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¿Qué es la conducta?

Antes de intentar responder, tengamos en cuenta lo siguiente:


1. Niño con conducta retraída: un grupo de alumnos de guardería
está en el recreo . Mientras la mayor parte está jugando, un
niño está sentado solo, sin hacer ningún esfuerzo por unirse a
la diversión. Un profesor intenta afanosamente, como ya ha
hecho otras muchas veces, convencerle para que juegue con
los demás , pero el pequeño persiste en mantenerse aislado
de los compañeros.
Lentitud: María es una niña de 7 años con
una coordinación viso-motora muy
limitada que asiste a un colegio para
escolares con trastornos del desarrollo.
Aunque es capaz de quitarse el abrigo y
las botas y ponerlas en su sitio, cada
mañana tarda tanto en hacerlo, que ha
llegado incluso a pasar más de una hora
en el vestuario. Sus profesores temen que
esta lentitud interfiera con el desarrollo
de su autonomía y la confianza en si
misma. No obstante no saben que hacer
ante esta situación ya que sus intentos no
consiguen que María se mueva más
rápidamente
Un examen de cerca
muestra que cada uno de
estos ejemplos incluye
algún tipo de
comportamiento humano.
En conjunto ilustran el
rango de los problemas
con que los especialistas
en modificación de
conducta están
preparados para lidiar.
¿QUÉ ES LA CONDUCTA?
Antes de hablar sobre modificación debemos
preguntarnos qué entendemos por conducta. Algunos
sinónimos frecuentes incluyen: actividad, acción,
actuación, respuesta y reacción. Esencialmente, la
conducta es algo que una persona hace o dice.
Técnicamente, la conducta es cualquier actividad
muscular, glandular o eléctrica de un organismo. ¿El color
de los ojos de alguien es conducta? ¿Es parpadear
conducta?. La ropa que lleva alguien, ¿es conducta? ¿Es
vestirse conducta?. Si respondió que no a la primera y a la
tercera pregunta, y que sí a la segunda y a la cuarta,
entonces estamos de acuerdo. Uno de los objetivos de
esta exposición es animarle a pensar y a hablar sobre la
conducta con propiedad.
Y conseguir un sobresaliente
en la asignatura de
Modificación de Conducta , o
perder cinco kilos, ¿son
conductas? No, eso son
resultados de la conducta. El
comportamiento que produce
un sobresaliente es estudiar de
manera efectiva. Las conductas
que llevan a perder peso son
evitar comer demasiado y
hacer más ejercicio.
Cambiar, hablar en voz alta, lanzar
una pelota, gritarle a alguien son
conductas manifiestas (visibles) que
podrían ser observadas y recordadas
por otras personas además de quien
las lleva a cabo. Tal y como veremos
más adelante, el término «conducta»
hace referencia igualmente a procesos
«encubiertos» (privados, internos), que
no pueden observarse directamente.
No obstante, mantenemos y
explicaremos que todo el
comportamiento es potencialmente
observable.
En cualquier caso, la conducta
encubierta o privada no se refiere a
comportamientos llevados a cabo en
privado, como desvestirse en el
dormitorio. Tampoco se aplica a
actividades «secretas», como copiar en
un examen, sino que más bien describe
las actividades que tienen lugar «bajo
la piel» y que por tanto precisan de la
aplicación de instrumentos especiales
de evaluación.
Por ejemplo, justo antes de
saltar a la pista de hielo, una
patinadora podría pensar
«espero no caerme», a la vez
que probablemente se siente
nerviosa (ritmo cardiaco
acelerado, etc.) pensar y
sentir son conductas
privadas. Tanto las conductas
manifiestas como las
encubiertas pueden alterarse
mediante las técnicas de
modificación de conductas.
A veces pensamos en palabras, mediante el habla
privada, como en el ejemplo de la patinadora del
párrafo anterior, y otras veces lo hacemos con
imágenes. Si ahora mismo nos pidieran que
imaginemos un cielo azul y con un par de nubes
blancas y esponjosas, seguro que podríamos hacerlo.
Imaginar y el habla privada, son conductas no
manifiestas, también denominadas conductas cognitivas
o encubiertas.
