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Métodos de análisis

crítico del discurso

Ruth Wodak
Michael Meyer
Compiladores

Editorial Gedisa

Barcelona, 2003

Este material se utiliza con fines


exclusivamente didácticos
“SE TRATA DE GENTE QUE CON SÓLO MIRARLA SE ADIVINA SU
ORIGEN”: ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO Y EL ESTUDIO DEL
NEO-RACISMO EN LA AUSTRIA CONTEMPORÁNEA*

Ruth Wodak y Bernd Matouschek


Universidad de Viena

1. INTRODUCCIÓN

Desde 1990 el discurso público austríaco ha estado dominado por una cuestión política crucial, es
decir “¿Somos los austríacos hostiles hacia los extranjeros?”; para ser más específicos, “¿Ha sido la reacción
pública hacia las llamadas “nuevas migraciones de población” de los nuevos estados europeos centro-
orientales “liberados”, inhumana y demasiado emocional, o ha sido esta respuesta una reacción defensiva
que exigía una situación que amenaza la estabilidad social de nuestro país?”. Muchas personas consideran
legítimo llevar a cabo algún tipo de acción preventiva frente al peligro percibido de convertirse en extranjero
en la propia tierra, incluso si no hay consenso sobre cómo se podría controlar el problema1.
En los meses que precedieron inmediatamente a la indignación pública ante los actos de violencia en
Hoyerswerda y en otros lugares2 contra los solicitantes de asilo político en la recién unificada Alemania, por
ejemplo. el diario Bild Zeitung publicó una serie de artículos sobre ellos. Con artículos que llevaban titulares
como “Los buscadores de asilo” y “Buscadores de asilo en la zona: ¿quién paga los gastos?”, esta serie,
según un estudio reciente realizado por los lingüistas alemanes Quinkert y Jäger, exacerbó
considerablemente la hostilidad hacia los extranjeros. Los discursos, sostienen otros autores, tienen poder
porque se traducen en acción social. Así. “(el) Bild (Zeitung) fue la chispa ... que prendió fuego a las teas de
la xenofobia” (Quinkert y Jäger, 1991: 4).
Desde noviembre de 1991, el periódico austríaco Neue Kronen Zeitung publicó una serie de artículos
con titulares reveladores “La invasión de extranjeros: ¿acogerles o prohibirles la entrada?”. La ausencia de
reacción es en contra de expresiones de este tipo, o peores, de xenofobia, sugiere que existe un umbral de
tolerancia bastante alto para llamamientos de este tipo en casi todas las áreas de la vida pública austriaca.
Sería ciertamente inadecuado intentar buscar los orígenes de la hostilidad contemporánea, y
especialmente de la violencia física hacia los extranjeros, en unos pocos elementos del discurso de los
medios de comunicación. Los periódicos, después de todo, escriben sólo el tipo de reportajes y recurren a
aquellos prejuicios que suponen encontrarán resonancia entre sus lectores. Sin embargo, sus noticias
refuerzan los estereotipos ya existentes y, frecuentemente, ofrecen argumentos o metáforas que pueden servir
para legitimar actitudes prejuiciosas. Las crónicas de los medios de comunicación y el discurso político en
general ejercen así cierta influencia sobre las formas e intensidad del discurso prejuicioso, y por consiguiente
sobre la acción social misma. Van Dijk ha hecho referencia a las creencias y actitudes que los grupos
dominantes de las élites sociales (políticos, profesores, periodistas, gerentes, especialistas) transmiten a
través de los medios de comunicación (Van Dijk, 1984, 1987, 1993). Puede observarse que las élites. según
Bourdieu (1976), constan de aquellos que de una forma u otra dominan el discurso público y determinan el
valor del capital simbólico. En el contexto presente, las élites influyentes son aquellas que inicialmente
formulan y evalúan los distintos asuntos relacionados con los grupos minoritarios. En virtud de la habilidad
de éstas para determinar un conjunto inicial de parámetros discursivos concernientes a lo público, estas élites
son así capaces de formular un consenso étnico. En este trabajo nos centraremos en el discurso público
contra los extranjeros en Austria y haremos nuestra propia aproximación discursivo-histórica por medio de
un análisis detallado de los prejuicios en algunas historias. A continuación, abordaremos el modo en que
dicho análisis articula los objetivos del análisis crítico del discurso (ACD).

