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Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;
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es menos intensa que la depresión clínica, pero puede durar mucho más
tiempo, al menos dos años. Se caracteriza por fatiga, tristeza y malestar
general, y puede ser interrumpido por episodios de depresión clínica. La
depresión crónica produce que uno no se siente bien, pero por lo general no
afecta el estilo de vida ni la capacidad para trabajar.
los que la sufren descubren que tiene ramificaciones en todas las partes de la
vida humana: externa, personal, mental, física y espiritual.
Externa
A veces, la víctima de la depresión puede simplemente salir adelante, confiando en que Dios
traerá consuelo y que la situación cambiará. Otras veces, se requiere terapia y medicación. Dios
desea que sus hijos conozcan la alegría. Los ataques de depresión pueden servir para acercarnos
más a Él a través de nuestras luchas (Romanos 5: 3-5; 1 Pedro 1: 6-7). "Podrán desfallecer mi
cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna." (Salmo 73:26).
En muchos círculos cristianos existe la creencia de que es imposible para un
verdadero creyente deprimirse a menos que esté en pecado, tenga falta de fe
o falta de conocimiento bíblico. Sin embargo, un estudio de la Palabra
demuestra que varios profetas se deprimieron: algunos por su propio pecado
(como David), y otros por el pecado del pueblo (como Moisés). Jeremías se
deprimió porque el Señor le reveló lo que le pasaría al pueblo judío… ¡se
deprimió porque conoció la realidad!
Al decir que todos los pacientes deprimidos lo están por haber pecado,
estamos haciendo mucho daño en los que están deprimidos por razones
médicas. Estas personas terminan sintiendo los síntomas típicos de la
depresión y además la culpabilidad por “haber pecado”, cuando muchas
veces no lo han hecho. Generalizar de esta manera convierte a los acusadores
en personas como los amigos de Job, quienes dieron consejos y explicaciones
sin entender completamente la situación.
No podemos ver la depresión como toda espiritual, o toda biológica, ya que
usualmente es una combinación de ambos componentes. El cuerpo y el alma
están entrelazados.
La depresión aumenta la oscuridad típica de la mente caída, resultando en un
corazón más duro y egocéntrico. Nuestro corazón nos engaña (Jer. 17:9).
Primero, buscar ayuda. Cristo nos dejó una familia, su Iglesia, porque Él
conoce nuestras debilidades y la necesidad que tenemos.
Es posible que la depresión sea un llamado de Dios para volvernos al redil y
sanarnos, porque el pecado nos esclaviza y nos separa de Dios. Oseas 6:1 nos
dice: “Vengan, volvamos al Señor. Pues Él nos ha desgarrado, pero nos
sanará; nos ha herido, pero nos vendará”. Sabemos que Jesús, el buen pastor,
dejará las 99 ovejas para buscar a aquel que salió del redil (Lc. 15:4-7).
En la mayoría de los casos de depresión no producida por un desbalance
químico, la consejería bíblica es suficiente para mejorar. Sin embargo,
particularmente cuando la depresión es severa y la persona no responde a la
consejería, puede ser que la medicación sea necesaria.
Si la depresión es por un desbalance químico, la persona necesita buscar
ayuda médica. Aunque la mayoría de las depresiones pueden ser tratadas de
manera ambulatoria, las severas pueden requerir ingreso en un hospital.
Cualquier persona psicótica (depresión acompañada de alucinaciones o
delirios) o con pensamientos suicidas necesita ayuda psiquiátrica inmediata.
El paciente psicótico requerirá antipsicóticos combinados con antidepresivos,
mientras que las depresiones no psicóticas pueden necesitar antidepresivos e
incluso, en algunos casos, antipsicóticos. Para los casos más severos, cuando
el tratamiento con fármacos no ha sido exitoso, puede recurrirse a la terapia
electroconvulsiva.
Para el creyente, el tratamiento médico siempre debe ser acompañado de
consejería bíblica; es en la Palabra donde encontramos la verdad.
El medicamento sin consejería bíblica no llega al raíz del problema, y cada
vez que se trate de suspender los medicamentos la depresión regresará. En
todos los casos, el cuerpo de Cristo debe involucrarse en la vida de la persona
deprimida para sobrellevar la carga unos y de otros, como nos lo manda
Gálatas 6:2.