Las características de la conducta que se
pueden medir son las dimensiones del
comportamiento. La duración de la conducta
es el tiempo que persiste (por ejemplo María
estudió una hora). La frecuencia de una
conducta es el número de veces que tiene
lugar en un periodo de tiempo determinado
(por ejemplo Francisco plantó cinco tomateras
en 30 minutos) la intensidad o fuerza de una
conducta se refiere al esfuerzo físico o a la
energía empelada para llevarla a cabo (por
ejemplo María aplaude muy fuerte)
Aunque hemos aprendido a
hablar del comportamiento de
varias maneras, solemos
hacerlo en términos muy
generales. Palabras como
«honesto», «despreocupados»,
«trabajador», «fiable»,
«independientes», «egoístas»,
incompetentes», «amable»,
«graciosa», «insociable», y
«nervioso» son etiquetas
generales para las acciones
humanas, pero no se refieren a
comportamientos concretos.
Si por ejemplo, tuviéramos
que describir a una persona
como nerviosa, es probable
que nuestros interlocutores
supieran a qué nos referimos,
aunque no podrían especificar
si señalamos la tendencia a
morderse las uñas a menudo,
a sus movimientos de piernas
cuando está sentada, al tic del
ojo izquierdo cuando habla
con alguien que le atrae
sexualmente, o a cualquier
otra peculiaridad
Los terapeutas tradicionales suelen
usar términos como inteligencia,
actitudes y creatividad, pero los
modificadores de conducta tratan de
expresarse con más predicción. ¿A
qué nos referimos cuando decimos
que una persona es inteligente? Para
muchos, la inteligencia es algo con lo
que se nace, una especie de «fuerza
mental heredada» o capacidad innata
de aprendizaje. Pero nunca
observamos o medimos directamente
algo así.
En una prueba de inteligencia, por
ejemplo, simplemente evaluamos la
conducta de las personas, es decir, sus
respuestas a las preguntas planteadas.
El término inteligente se aplica sobre
todo como adjetivo (p. ej, «es un
conferenciante inteligente», «su
discurso es inteligente») o como
adverbio («ella escribe (de manera
inteligente) inteligentemente»), y
describe el comportamiento en
circunstancias como superar un
examen, pero no es una etiqueta de
«algo».
Quizá la persona de quien decimos que
es inteligente resuelve fácilmente
problemas que para otros resultan muy
complicados, rinde bien en los estudios,
lee muchos libros, habla con
conocimiento sobre temas diversos o
puntúa muy alto en pruebas inteligencia.
Dependiendo de quién emplee la
palabra, inteligencia puede significar una
o varias de las acepciones mencionadas,
pero siempre se referirá a formas de
comportamiento.
¿Qué pasa con una actitud? Supongamos que la profesora de Juan, Srta. Rosa
informa de que el alumno tiene mala actitud en clase. ¡A qué se refiere el
comentario de la Srta. Rosa? Quizá a que Juan se salta las clases con frecuencia
y cuando va, no hace las tareas e insulta a los profesores. Sea cual sea el
referente de «la mala actitud» de Juan, está claro que es su comportamiento lo
que preocupa a la maestra.
La creatividad también
describe tipos de
comportamientos que
alguien lleva a cabo bajo
determinadas
condiciones. (Véase Marr,
2003). La persona
creativa manifiesta
conductas que son
novedosas o inusuales y
que, a la vez tienen
efectos deseables.
Otros términos psicológicos, como trastornos del desarrollo, dificultades de
aprendizaje o autismo, también son etiquetas que se aplican a manifestaciones
concretas de comportamiento y que no se refieren a anormalidades mentales
invisibles. ¿Cómo deciden los psicólogos y otros terapeutas que alguien padece
un trastorno del desarrollo?. Basan su juicio ante todo en la observación del
comportamiento previsto para una edad determinada y si la persona:
- No sabe atar los pasadores
- No sabe ir sola al servicio
- Sólo come con los dedos o con una cuchara responde en las pruebas
psicológicas de forma que su evaluación arroja un cociente Intelectual (CI) igual o
inferior a 75.