*
Traducción de Cristina Iborra.
1
Esbozo de la “Ley austríaca... para regular el asentamiento de extranjeros en Austria (Ley de Asentamiento)”,
noviembre de 1991, manuscrito (Viena, 1991).
2
17 de septiembre de 1991, varios individuos –según se cree de la derecha radical, pero animados por varios
transeúntes– amenazaron a extranjeros solicitantes de asilo, que esperaban ser procesados en Hoyerswerda, a los cuales
las autoridades se vieron forzadas a desplazar a otra área. La multitud entonces atacó los autobuses que transportaban a
dichos extranjeros. Poco tiempo después, en junio de 1992, se cometieron actos de violencia similares contra
extranjeros solicitantes de asilo en Traunkirchen, en la Baja Austria.

2
2. LINGÜÍSTICA CRÍTICA

El primer objetivo que nos planteamos es determinar la influencia específica que el discurso público
inmerso en la política y en los medios de comunicación tiene realmente en la actitudes hostiles y
comportamientos del gran público. Para el análisis crítico del discurso, esta tarea supone de inmediato hacer
referencia a los medios lingüísticos por los cuales se trasmiten estas influencias. En otras palabras, ¿quién
habla con hostilidad en relación a los extranjeros? ¿A quién se refiere, cuándo y en qué escenario? ¿Cómo se
presentan dichas actitudes y qué conexión tienen con el contexto de los comentarios? ¿Y qué efecto tienen
estas actitudes sobre otros?
Ésto nos lleva directamente al ámbito del análisis crítico del discurso (ACD), que se ha impuesto la
tarea, entre otras, de utilizar un acercamiento interdisciplinar para hacer transparentes los problemas
socialmente relevantes que por lo común aparecen envueltos en un velo de opacidad discursiva (cf. Wodak.
1989; Wodak et al., 1990). En palabras de van Dijk:

Más allá de la descripción o la aplicación superficial, la ciencia crítica se plantea preguntas


de mayor alcance en los distintos dominios, preguntas referentes a la responsabilidad. los intereses
y la ideología. En vez de centrarse en problemas puramente académicos o teóricos, parte de
problemas sociales imperantes, y a partir de ahí elige las perspectivas de aquellos que sufren más y
analiza críticamente a aquellos en el poder, aquellos que son responsables y tienen los medios y la
oportunidad de solucionar tales problemas. Tan simple como eso. (1987:4)

En el ACD, por lo tanto, los valores que inspiran la investigación –“el interés humano” de
Habermas– se exponen explícitamente: desigualdad social, injusticia y relaciones de poder han de ser
reveladas por medio del análisis de los discursos en sus respectivos entornos.
Llegados a este punto, sólo nos gustaría resumir las características y objetivos más importantes del
ACD (véase Menz, 1980; Wodak 1989: xiiiff: Wodak et al., 1990, para un estudio más a fondo):

(a) Interés de la investigación: desenmascarar la desigualdad, las relaciones de poder, las


injusticias, etc.
(b) Objeto de la investigación: se investigará el comportamiento del lenguaje en situaciones
naturales de habla con relevancia social (instituciones, medios de comunicación, etc).
(c) Estudio interdisciplinar: los fenómenos sociales son demasiado complejos para tratarlos
dentro de un solo campo.
(d) (d) Inclusión de la perspectiva histórica: los procesos sociales son dinámicos, no
estáticos. Esto se tiene que reflejar en la teoría y en la metodología (ej. el acercamiento
discursivo histórico).
(e) Los investigadores se ven forzados a tomar partido: no se pueden tratar los “temas de
investigación” como objetos. La investigación incluye a los “investigados”. y finalmente
deberían ayudarlos, si es posible.
(f) La práctica social y política apunta a: los resultados de la investigación no deben
traducirse sólo en éxito en el campo académico. sino que deberán incluir también
propuestas para la puesta en práctica (materiales escolares, seminarios para preparación
de profesores, doctores, abogados, etc).
(g) De esta manera, podría expresarse el “leit motiv” de la investigación crítica del siguiente
modo: ¡primero “diagnosis”, después, interpretación y terapia!

