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Azul…(1888): El punto de partida.

Azul…: El punto de partida Azul… puede considerarse como el


punto de partida del Modernismo. Anterior a este libro, Darío había
escrito dos colecciones de poemas en los que todavía se percibe la
influencia de los poetas clásicos españoles, nos referimos a
Epístolas y poemas (1885) y Abrojos (1887), lo importante de
estos libros es que nos permite reconocer el dominio que poseía
Darío de su tradición poética. Ya desde su título Azul… (“L’art c’est
l’azur”, el arte es azul, decía Víctor Hugo) proponía una nueva
concepción poética: la búsqueda del ideal y de la belleza. Las
influencias provenían principalmente de la poesía francesa, del
simbolismo y el parnasianismo. Los poetas predilectos serán
aquellos que entreguen su vida a la perfección artística, autores
como Verlaine, Rimbaud, Mallarmé, Catulle Mendés, Gautier, de
Lisle.
Juan Valera, novelista y crítico español, es el primero en observar
en Azul… el nacimiento de una personalidad poética que, a
pesar de la evidente influencia francesa, se presenta “con gran
originalidad… Impregnado de espíritu cosmopolita”. Con Azul…
Darío será el primer poeta latinoamericano en abandonar el
círculo vicioso de las literaturas nacionales. Por esta razón
muchos críticos categorizarán a Darío como un poeta escapista,
sin embargo, el afán que lo movía no era el de huir de la
asfixiante realidad provinciana, más bien transformar y
modernizar esa misma realidad, y esto sólo podía darse a partir
de la creación de una nueva visión del mundo y un nuevo
lenguaje.
Esta necesidad de romper con las influencias y el contexto irá
acompañada también de una ruptura con los géneros tradicionales.
Azul… no sólo es un libro de poemas, también lo es de cuento,
poemas en prosa, poemas narrativos y poemas líricos; el nexo entre
estos textos es la presencia de un espíritu crítico que denuncia la
voracidad utilitarista de la sociedad moderna. Sus temas esenciales
son la rebeldía, la explotación humana, la búsqueda del ideal en el
amor y el arte.
Todos estos elementos hicieron de Azul… el libro con el que

Darío cambió el rumbo de la poesía en lengua española y la

encausó hacia territorios nunca antes explorados. Con esto se

erigió como el líder del movimiento modernista que tendrá

una profunda repercusión no sólo en los jóvenes escritores de

finales del siglo XIX, también en las futuras generaciones

literarias que verán en él el punto de partida de la poesía

moderna.
En este libro no sé qué debo de preferir: si la prosa o
los versos. Casi me inclino a ver mérito igual en
ambos modos de expresión del pensamiento de usted.
En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es
más afrancesada la forma. En los versos, la forma es
más castiza. Los versos de usted se parecen a los
versos españoles de otros autores, y no por eso
dejen de ser originales; no recuerdan a ningún poeta
español, ni antiguo, ni de nuestros días.
JUAN VALERA

Tiene usted otra composición, la que lleva por título la


palabra griega Anagke, donde el cántico de amor acaba
en un infortunio y en una blasfemia. Suprimiendo la
blasfemia final, que es burla contra Dios, voy a poner aquí
el cántico casi completo.

Entre las cuatro composiciones en las estaciones del año,


todas bellas y raras, sobresale la de verano. Es un cuadro
simbólico de los dos polos sobre los que rueda el eje
de la vida: el amor y la lucha; el prurito de
destrucción y el de reproducción.
Los cuentos en prosa son más singulares aún. Parecen escritos

en París, y no en Nicaragua ni en Chile. Todos son brevísimos.

Usted hace gala de laconismo.La Ninfa es quizá el que más me

gusta.

