1.- Fundamento constitucional de la potestad reglamentaria
En nuestro ordenamiento constitucional, se denomina potestad
reglamentaria “ la facultad que tiene el Pdte. de la Repblca. y otras autoridades administrativas para dictar normas jurídicas con contenido general que tienden a dar cumplimiento a la CPR y a las leyes “
El Prof. Cea Egaña la define como, “ la atribución especial Pdte. de
la Repblca. para dictar, unilateralmente, normas jurídicas generales o especiales destinadas al gobierno y administración del E° o a la ejecución de las leyes “ En este sentido, existen Bases Constitucionales de los actos administrativos , dentro de los cuales se destacan dos disposiciones de la CPR:
a) El Art. 24. que configura la potestad genérica de dictar actos
administrativos , tanto políticos o de gobierno, o los actos administrativos propiamente tales, que en su materialización formal se traducen en la dictación de reglamentos, decretos e instrucciones, y
b) El Art. 32 N° 6, que establece de forma específica la potestad
normativa o reglamentaria del Pdte. de la Repblca.
De esta manera se deben distinguir dos ámbitos: a) Especial, que se
funda en el Art 32, N° 6 y b) General, que se desprende del Art. 24, de la misma CPR Del citado Art. 32, N° 6, se derivan las dos clases de potestades reglamentarias existentes. En primer lugar, la potestad reglamentaria autónoma o extendida que tiene lugar “…….. En todas aquellas materias que no sean propias del dominio legal….” , es decir, las materias que no se encuentren en el ámbito de la reserva legal, y en segundo lugar, la potestad reglamentaria de ejecución o propiamente tal, que se traduce en “……. los demás reglamentos, decretos e instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes.”
A su vez, el Art. 24, CPR, configura un claro papel constitucional
del Pdte. de la Repblca., al señalar en su inciso primero que “ El gobierno y administración del E° corresponde al Pdte. de la Repblca., quien es el Jefe de Estado” De este modo, analizando los dos ámbitos de las potestades jurídicas que posee constitucionalmente el Jefe del E°, tanto especial como general, se desprende que la potestad reglamentaria es más amplia que el simple papel de ejecutar la ley, y que la misión esencial de administrar el E° que se le encomienda al Pdte. de la Repblca, se extiende a casos no legislados, con la obvia limitación de no atentar contra los principios esenciales y fundamentales que consagra la CPR, y siempre también que dicha potestad reglamentaria no vaya en contra de la CPR ni de ley expresa.
Establecido con claridad lo anterior, corresponde abordar,
someramente, un de los grandes temas de la doctrina ius publicista, cual es, el problema de los reglamentos independientes. 2. El problema de los reglamentos independientes
Las tendencias contemporáneas, que se circunscriben a lo que se ha
denominado como racionalización del poder normativo del E°, hacen especial referencia al tema de la ampliación de la potestad reglamentaria del órgano ejecutivo y la superación de la clásica relación ley – reglamento.
En este sentido, en la actualidad el escenario no se presenta muy
simple. La validez de los reglamentos no solo deben respeto a la ley, sino también a la CPR, y, más aún, a los principios generales del D°. Se rompe, así, la clásica relación ley – reglamento, por cuanto la posición subordinada de los reglamentos no es ya solo dual, sino multidireccional La consecuencia de esta nueva subordinación del reglamento debe ser encontrada en su raíz histórica . En efecto, a finales del S.XIX y comienzos del XX, se produce el fenómeno del enriquecimiento de la potestad normativa del Gobierno. Existen muchos ejemplos: la potestad reglamentaria para el desarrollo o ejecución de las leyes , que es el poder propio del Gobierno, es atribuida directamente por la CPR y no por autorizaciones o habilitaciones de la ley; la potestad reglamentaria autónoma o independiente, que actúa en el ámbito de todas aquellas materias que la ley no ha entrado a regular; las leyes de habilitación o delegación legislativa , etc.. Todas estas circunstancias determinan un cuadro donde la potestad reglamentaria se presenta, en esta nueva tendencia constitucional , como uno de los componentes básicos del sistema normativo del E°. Dentro de este contexto, el reglamento rompe su clásica relación con la ley y aumenta su ámbito material de acción, lo que trae como consecuencia una nueva relación de subordinación dentro del ordenamiento jurídico constitucional .