- ¿Cómo deciden los especialistas que una niña en edad escolar tiene dificultades
de aprendizaje? Se basan en la observación de determinadas conductas como:
Prestar atención a una tarea sólo durante unos minutos o segundos
(habitualmente conocida como capacidad atencional limitada):
Mirar fijamente un detalle varios minutos (típicamente denominado
perseveración)
Moverse de un sitio a otro, de una tarea a la siguiente (por lo general etiquetado
como hiperactividad)
confundir palabras al hablar, como por ejemplo lengua por labio (denominados
trastornos del habla).
Invertir palabras o letras al leer. «b» (denominados trastornos de lectura o
dislexia).
¿Cómo diagnostican los especialistas un trastorno autista? Toman esta decisión
sobre la base de determinadas cuando, por ejemplo, observan que un niño:
- Imita con frecuencia las preguntas en lugar de responder con una frase
apropiada (es decir evidencia trastornos de la comunicación).
- No responde cuando lo llaman o se aleja que lo llama (denominado trastorno en
la intervención social).
- Lleva acabo conductas auto- estimulatorias, como balancearse, girar objetos con
los dedos, aletear las manos delante de los ojos.
- Rinde muy por debajo de la medida en varias tareas de cuidado personal, como
vestirse, arreglarse o comer.
Otras etiquetas generales usadas frecuentemente para referirse a problemas
psicológicos incluyen trastorno de hiperactividad con déficit de atención,
ansiedad, depresión, baja autoestima, conducción temeraria, dificultades en las
relaciones interpersonales, y difusión sexual. ¿Por qué se emplean tanto estos
términos generales o etiquetas en Psicología y en la vida cotidiana.
Primero porque son útiles para proporcionar
información general rápida sobre como es
probable que se comporte la persona etiquetada;
por ejemplo, un niño de diez años que ha sido
«etiquetado con un trastorno severo del desarrollo
no sabe leer ni siquiera como os escolares de
primer curso. Segundo, las etiquetas implican que
un determinado programa de tratamiento
ayudaría a paliar el problema: por ejemplo , quien
suele sufrir ataques de ira debería asistir a
programas de control de la ira; al igual que las
personas poco asertivas se beneficiarían de un
curso de entrenamiento en asertividad.
No obstante el uso de etiquetas también sus
inconvenientes, ya que funcionan como pseudo-
explicaciones de la conducta. Por ejemplo, un
niño que invierte las palabras al leer podría ser
etiquetado como disléxico. Si preguntamos por
qué invierte las palabras y nos responden:
«porque es disléxico», la etiqueta se esgrime
como pseudo-explicación del comportamiento, lo
cual no conduce más que a un razonamiento
circular.
Una segunda desventaja es que las etiquetas afectan
negativamente al trato que recibe esa persona. Los
profesores, por ejemplo, tienden a alentar menos a resolver
problemas a los alumnos etiquetados como maltratados
sexualmente o con retraso mental. (Bromfield y Weiss,
1988; Bromfield, Weisz y Messer, 1986). Otra desventajas
de estas etiquetas es que podría centrar nuestra atención
en los problemas de la persona, más que en sus puntos
fuertes. Supongamos que un adolescente no hace nunca su
cama, pero siempre corta el césped y saca los contenedores
de basura a la calle los días que hay recogida. Si sus padres
la describen como una chica «vaga» están etiquetándola de
manera que la atención se centra exclusivamente sobre un
problema sin elogiar los comportamientos positivos.
En esta exposición hacemos hincapié en
la importancia de definir todos los tipos
de problema en términos de déficit
conductuales (muy poca cantidad de un
comportamiento concreto) o de excesos
conductuales (demasía de una
conducta). Lo hacemos así por varias
razones. Primero, queremos contribuir a
evitar los malentendidos generados por
el abuso de etiquetas generales poco
precisas, como acabamos de exponer.
Segundo, por encima de las etiquetas
asignadas, lo que importa es la conducta
y su tratamiento para aliviar el problema.