Para poder mostrar la conexión entre el comportamiento lingüístico y los actos de habla por un lado,
y entre el comportamiento lingüístico y los fenómenos no o extra-lingüísticos por otro lado, se ha
comprobado que el análisis de los respectivos contextos es de una importancia crucial. Así, el ACD no
restringe sus datos a emisiones verbales; debe también integrar un conocimiento detallado de los
variadísimos mundos contextuales de una forma ya sea heurística o informal. De esta manera nos acercamos
a un material extraído de los medios de comunicación, analizándolo por etapas y desde distintas
perspectivas: a través de un análisis de los textos publicados en los medios de comunicación (discurso): a
través de entrevistas a las personas relacionadas con la producción y (si es posible) con la recepción del texto
en cuestión; y a través tanto de perspectivas internas como externas (cf. Habermas, 1981). Ya que estos
mundos contextuales con frecuencia también constan ellos mismos de un discurso histórico o de fuentes
históricas, este acercamiento se denomina “discursivo-histórico”. Se desarrolló por primera vez para analizar

3
el material del caso Waldheim en Austria en 1986 y fue necesario analizar el material desde las siguientes
categorías de texto:

1. Documentos de la Wehrmacht sobre la guerra de los Balcanes en general, así corno


documentos específicamente vinculados a las actividades de Waldheim allí.
2. Declaraciones y entrevistas con veteranos de la Wehrmacht que sirvieron junto a
Waldheim.
3. La investigación llevada a cabo por historiadores sobre la guerra balcánica en general y
sobre el papel desempeñado por Waldheim durante la época de la guerra en particular.
(Este fue un paso que se suprimió de la categoría anterior).
4. Publicaciones en los periódicos austríacos sobre la guerra balcánica, sobre el pasado de
Waldheim y sobre la investigación histórica de la guerra y el papel de Waldheim. (Esto
representó otro nivel).
5. Artículos de periódicos sobre la propia explicación de Waldheim acerca de su pasado,
así como los artículos de periódicos austríacos sobre las publicaciones de todos esos
otros artículos en periódicos extranjeros, en particular norteamericanos.
6. Publicación de todos esos aspectos mencionados previamente fuera de Austria,
especialmente en el New York Times. Simultáneamente, las publicaciones de prensa y los
documentos del Congreso Mundial Judío proporcionaron una fuente discursiva y de
información autónoma.
7. Declaraciones de y entrevistas a políticos, así como la “voz del pueblo” opinando sobre
todos esos temas.

(Mostramos este acercamiento más detalladamente en nuestro análisis de historias de prejuicios en la


sección 5.5).
Llegados a este punto, haremos mención a una queja que con frecuencia se ha utilizado en contra de
la lingüística crítica y el ACD. La práctica de ACD no conlleva, como algunas veces se le ha acusado, el
abandono de la distancia crítica con respecto al objeto de investigación, ni la manipulación de los datos para
conseguir el resultado “que se prefiera”. Lo que el ACD en verdad se impone tiene más que ver con la
constante reflexión sobre los procedimientos metodológicos: así, deben dejarse bien explícitos los valores e
intereses del investigador, el análisis de éste debe estar organizado de tal manera que las conclusiones
puedan reconsiderarse; y la evaluación de los datos llevada a cabo deberá estar caracterizada explícitamente
como tal.