De las múltiples manifestaciones que trae consigo el fortalecimiento
de la potestad normativa del Gobierno se encuentra el tema de los reglamentos llamados independientes
El problema del reglamento independiente o autónomo, más allá de
un punto de vista semántico, debe ser afrontado desde la perspectiva doctrinal existente en el D° comparado, que se abordará distinguiendo entre la doctrina española y la doctrina francesa, los criterios de admisión o exclusión del reglamento independiente En relación con este tema, la discusión doctrinal que ha tenido lugar en España se centra en dos claras posturas. Por un lado, una postura mayoritaria en la cual se destaca el Prof. E. García de Enterría, partidario de excluir cualquier posibilidad de reglamentos independientes ad extra y, por el otro, una posición minoritaria representada por el Prof. I. de Otto, quien al no reconocer una reserva general de ley sino solo reservas parciales sobre determinadas materias en la CPR española de 1978 (ej. Art. 53.1), ve la posibilidad que el Gobierno, en aquellas materias donde no existe reserva de le, ejerza su poder reglamentario independiente ad extra . Por su parte la CPR francesa de 1958 configura un claro reparto competencial entre la ley y el reglamento (Art. 34), lo que implica la existencia de un ámbito exclusivamente reglamentario, dando lugar a los reglamentos independientes o autónomos (Art. 37). Así, sobre el particular, la evolución doctrinal y positiva en Francia lleva al establecimiento de una concepción material de ley, en la cual todo lo no comprendido en ella es materia propia del poder normativo del gobierno. Este principio de excepcionalidad de la ley se ha ido restringiendo , ganando, de este modo, terreno en el campo normativo. No obstante dicha tendencia, se mantiene dentro del reparto de competencias un ámbito exclusivamente reglamentario , que da lugar a la existencia de los reglamentos independientes o autónomos. En este sentido , en Chile, más cercano al criterio de la Constitución francesa, el ámbito de la polémica se traslada no al tema de los criterios de admisión o exclusión del reglamento autónomo, sino al campo realmente asignado por la CPR a este tipo de reglamentos.
3. El ámbito de la potestad reglamentaria en la Constitución
De acuerdo a la historia fidedigna del Constituyente de 1980, se amplió
la potestad reglamentaria presidencial, creando la figura de la potestad praeter legem , que no surge de una habilitación legal previa, sino que encuentra su fundamento y se ejerce por una habilitación que directamente le ha conferido la CPR al Jefe de E° en cualquier materia que no sea propia del dominio legal. Otorgándole además, de esta forma, el carácter de norma de clasura del ordenamiento positivo Del mismo modo, la potestad reglamentaria autónoma o extendida, al encontrar su fundamento directamente en la CPR, al igual que la ley, es de primer grado. Debiéndose destacar, además, que esta potestad autónoma es genérica, o sea, puede recaer en cualquier materia que no sea propia de dominio legal. Como contrapartida la potestad normativa del legislador poseería, en principio, una competencia de atribución y no genérica .(Art. 63).