Si padres y madres solicitan apoyo profesional,
es porque ven y oyen comportamientos
inadecuados en sus hijos; al igual que son
estas manifestaciones inapropiadas las que
llevan a los profesores a buscar consejo para
sus alumnos. Algunos comportamientos hacen
que los gobiernos establezcan instituciones,
clínicas, centros de tratamiento comunitario o
programas especiales.
Y en el plano individual, algunas de
nuestras actuaciones nos llevan a acudir a
programas de auto-ayuda o superación
personal. Tercero, en la actualidad existen
procedimientos especiales aplicables en
ámbitos académicos, laborales o del hogar,
y de hecho, prácticamente en cualquier
entorno susceptible de favorecer
conductas deseables. El conjunto de estas
técnicas constituye la modificación de
conducta.
¿Qué es la modificación de conducta?
Las características más importante de la modificación
de conducta es su énfasis en definir los problemas en
términos de comportamiento que pueden estimarse
objetivamente, y en tomar los cambios en las
evaluaciones del comportamiento como el mejor
indicador del grado de solución del problema alcanzado.
Otra característica de la modificación de conducta es
que los procedimientos y técnicas consisten en
mecanismos para alertar el entorno de un individuo y así
ayudarle a funcionar más adecuadamente.
El término entorno hace
referencia a las personas, los
objetos y sucesos presentes
en el contexto más cercano de
alguien, que pueden afectar a
sus receptores sensoriales y
alterar su comportamiento.
Las personas, objetos y
situaciones que componen el
entorno se denominan
estímulos.
Por ejemplo, la profesora, la pizarra, otros estudiantes y el mobiliario de una
clase son todos potenciales estímulos en el entorno de un escolar. La propia
conducta de una persona puede ser también parte del entorno que influye su
comportamiento. Al dar un derechazo en tenis por ejemplo, tanto la visión de la
pelota acercándose, como la conducta de llevar la raqueta hacia atrás
proporcionan estímulos.
Lo que los terapeutas dicen a sus clientes
también es parte del entorno, pero la
modificación de conducta es algo más que
psicoterapia verbal (como el psicoanálisis o la
terapia centrad en el cliente). Aunque tanto los
modificadores de conducta como los terapeutas
«verbales» hablan con sus clientes, sus
enfoques terapéuticos difieren en variaos
aspectos importantes.
Una diferencia radica en que los modificadores
conductuales suelen implicarse activamente en
reestructurar el entorno cotidiano de los clientes para
fortalecer las conductas apropiadas, más que invertir
el tiempo en hablar de las experiencias pasadas de
los mismos. Mientras el conocimiento de estas
experiencias proporciona, en parte, información útil
para diseñar el programa de tratamiento, el
conocimiento de las variables contextuales actuales
que controlan el rendimiento es más útil para perfilar
una intervención eficaz.
Otra diferencia consiste en que los modificadores de
conducta suelen «poner deberes» a sus clientes para hacer
en casa, lo cual involucra incluso la readaptación del
entorno cotidiano con fines terapéuticos.
Una tercera característica de la modificación de conducta es
que sus métodos y fundamentos pueden ser descritos con
precisión. Esto permite que los profesionales pueden leer
descripciones de los procedimientos empleados por sus
colegas, y replicarlos para conseguir esencialmente los
mismos resultados. Lo cual facilita la enseñanza de las
técnicas de intención más que en el caso de otras terapias
psicológicas.
Como consecuencia de esta tercera
característica, un cuarto rasgo es que las
personas pueden aplicar las técnicas de
modificación de conducta en su vida
cotidiana. Los profesionales formados en
este ámbito y materias afines utilizan la
modificación en conducta para ayudar a
otros, la descripción precisa de las
técnicas hace posible que padres y
madres, profesores, entrenadores y otros,
puedan emplearlas para mejorar
diversas situaciones cotidianas.
Una quinta característica es que, en
gran medida, las técnicas
conductuales provienen de la
investigación básica y aplicada de
las ciencias del aprendizaje en
general y de los principios del
condicionamiento operante y
pavloviano en particular.
