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MADRE

ENCARNACIÓN
ROSAL

Una vida
inspiradora
En Quezaltenango
Guatemala, El 26 de
octubre de 1820 en el
hogar de don Manuel
Encarnación Rosal y
doña Leocadia
Vásquez, nace una
niña a quien bautizan
con el nombre de
Vicenta.
De sus padres, Vicenta
aprende las primeras
oraciones y devociones, así
mismo el amor y respeto
por el prójimo, de manera
especial por los pobres con
quienes comparten los
bienes materiales, ya que
su familia goza de holgura
económica
Un día, cuando arreglaban la imagen del
Sagrado Corazón de Jesús, su amiga Manuela
trae unas flores muy hermosas y le cuenta
que son hechas por las monjas de Belén, este
nombre produce en Vicenta el deseo de
querer entrar al convento de Belén. De este
modo su amiga se convierte en la estrella
que iluminó su vocación religiosa.
El 23 de
diciembre de
1837 Vicenta
ingresa al
convento
Debió afrontar
dificultades para
responder a la
voluntad de Dios.
Fue fuerte en la
fe, ardiente en la
caridad,
emprendedora,
generosa y
trabajadora
CONFIDENTE DEL SAGRADO CORAZÓN:
Un día, en la vigilia del Jueves Santo
de 1857, Estando en oración narra la
misma Madre- “oí una voz interior
que me decía: No celebran los
Dolores de mi Corazón. Palabras que
fueron para la Madre Encarnación
una llamada particular a honrar y
desagraviar el Corazón de Cristo. Así
compone las Diez Lámparas;
Devoción reparadora que deja a sus
hijas Bethlemitas.
EN 1862 funda un Colegio en Quetzaltenango,
pero debido a la persecución religiosa,
tuvieron que ir a Costa Rica, donde fundan dos
colegios, uno en Cartago y otro en Heredia.
En 1885, desterradas de
Costa Rica, llegan a Pasto;
ciudad que la recibe con
gran cariño y acogida. Funda
un colegio y un hogar para
niñas huérfanas.
PASTO se convierte en cuna de la congregación en
Colombia y plataforma desde la cual se lanzaron las
Bethlemitas a su misión por todo el mundo.
En su viaje al ecuador,
pasa por el santuario de
Nuestra Señora de las
Lajas en Nariño, y le
consagra su renovado
Instituto. En su paso a
Tulcán, sufre una caída del
caballo que la deja en
condiciones dolorosas y
extremas y en muy mal
estado de salud llega a la
cuidad.
El 24 de Agosto de 1886 la Madre Encarnación
muere en la ciudad de Tulcán con fama de santidad.
Después de 133 años de fallecida la Madre Encarnación, su cuerpo
permanece incorrupto en la ciudad de Pasto en Colombia. Ella murió
en Tulcán, Ecuador en 1886 y en el Siglo XX, cuando por motivo de la
guerra, su cuerpo corría el peligro de ser profanado, las hermanas lo
sacaron del sepulcro para llevárselo a Colombia. Al abrirlo,
descubrieron con sorpresa que su cuerpo estaba intacto.
Su cuerpo fue traslado al Hogar de Pasto,
fundado por ella y se dejó allí celosamente
guardado hasta 1978, cuando vino de Roma el
postulador de la causa para corroborar este
hecho. Con esta visita fue nuevamente abierto su
sepulcro y todos los allí presentes fueron
testigos de que el cuerpo de la Madre
Encarnación permanecía intacto y hoy
permanece incorrupto.

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