3. LAS REACCIONES SOCIALES Y POLÍTICAS DENTRO DE AUSTRIA FRENTE A LAS


MIGRACIONES DESDE EUROPA DEL ESTE, 1988-1990

Como sugeríamos arriba, el cambio de actitudes hacia los extranjeros en Austria está correlacionado
con las migraciones de población que siguieron a la liberalización en los países del antiguo Pacto de
Varsovia. Para poder evaluar este cambio de actitudes, es necesario no obstante esbozar el marco político y
social de la política austríaca con respecto a los refugiados políticos en el período inmediatamente anterior a
1988.
La reputación de Austria como “país de asilo” descansa en una tradición que se remonta a finales de
la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, casi dos millones de refugiados (sin incluir los llamados
“desplazados”: cf. Albrich, 1987) han residido en Austria durante períodos de tiempo, ya sean cortos o
largos, desde 1945, las tres cuartas partes de los cuales se vieron afectados directamente por los
desplazamientos durante la guerra o el asentamiento tras la guerra. Desde 1945, 615.000 personas han
obtenido asilo en Austria, incluyendo cerca de 300.000 germanos que habían huido o habían sido expulsados
de los Sudetes tras la guerra en Checoslovaquia. En 1956, a mediados de la era de reconstrucción tras la
guerra, Austria acogió a casi 180.000 húngaros tras la invasión del Pacto de Varsovia. Tras el aplastamiento
de la Primavera de Praga en 1968, cerca de 160.000 checos y eslovacos pudieron encontrar asilo temporal en
Austria, y después de que el General Jaruzelski declaró la ley marcial en 1981, cerca de 30.000 polacos
abandonaron su país y se desplazaron a Austria. Durante esos casi 40 años, muchos refugiados utilizaron
Austria como estación de tránsito en su camino hacia los países occidentales. los cuales en aquel tiempo
daban la bienvenida a la Europa Comunista que huía. Relativamente pocos de estos refugiados en verdad
buscaban asilo permanente en Austria, y sólo una parte de aquellos que hicieron una solicitud oficial fueron
admitidos. De 1949 a 1957. 285.000 personas aproximadamente solicitaron asilo permanente en Austria. Una

4
media de 4.000 por año solicitaron en los años de 1959 a 1980, y en 1982, a causa de los sucesos en Polonia,
el número alcanzó los 17.000.
La liberalización de los regímenes polaco y húngaro llegó en 1988. Poco después, tanto a aquellos
que deseaban inmigrar a Austria como a aquellos otros dentro de Austria que habían solicitado asilo, se les
dejó de considerar ipso facto oficialmente víctimas de la persecución. Como consecuencia, 3.000 polacos y
húngaros fueron deportados de Austria, y se intensificaron los procedimientos para recibir asilo: en 1988, se
aprobaron sólo cerca de 1.700 de las 15.000 solicitudes de inmigración, A mediados de 1989, la República
Checoslovaca aflojó sus restricciones para viajar. La reacción inmediata de Austria fue la de reiterar que no
era un país abierto de par en par a la inmigración. En el otoño de 1989, Austria sin embargo de nuevo pudo
desempeñar una función significativa corno “tierra de tránsito” para los que buscaban asilo: masas de
ciudadanos de la República Democrática Alemana se aprovecharon de la relajación de los controles en la
frontera húngara-austríaca para dirigirse a Alemania Occidental vía Austria.
En las postrimerías de 1989 y comienzos de 1990 se asistió a la ola de reformas políticas y
revoluciones democráticas en los países dentro de la esfera de influencia soviética. Uno de los cambios
inaugurados tras la caída del “telón de acero” fue la apertura de las fronteras y la relajación o supresión de las
restricciones con respecto a la libertad de tránsito3. El contingente más grande de aquellos que buscaban asilo
