementes,
Canturrean unos aires extraños,
Hiere tu frente de anatema. SIGUIENTE
ATRÁS Nostálgicos y rebeldes
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AL MENU En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas
Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia
Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo
Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo
Y todos los días, ambas con languideces de asfódelos
Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda
De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles
Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles
Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres
Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría
Enfática como un trono de melodramas
Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras

ATRÁS SIGUIENTE
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AL MENU Cada concha incrustada
En la gruta donde nos amamos,
Tiene su particularidad.
Una tiene la púrpura de nuestras almas,
Hurtada a la sangre de nuestros corazones,
Cuando yo ardo y tú te inflamas;
Esa otra simula tus languideces
Y tu palidez cuando, cansada,
Me reprochas mis ojos burlones;
Esa de ahí imita la gracia
De tu oreja, y aquella otra
Tu rosada nuca, corta y gruesa;
Pero una, entre todas, es la que me turba.
ATRÁS SIGUIENTE
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AL MENU
Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron…
ATRÁS SIGUIENTE
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AL MENU Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
No quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
Tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
Las auras matinales cubrieron de rocío;
Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
El fugitivo instante que reposar ansío.
Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
Reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
Sonora con el ritmo de tus últimos besos.
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" Id, pues, vagabundos, sin tregua,


errad, funestos y malditos
a lo largo de los abismos y las playas
bajo el ojo cerrado de los paraísos.
(...)
Y nosotros que la derrota nos ha hecho, ay, sobrevivir,
los pies magullados, los ojos turbios, la cabeza pesada,
sangrantes, flojos, deshonrados, cansados,
vamos, penosamente ahogando un lamento sordo. "

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" Pon tu frente sobre mi frente y tu mano en


mi mano.
Y hazme los juramentos que romperás
mañana.
Y lloremos hasta que amanezca,
mi pequeña fogosa. "

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Tiernamente la joven mujer de cabello rojizo Su adorado cuerpo bello, armonioso


Conmovida ante tanta inocencia Perfumado, blanco como el blanco
Le dijo a la rubia muchacha Rosa, emblanquecido con pura leche, rosado
Estas palabras en suave voz Como un lirio bajo un cielo púrpura

"Savia que se eleva; flores que se abren Bellos los muslos, enhiestos los pechos
tu juventud es una glorieta Tu espalda, hombros, vientre, un banquete
permite a mis dedos vagar por la hierba Para los ojos y para las curiosas manos
donde se estremece el capullo de la rosa Para los labios y todos los sentidos

Déjame por entre el herbaje puro "Pequeña niña, deja ver si tu lecho
Beber las gotas del rocío tiene aún debajo de la roja cortina
Que humedece a la tierna rosa,.. la hermosa almohada que lleva
y las salvajes sábanas. Oh a tu lecho.
De modo que el placer, mi cariño
Avive tu rostro
Como el amanecer el azul del cielo
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Tengo a veces un sueño extraño y penetrante


de una mujer desconocida a la que amo y que me ama
y que no es, cada vez, en absoluto la misma

Porque ella me comprende, y mi corazón transparente


para ella sol, ¡ay! cesa de ser un problema
para ella sola, y los sudores de mi frente pálica
ella sola los sabe refrescar, llorando

¿Es morena, rubia o pelirroja?. Lo ignoro.


¿Su nombre? Recuerdo que es dulce y sonoro
como los de los amados que la Vida exilia

Su mirada es parecida a la mirada de las estatuas


y, en su voz, lejana, calma y grave, tiene
la inflexión de las voces queridas que se han matado
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En el balcón las amigas miraban ambas como


Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles
huían las golondrinas
flexibles
Una pálida sus cabellos negros como el
Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
azabache, la otra rubia
De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres
Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de
desgastado amarillo
Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría
Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo
Enfática como un trono de melodramas
Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las
Y todos los días, ambas con languideces de
sombras
asfódelos
Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna
suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la emoción
profunda
De la tarde y la felicidad triste de los corazones
fieles
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Una tenía quince años, la otra dieciséis


Y ambas dormían en la misma pequeña habitación
Esto sucedió una sofocante noche de Septiembre
Quebrantables asuntos! Ojiazules y con mejillas de
marfil

Para refrescar sus delicados cuerpos, se despojaron


De las exquisitas camisas perfumadas de ámbar
La más joven levantó sus manos inclinándose hacia atrás
Y su amiga, con sus manos en sus pechos, la besó.

Entonces bajó a sus rodillas, y, en un arrebato


Pegó a la pierna de la otra su mejilla, y su boca
Acarició el dorado oro entre las grises sombras

Y durante todo ese tiempo la mas joven contaba


Con sus queridos dedos los prometidos valses
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Y sonrojándose, inocentemente sonreía.
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Encantadora mía, ten dulzura, dulzura...


calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional;
la amante, a veces, debe tener una hora pura
y amarnos con un suave cariño fraternal.

Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa;


yo prefiero al espasmo de la hora violenta
el suspiro y la ingenua mirada luminosa
y una boca que me sepa besar aunque me mienta.

Dices que se desborda tu loco corazón


y que grita en tu sangre la más loca pasión;
deja que clarinee la fiera voluptuosa.

En mi pecho reclina tu cabeza galana;


júrame dulces cosas que olvidarás mañana
Y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa. SIGUIENTE
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Lucen vagamente las teclas del piano


a la luz del suave crepúsculo rosa,
y bajo los finos dedos de su mano

un aire de antaño canta y se querella


en la diminuta cámara suntuosa
en donde palpitan los perfumes de Ella.

Un plácido ensueño mi espíritu mece


mientras que el teclado sus notas desgrana;
¿por qué me acaricia, por qué me enternece

esa canción dulce, llorosa e incierta


que apaciblemente muere en la ventana
ATRÁS a las tibias auras del jardín abierta...? SIGUIENTE
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Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,


mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
en el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
las auras matinales cubrieron de rocío;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
el fugitivo instante que reposar ansío.
Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
sonora con el ritmo de tus últimos besos.

ATRÁS SIGUIENTE
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Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante


de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron…

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Tú crees en el ron del café, en los presagios,


y crees en el juego;
yo no creo más que en tus ojos azulados.
Tú crees en los cuentos de hadas, en los días
nefastos y en los sueños;
yo creo solamente en tus bellas mentiras.
Tú crees en un vago y quimérico Dios,
o en un santo especial,
y, para curar males, en alguna oración.
Mas yo creo en las horas azules y rosadas
que tú a mí me procuras
y en voluptuosidades de hermosas noches blancas.
Y tan profunda es mi fe
y tanto eres para mí,
que en todo lo que yo creo
ATRÁS sólo vivo para ti. SIGUIENTE
El hogar y la lámpara de resplandor pequeño;
la frente entre las manos en busca del ensueño;
y los ojos perdidos en los ojos amados;
la hora del té humeante y los libros cerrados;
el dulzor de sentir fenecer la velada,
la adorable fatiga y la espera adorada
de la sombra nupcial y el ensueño amoroso.
¡Oh! ¡Todo esto, mi ensueño lo ha perseguido
ansioso,
sin descanso, a través de mil demoras vanas,
impaciente de meses, furioso de semanas!

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