Dos características finales que hay que
resaltar son que la modificación de
conducta subraya la importancia de
demostrar científicamente que una
intervención particular es responsable de
un cambio en la conducta, y valorar la
responsabilidad de todos los participantes
que intervienen en los programas: cliente,
plantilla, administradores, asesores, etc.
Por todo ello, la modificación de conducta implica la aplicación sistemática de los
principios y las técnicas de aprendizaje para evaluar y mejorar los
comportamientos encubiertos y manifiestos de las personas y facilitar así un
funcionamiento favorable.
La característica más importante de la
modificación de conducta es su utilización de
medidas objetivas para juzgar si el
comportamiento de los clientes ha mejorado
tras la intervención. Los comportamientos que
quiere alcanzar el tratamiento conductual se
denominan conductas objetivo.

La evaluación conductual implica la recogida y


el análisis de datos e información para: (a )
identificar y describir los objetivos, (b)
identificar posibles causas de la conducta, (c )
guiar la selección de un tratamiento apropiado
y (d ) evaluar el resultado de la intervención.
Un tipo de evaluación conductual
especialmente importante es el análisis
funcional. Esencialmente, este enfoque
implica aislar, a través de la
experimentación, las causas de la
conducta problemática y hacerlas
desaparecer o invertirlas. Paralelamente
al crecimiento del interés por la
modificación de conducta en las últimas
cuatro décadas, lo ha hecho la demanda
de guías para llevar acabo evaluaciones
conductuales.
MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Y
TÉRMINOS RELACIONADOS
El análisis aplicado suele centrarse sobre
conductas manifiestas con relevancia
social (por ejemplo: tirar basuras ,
educación cívica, habilidades de padres y
madres) o importancia clínica (control de
la ira cuidado de los mayores), y hace
hincapié sobre los principios de
aprendizaje, por lo general del
condicionamiento operante.
El término terapia de conducta suele hacer referencia a las técnicas de
modificación aplicadas habitualmente a comportamientos
disfuncionales. El término modificación de conducta abarca tanto la
terapia conductual como el análisis aplicado de la conducta.

la modificación de conducta incluye todas las aplicaciones explícitas de


los principios del aprendizaje para mejorar las conductas encubiertas y
manifiestas de los individuos, tanto si residen en instalaciones clínicas
o no, como si las variables que controlan la conducta han sido
demostradas explícitamente o no. Los términos relacionados que
encontrará incluyen los de modificadores de conducta , análisis del
comportamiento, terapeutas, conductuales, ingenieros
comportamentales, moduladores o mediadores del rendimiento.
Es decir, términos que denominan a
quienes aplican deliberadamente los
principios conductuales para mejorar
las actuaciones, ya sean profesores,
padres, madres, cónyuges
compañeros de clase o de piso,
supervisores, colegas, psicólogos,
trabajadores sociales o la propia
persona cuya conducta está siendo
modificada.
ALGUNAS CREENCIAS ERRÓNEAS SOBRE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
Lamentablemente , como existen gran cantidad de mitos o creencias erróneas sobre
este tema, parte de lo que ha escuchado es probablemente falso. Veamos los
siguientes ejemplos.

Mito 1: El uso de recompensas por parte de los modificadores de conducta para


alterar el comportamiento constituye un chantaje.
Mito 2: la modificación de conducta implica el uso de drogas, cirugía y terapia electro
convulsiva.
Mito 3: La modificación de conducta sólo cambia síntomas, no trata los problemas
subyacentes.
Mito 4: La modificación de conducta se dirige al tratamiento de problemas simples,
como por ejemplo, enseñar a los niños a ir solos al baño o superar el miedo a las
alturas, pero no es aplicar circunstancias complejas como la falta de autoestima o la
depresión
Mito 5: Los modificadores de conducta son
fríos, insensibles y no desarrollan empatía
con sus clientes.
Mito 6: Los modificadores de conducta sólo
tratan las conductas observables; no tratan
los pensamientos y sentimientos de los
clientes.
Mito 7: La modificación de conducta está
obsoleta.
El objetivo principal de este curso es describir las
técnicas de modificación de conducta de forma
agradable, legible y práctica. Por ello intentamos
contribuir a aprender no sólo sobre modificación de
conducta, sino también cómo aplicarla para superar
déficit y excesos conductuales.