en Austria en la primavera de 1990 venía de Rumanía. Tras las vehementes protestas por parte de los
ciudadanos de las zonas circundantes donde los solicitantes se supone habían estado alojados temporalmente
en espera de la tramitación de sus solicitudes, el 15 de marzo de 1990 las autoridades austríacas restituyeron
el requisito del visado para los rumanos. Además, el gobierno austríaco pudo impedir la “tormenta” de unos
40.000 rumanos según se informó subrepticiamente (cálculo que resultó no haber sido más que un rumor que
las agencias de noticias difundieron) al introducir un requisito adicional: los visitantes rumanos que llegasen
a Austria tenían que poseer, al menos, 5.000 chelines austríacos (algo menos de 500 $ norteamericanos según
la paridad de entonces), para probar que el propósito de su visita a Austria era el turismo. Todo esto, se debe
recordar, ocurrió en un tiempo en que realmente no estaba claro lo que había cambiado en Rumanía aparte de
la caída de Ceausescu. De hecho, los ataques violentos dirigidos a la minoría húngara en Rumanía
comenzaron solamente 10 días más tarde.
Casi al mismo tiempo (marzo-abril 1990), en un momento en que los llamamientos neo-racistas eran
frecuentes en los debates públicos sobre el tema de la inmigración, el Gobierno austríaco consideró
reintroducir el requisito del visado para los polacos. Tras un prolongado debate político, incluyendo los
meses que precedieron a las elecciones para la Asamblea Nacional (durante las cuales el sentimiento
antipolaco creció considerablemente), el Gobierno finalmente reintrodujo el requisito del visado para los
visitantes de Polonia. Aunque afirmó que su motivación principal era la de intentar combatir el aumento de
polacos que venían a Austria de “vacaciones de trabajo”. como se las llamaba (es decir, trabajando
ilegalmente por salarios más bajos), lo que había sido ostensiblemente más evidente en Viena y en la Baja
Austria, también representó una reacción frente a la retórica de la campaña sobre el “turismo criminal”.
Ambas medidas, que restringían viajar a Austria, encontraron el apoyo de la mayoría de la población.
En una encuesta de junio de 1990, el 92 por ciento de los austríacos estaban a favor de multas más severas
para los extranjeros que trabajaran sin el permiso de trabajo. y el 58 por ciento estaban a favor de introducir
el requisito general del visado para los europeos.
El miedo de los austríacos a ser “invadidos” o “dominados por extranjeros” (überftutung y
überfreandung), el aumento de actitudes negativas hacia los “refugiados del Este” relacionado con lo
anterior, deben contrastarse sin embargo con la realidad de las recientes tendencias demográficas del país.
Según el último censo (septiembre de 1991), los habitantes de Austria llegaron a 7.800.000. Lo que
representaba un aumento de aproximadamente 250.000 en números absolutos, o casi el 3% sobre el nivel de
población registrado en 1981. (La población de Viena aumento sólo un 0.1% durante el mismo período). De
un cuarto de millón de personas que constituían el incremento de población total austríaca, por lo menos
233.400 eran inmigrantes. De este modo, como sugirieron los demógrafos austríacos, con la edad media de la
población nativa en aumento, los recursos para la asistencia social del Estado austríaco se iban a ver en
peligro sin el continuo flujo de inmigrantes jóvenes capaces de financiarla (Fassmann et al., 1991).
En 1991, 400.000 extranjeros vivían en Austria, casi el 5.1% de la población total. Esto corresponde
aproximadamente al porcentaje de trabajadores extranjeros y de miembros de sus familias que vivían en
Austria en los años 70.