A primera vista resulta claro examinar de forma aislada el sentido
y alcance del Art. 32, N° 6 de la CPR, pero no puede decirse lo mismo cuando se le examina en relación con el Art. 63 ( en especial un N° 20 )y la disposición sexta transitoria de la misma Constitución. En efecto, si se analiza con mayor detenimiento la normativa constitucional sobre la materia, se deducen consecuencias que difieren de la voluntad del constituyente. Toda vez que, como afirma el Prof. Pantoja Bauzá, de acuerdo a la historia fidedigna de la CPR y a diferencia de su modelo, la Constitución francesa, nuestra CPR de 1980 no instrumentalizó el paso del sistema antiguo al nuevo diseño constitucional contenido en los Arts. 63 y 32 N° 6, y en lugar de facilitar el cambio de régimen jurídico desde el anterior criterio extensivo – de la CPR de 1925 – al nuevo criterio selectivo – haciendo de la ley una norma de carácter general y de radicar en el legislador solo las grandes líneas del ordenamiento jurídico -, en la disposición sexta transitoria petrificó el estado de cosas, ya que congeló el recargado sistema legal existente , dejándolo intacto. Este criterio – a juicio del Prof. Pantoja Bauzá – impidió la ordenación de un sistema jurídico con miras a su desregulación que permitiera liberar el campo de la potestad reglamentaria. De dicho examen resulta que el campo realmente asignado por la CPR a la potestad reglamentaria autónoma es restringido, y su pretendida competencia genérica queda reducida a unas pocas materias, que la CPR no confía explícitamente al legislador lo que ocurre, según el Prof. A. Silva Bascuñan cuando establece que “ las confesiones religiosas podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo las condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas “(Art. 19, N° 6 inc. 2°), o que las reuniones en las plazas, calles y demás lugares de uso público se regirá por las disposiciones generales de policía (Art. 19, N° 13, inc. 2°). Durante la vigencia de la CPR de 1925, los ejemplos eran más numerosos 5. Conclusiones finales
1. Del reparto de competencias, entre la ley y el reglamento, que
configura la CPR, resultaría más propio hablar de una competencia genérica del legislador que se extiende, tanto a la amplia gama de materias reservadas de que trata la Carta Fundamental, como también a aquellas materias del recargado sistema anterior que la disposición sexta transitoria congeló el rango. 2. Del mismo modo es evidente la falta de rigor y perfección técnica demostrada por el constituyente en su establecimiento, que, en última instancia, resulta determinante a la hora de ejercer un control jurídico, especialmente sobre la actividad normativa del Gobierno. Lo que además pone de manifiesto la necesidad de una clara delimitación de los campos competenciales de la ley y del reglamento autónomo. 3. En este punto de la reflexión, la pregunta a formular debe ser necesariamente la siguiente: ? Esta reducida atribución que se manifiesta en el ámbito de la potestad reglamentaria autónoma, significaría apartarse del concepto de Ejecutivo vigorizado que marca la tendencia constitucional en Chile?. En principio habría que responder afirmativamente a dicha interrogante. Sin embargo, hay que recordar que la preponderancia presidencial se extiende a otros campos, donde se destaca el carácter de colegislador del Jefe de E° , hecho que trae como consecuencia práctica que la ley sea obra, más que de la soberanía del Congreso, del Pdte. de la Repblca. Por esta razón, y de acuerdo con la anterior conclusión, la consecuencia a que se llega – sobre una potestad reglamentaria autónoma poco operativa – resulta lógica y perfectamente coherente con el fundamento constitucional, donde es el propio texto fundamental quien autoriza la intromisión legislativa de este vigorizado colegislador . Dicho de otro modo, se está hablando de una restricción que, aunque importante, solo afecta a un ámbito específico de la potestad normativa presidencial, y que – al suplirse por esa vía – no influye en el contexto general de sus amplias facultades en materias legislativas, razón por la cual se da la paradoja que la doctrina hable, por una parte, de un sistema que se circunscribe al interés del constituyente por limitar la capacidad reguladora de la ley, dentro del concepto de Ejecutivo vigorizado, y por las otra, sea todo lo contrario, ya que existe un ámbito regulador de la ley muy amplio Por último, también , al actuar, el Pdte. de la Repblca. en calidad de colegislador, tiene como producto normativo indirecto a la ley y no al reglamento, lo que impide el control de la jurisdicción ordinaria, que principalmente se circunscribe al ámbito de la potestad reglamentaria y no legislativa. Hecho que se encuentra ratificado por la casi nula jurisprudencia existente en esta materia de la potestad reglamentaria autónoma.
Ordenanza de Incorporación de Sanciones A La Ordenanza #404-MDB Reglamento de Aplicación de Sanciones Administrativas (RAS) y Cuadro Único de Infracciones y Sanciones (CUIS)