Hay
Hay en
en el
el libro
libro otros
otros varios
varios cuentos,
cuentos, delicados
delicados y
y graciosos,
graciosos, donde
donde

se
se notan
notan las
las mismas
mismas calidades.
calidades. Todos
Todos estos
estos cuentos
cuentos parecen
parecen

escritos
escritos en
en París.
París.
Por
Por esto
esto afirmo
afirmo que
que sería
sería admirable
admirable La
La canción
canción del
del oro
oro si
si se
se viese
viese

menos
menos la
la ficelle:
ficelle: el
el método
método o
o traza
traza de
de la
la composición,
composición, que
que

tanto
tanto siguen
siguen ahora
ahora los
los prosistas,
prosistas, los
los poetas
poetas y
y los
los oradores.
oradores.

El
El método
método es
es crear
crear algo
algo por
por superposición
superposición o
o aglutinación
aglutinación y
y

no
no por
por organismo.
organismo.
En resolución, su librito de usted, titulado Azul… nos revela en
usted a un prosista y a un poeta de talento.

Con el galicismo mental de usted no he sido sólo


indulgente, sino que le he aplaudido por lo perfecto.

Con todo, yo aplaudiría muchísimo más si con esa


ilustración francesa que en usted hay, se combinasen la
inglesa, la alemana, la italiana, ¿y por qué no la española
también? Al cabo, el árbol de nuestra ciencia no ha envejecido
tanto que aún no pueda prestar jugo, ni sus ramas son tan
cortas ni están tan secas que no puedan retoñar como
mugrones del otro lado del Atlántico.
De todos modos, con la superior riqueza y con la mayor

variedad de elementos, saldría de su cerebro de usted algo

menos exclusivo y con más altos, puros y serenos ideales: algo

más azul que el azul de su libro de usted; algo que tirase menos

a lo verde y a lo negro. Y por encima de todo, se mostrarían

más claras y más marcadas la originalidad de usted y su

individualidad de escritor.
¡Que cofre tan artístico! ¡Qué libro tan hermoso!

     ¿Quién me lo trajo?

     ¡Ah! La Musa joven de alas sonantes y corazón de fuego,

la Musa de Nicaragua, la de las selvas seculares que besa el

sol de los trópicos y arrullan los océanos.

     ¡Qué hermosas pájinas de deliciosa lectura, con prosa

como versos, con versos como música! ¡Qué brillo! todo luz,

todo perfume, todo juventud y amor.


Rubén Darío es, en efecto, un poeta de esquisito
temperamento artístico que aduna el vigor a la gracia; de
gusto fino y delicado, casi diría aristocrático; neurótico y por
lo mismo original; lleno de fosforescencias súbitas, de
novedades y sorpresas; con la cabeza poblada de aladas
fantasías, quimeras y ensueños, y el corazón ávido de amor,
siempre abierto a la esperanza.

     Si el ala negra de la muerte antes no lo toca, si las fogosidades


del numen no lo consumen o despeñan, ¡Rubén Darío llegará a
ser una gloria Americana, que tal es la fuerza y ley de su estro
juvenil!
     
En la portada de su libro, sobre la tapa de su cofre cincelado brilla
la palabra AZUL... misteriosa como es el océano, profunda como
el cielo azul, soñadora como los ojos azul-cielo.
     ¡L'art c'est l'azur! Dijo el gran poeta.
     Sí: pero aquel azul de las alturas que desprende un rayo de sol
para dorar las espigas y las naranjas, que redondea y sazona las
pomas, que madura los racimos y colora las mejillas satinadas de
la niñez.
     Sí, el arte es el azul, pero aquel azul de arriba que desprende
un rayo de amor para encender los corazones y ennoblecer el
pensamiento y engendrar las acciones grandes y generosas.
     Eso es el ideal, eso el Azul con irradiaciones inmortales, eso
lo que contiene el cofre artístico del poeta.
     Es Rubén Darío decadente.
     Él lo cree así; yo lo niego.
     Él lo cree, porque poetiza la nueva escuela; porque
siente las atracciones de la forma, como todas las
imaginaciones tropicales; porque tiene fiebre de
originalidad.
     Yo lo niego, porque ni le encuentro las extravagancias
características de la escuela decadente, por más que tenga
las inclinaciones. Lo niego, porque él no ensarta palabras
para aparentar ideas, sino que tiene el divino numen que lo
salva de las atracciones del abismo, como las alas del
águila.

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