«espera un momento» dirá usted. «De estos ejemplos,
parece desprenderse que esta exposición está pensado
básicamente para la gente a la que le interesa la
conducta observable de las personas con problemas
graves». Para responder a esta objeción, nos gustaría
señalar
Los procedimientos de modificación de conducta resultan adecuados para
cambiar el comportamiento de cualquier individuo. Incluso quienes se
consideran «normales» o se sitúan en la media en la mayoría de los aspectos
tienen algún comportamiento que les gustaría mejorar. Las actuaciones que
queremos alterar excesos o carencias comportamentales de manifestaciones
observables o en cubiertas y a continuación exponemos algunos ejemplos
pertinentes.
Ejemplo de carencias conductuales
1. Un niño no pronuncia correctamente y no interactúa con
otros niños.
2. Una adolescente no hace los deberes, no ayuda en
casa, no ayuda con el jardín y no comenta sus
problemas y dificultades.
3. Un adulto no presta atención a las normas de
circulación, no agradece a otros al recibir favores ni
llega puntual a las citas.
4. Una jugadora de baloncesto, animada por su
entrenadora a visualizar la pelota entrando en el aro
justo antes de un tiro libre, no es capaz de hacerlo.
Ejemplo de exceso conductuales:
1. Un niño que se levanta de la cama con frecuencia y tiene berrinches a la hora de
irse a dormir, tira comida al suelo en el almuerzo y juega con el mando de la tele.
2. Una adolescente interrumpe frecuentemente las conversaciones entre su padre,
su madre y otros adultos, se pasa horas hablando por teléfono y dice tacos.
3. Un adulto pasa todo el día frente al televisor, come golosinas y pica entre horas,
se fuma un cigarro después de otro y se muerde las uñas.
4. Una jugadora de golf tiene pensamientos negativos a menudo (por ejemplo, «sí
fallo esta, !pierdo!») y sufre ansiedad (es decir, pulsaciones aceleradas y
sudoración en la palma de las manos) justo antes de los golpes importanes.
Para identificar si una conducta aparece por exceso o por
defecto, hay que considerar el contexto en que tiene lugar. Por
ejemplo, un niño que pinta en un papel muestra una conducta
apropiada, pero si garabatea las paredes del salón, es probable
que sus progenitores lo califiquen de exceso conductual. Una
adolescente podría interactuar normalmente con sus
compañeras, pero sentir mucha vergüenza al hablar con chicos,
lo cual supondría un déficit conductual. Algunos excesos, como
los comportamientos autolesivos, son inapropiados en
cualquier contexto. En la mayoría de los casos, no obstante, el
punto a partir del cual la conducta se considera excesiva o
deficiente viene determinado por las costumbres culturales y las
convicciones morales de las personas implicadas.
La relación entre las prácticas
culturales, la ética y la modificación
de conducta se analizará en otro
apartado, para sumir, el enfoque de
la modificación de conducta se
centra básicamente sobre
comportamiento, e implica
manipulaciones pertinentes del
entorno para conseguir sus objetivos,
a diferencia de lo que ocurre en
enfoques médicos, farmacológicos o
quirúrgicos.
Quienes recibe la etiqueta de tener trastornos del desarrollo, autismo,
esquizofrenia, depresión o trastorno de ansiedad, por ejemplo son personas con
carencias y excesos conductuales. De manera similar, las personas etiquetadas
como vagas, apáticas, egoístas, incompetentes o sin coordinación, también
evidencian demasía o limitaciones conductuales.
La modificación de conducta consiste en
un conjunto de procedimientos dirigidos
a cambiar el comportamiento para que
esas personas sean consideradas como
tales, más allá del diagnóstico que se
les haya asignado. Algunos psicólogos
tradicionales han mostrado un interés
excesivo por diagnosticar y clasificar a
los individuos, pero el margen de la
etiqueta, la conducta de la persona
sigue estando presente y bajo una
influencia del entorno inmediato.
MUCHAS GRACIAS
POR SU ATENCIÓN

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