3
Se puede calibrar la reacción austríaca oficial frente a la ola de solicitantes de asilo procedentes de Rumania, Polonia,
Bulgaria y Checoslovaquia si se consideran las siguientes cifras: en 1989, se aprobaron 2.839 de 21.862 solicitudes de
asila; y en 1990, 1.596 de 22.800.

5
4. EL NEO-RACISMO4 EN LA AUSTRIA CONTEMPORÁNEA: UN ESTUDIO5 DISCURSIVO-
HISTÓRICO

En 1991. el Departamento de Lingüística Aplicada de la Universidad de Viena comenzó un estudio


piloto titulado “Las actitudes de Austria hacia sus vecinos europeos centro-orientales: estudios del discurso
público xenófobo”. El objetivo del estudio era discernir las actitudes que los austríacos tenían hacia los
húngaros, checos y eslovacos, polacos y rumanos en los años comprendidos entre 1988 y 1990 y si habían
cambiado tanto, y de qué forma, a lo largo de la historia como en este periodo de tiempo. Específicamente, el
estudio examinó –cuantitativa y cualitativamente– las expresiones neo-racistas y las estrategias discursivas
en los periódicos nacionales y regionales, revistas semanales, e informativos y documentales de la televisión
y la radio. Además, se mantuvieron entrevistas con políticos y con personas encuestadas al azar (“el
hombre/mujer de la calle”). Como en el estudio sobre el antisemitismo de posguerra (Wodak et al., 1990) se
aplicaron acercamientos sociolingüísticos, psicolingüísticos y lingüístico-textuales desde el punto de vista
“discursivo-histórico”: fuentes originales, los contextos políticos y sociales precisos y los conceptos
psicológicos sociales se integraron en el análisis (véase sección 2).
El estudio piloto sobre las actitudes hostiles y prejuiciosas hacia los extranjeros toma como punto de
partida metodológico a investigación arriba mencionada del discurso antisemita en Austria tras la Segunda
Guerra Mundial. Este estudio identificaba y sistematizaba el abanico de formas en que se realizaba
lingüísticamente el discurso prejuiciado que evocaba los antiguos y nuevos estereotipos antijudíos. Aunque,
por supuesto, se descubrió que el contenido de los respectivos prejuicios variaba según el contexto político e
histórico, los resultados del estudio piloto sobre xenofobia sugieren que las formas lingüísticas utilizadas
para expresar el prejuicio contra los judíos y aquellas utilizados para expresar el prejuicio contra extranjeros
eran estructuralmente comparables.
Las mayores diferencias surgieron en situaciones públicas formales análogas. Así, los tabúes o las
sanciones normativas esperadas o percibidas que se obtienen en un escenario dado gobiernan lo que se puede
decir y cómo se ha de expresar.
Los resultados del estudio de 1986 sobre antisemitismo sugirieron que debido a que, después de
1945 había un tabú generalizado contra quienes declaraban abiertamente sus prejuicios contra los judíos, con
frecuencia se expresaban tales opiniones indirectamente. Cuanto más oficial o pública era la situación de
habla, más necesario se hacía para los hablantes presentarse de manera positiva o hacer pública demostración
de falta de prejuicio. por ejemplo. descargos de responsabilidad introductorios tales como “Todo el mundo es
igual a mis ojos”, “Tengo varios amigos judíos”, “Personalmente no soy antisemita”, seguido del inevitable
“pero...” para poder expresar el prejuicio de una forma tolerable. Cuanto más anónimo era el escenario de la
manifestación tanto menos probable era que los hablantes sintiesen la presión de tener que justificar sus
actitudes prejuiciosas mediante dichas demostraciones de inocencia. Por consiguiente. las manifestaciones
más a las claras de los prejuicios más crudos podían darse, por ejemplo, en las conversaciones de grupos de
transeuntes en una vigilia conmemorativa que celebraba la resistencia austríaca, donde el anonimato de los
hablantes era casi completo.
Como mostrará el análisis de los elocuentes textos más abajo. este último aspecto también se aplica a
la expresión de actitudes racistas u hostiles hacia los extranjeros (cf. Matouschek y Wodak. 1993;
Matouschek, 1992a). No obstante. mientras que la manifestación a las claras del discurso antisemita
permanece sujeta a ciertas normas públicas á causa de la complicada relación de Austria con su pasado
nacional-socialista, los prejuicios neo-racistas contra los extranjeros pueden encontrarse en el espectro
político y en los escenarios públicos más variados.
En las siguientes secciones nos gustaría ilustrar tanto la gama de prejuicios contra los extranjeros
europeos orientales y centro orientales como las formas a través de las cuales se expresa en el discurso

4
Matouschek (1992a) analiza detalladamente los conceptos de racismo, prejuicio y estereotipo utilizados en los debates
sobre xenofobia. El uso del término “racismo” resulta en cierto modo problemático en las discusiones en lengua
alemana. El uso de la palabra “raza” en este contexto tiende –guste o no– a connotar concepciones biológico-raciales
específicas que subyacen a la política racial nacional-socialista. A efectos análiticos, no obstante, es útil señalar que los
prejuicios contra las minorías no se restringen a aquellas supuestas concepciones biológicas raciales, aunque por
supuesto la frontera entre lo meramente étnico y lo explícitamente racial es a menudo suficientemente fluida. Por esta
razón en este artículo empleamos el término “neo-racismo” para denotar las formas étnicas y biológico-raciales del
prejuicio, al tiempo que se advierte sobre la injustificada combinación de ambas.
5
En lo que viene a continuación hemos prescindido de un análisis detallado del concepto de prejuicio, pero desearíamos
remitir a los lectores a los siguientes trabajos: Quasthoff (1973), Van Dijk (1984, 1987 y 1993), Allport (1987), Wodak
et al. (1989, 1990), Dressler et al. (1990) y Menz (1989).