Vivimos en un mundo caído, pecaminoso, disfuncional, y lleno de dolor.
Romanos 8:22-23 nos dice: “Pues sabemos que la creación entera a una gime
y sufre dolores de parto hasta ahora. Y no solo ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos
gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como
hijos, la redención de nuestro cuerpo”.
El cuerpo humano es una “máquina” inmensamente complicada, creada por
un Dios incontenible. Aunque nuestros cuerpos han sido quebrantados por la
caída y son afligidos por toda clase de enfermedades físicas y mentales,
podemos confiar en que —cuando regrese por los suyos— Dios recreará lo que
Él creó.
Síntomas
En primer lugar, veamos los síntomas que puede presentar una persona con esta condición. Cuando una persona
está deprimida experimenta síntomas que afectan tanto lo físico como lo espiritual, porque hay una
interrelación entre nuestro cuerpo y nuestra alma, lo que la Escritura describe como el hombre interior y el
hombre exterior (2 Co. 4:16).
Dentro de los síntomas físicos podemos mencionar la falta de interés en las actividades cotidianas, no cumplir
con sus responsabilidades, la persona no quiere levantarse en la mañana, no quiere cocinar, come mucho o
poco, gana o pierde peso, duerme mucho o poco, o sufre de insomnio, habla mucho o habla poco, culpa a otras
personas de su situación, se torna irritable o se aísla, o tiene dependencia de otras personas porque no quiere
que lo dejen solo.
Dentro de los síntomas espirituales podemos citar la falta de gozo, el no experimentar el amor de Dios, pensar
que Dios los ha abandonado, el estar centrados en sí mismos y no en Dios, un sentimiento de culpabilidad sin
fundamento, vergüenza, dudas de su salvación, sentirse sin rumbo y propósito en la vida, entre otros.
Un ejemplo que encontramos en la Biblia de estos síntomas es el de Job en 7:1-7. En el versículo 1 dice que la
vida del hombre es una lucha, un trabajo forzado. Al momento de decir esto Job tenía un sentido de vacío. En
los versículos 3-4 vemos que tenía problemas de insomnio, porque dice que nunca amanecía y estaba lleno de
inquietudes hasta el alba. Los días corrían rápido y no tenía esperanza, era una persona cansada de la vida,
cuyos ojos no volverían a ver el bien (6-7).
Causas
En segundo lugar debemos evaluar las causas que pueden conducir a la depresión, que también
pueden ser físicas y/o espirituales. Cito a Jim Newheiser: “Los cristianos reconocemos que
tenemos una naturaleza dual – cuerpo y alma (2 Co. 4:16; 5:8), lo que pasa al cuerpo afecta el
alma (Job 2), y lo que sucede al alma puede influenciar el cuerpo (Pr. 14:30; 17:22;
Salmo 38:1ss). La depresión siempre tiene un componente espiritual y usualmente tiene un
componente físico”.[2]
Dentro de las causas físicas que contribuyen a la depresión podemos mencionar el efecto
colateral de ciertos medicamentos, enfermedades o trastornos de salud, entre los que
podemos citar: los problemas cardíacos, el hipo o hipertiroidismo, la hipoglicemia o el cáncer,
enfermedades como el Alzheimer, la esclerosis múltiple, derrames cerebrales y tumores en el
cerebro. Tenemos también una alimentación desbalanceada, la falta de ejercicio físico, falta
de sueño y la falta de descanso por un exceso de trabajo.
Nota: Es importante destacar que para tratar las causas físicas el aconsejado debe acudir a
un médico para descartar cualquier condición de salud que lo esté afectando.
Causas espirituales
Sentimientos de culpa por pecados no
confesados
En tercer lugar, los creyentes se deprimen cuando sienten auto lástima, como
el caso de Asaf en el Salmo 73. Él tuvo una perspectiva no bíblica de la vida,
ya que veía a los impíos prosperar mientras él pensaba que había sido en vano
haber vivido piadosamente. Esto lo llevó a sentir envidia de ellos (v. 3) y a
deprimirse (vs. 12-14). Cuando vio la vida desde una perspectiva bíblica, él
entendió el fin de ellos y de los privilegios que gozaba, y pudo salir de su
depresión (vs. 16-17).
Sentirse atrapados