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público en Austria. Dedicaremos nuestra atención a historias de prejuicios, en otras palabras, al discurso oral
en diferentes escenarios. Estos nos permitirán mostrar la influencia que el contexto específico tiene en la
emisión y así demostrar el valor metodológico del acercamiento discursivo-histórico. Aunque se afirma con
frecuencia que tras el caso Waldheim el discurso antisemita ha sido desplazado por la xenofobia neo-racista,
nuestros datos sugieren, por el contrario, que el prejuicio contra los judíos circula y se articula mediante el
prejuicio contra extranjeros. Las declaraciones antijudías ocurren a menudo en conjunción con declaraciones
contra extranjeros. aunque los contenidos de los respectivos prejuicios, como es frecuente, divergen.
Nuestros datos parecen confirmar así la tesis de Theodor Adorno (1950/1973) que plantea que cualquiera que
posee un prejuicio es susceptible de tener otros muchos: según la necesidad, se encontrará el chivo expiatorio
relevante, siempre fuera del grupo al que uno pertenece.

5. LENGUAJE Y PREJUICIO-CONTENIDO Y FORMA

5.1. Contenido del prejuicio

En las secciones anteriores de este trabajo, se utilizó el término prejuicio en su sentido coloquial y
cotidiano. La investigación desde la perspectiva del discurso-análitico del prejuicio (Vorurteilsforschung),
que recurre a las tradiciones socio-comitivas y socio-psicológicas, contrapone la noción de actitudes,
utilizadas para describir una serie de percepciones, evaluaciones y tendencias a actuar, a la de “objetos”
“actitudinales” o sociales. En su famoso estudio, Allport se refirió a la relación entre procesos cognitivos
“normales” y la producción de prejuicios:

... El prejuicio es una aversión basada en una generalización intolerante e incorrecta, que
puede sentirse o expresarse ante un grupo en su totalidad o ante un individuo porque ser miembro
de ese grupo. (1954/1987: 9).

Desde finales de los 70, el acercamiento cognitivo (Van Dijk, 1984) se ha llegado a utilizar cada vez
más en la investigación discursivo-analítica del prejuicio y la discriminación social. Según esta visión, la
formación del prejuicio debería verse como un medio por el cual un individuo procesa información sobre el
mundo. El individuo aprende y adopta categorías que le ayudan a organizar su mundo cognitivamente.
Dichos esquemas de clasificación son a su vez más o menos resistentes a la modificación o alteración,
dependiendo hasta qué punto un esquema dado refuerza las preferencias ideológicas del individuo.
El prejuicio puede así entenderse como un fenómeno social, afectivo y cognitivo complejo, como
dice Van Dijk:

El prejuicio es un fenómeno social y cognitivo. No es simplemente una característica de las


creencias individuales o las emociones sobre grupos sociales, sino una forma compartida de
representación social por los miembros de un grupo, adquirida durante los procesos de
socialización y transformada y puesta en práctica en la interacción y comunicación social.
(1987:13)

En nuestra opinión, una de las principales tareas del ACD es decodificar y diseccionar las formas
discursivas que la expresión de los prejuicios sociales adoptan.
Aunque el prejuicio se constituye y se manifiesta a través del lenguaje, no hay un “lenguaje del
prejuicio” específico, sino más bien un uso del lenguaje prejuicioso, que varía según el contexto en el que
ocurre. La decodificación desde la perspectiva discursivo-histórica del discurso prejuicioso, que presta
atención al contexto preciso de la emisión, puede de esta manera vislumbrar los factores ideológicos
determinantes de las realizaciones discursivas específicas.
Nuestro análisis desde la perspectiva discursivo-histórica se concentra así a lo largo de tres
dimensiones: la dimensión del contenido de los prejuicios (que varían según el grupo social al que se
dirijan); la dimensión de las estrategias de argumentación (es decir, los dispositivos de cohesión en los textos
que sirven a objetivos argumentativos específicos); y la dimensión de las realizaciones lingüísticas
(generalizaciones, historias, etc). Ilustraremos cada una de esas tres dimensiones a continuación.

7
5.2. La creación de temas en los medios de comunicación como indicador de cambio en las actitudes
hacia “nuestros” vecinos europeos centro-orientales

La investigación llevada a cabo a nivel internacional (Wodak et al., 1990; Van Dijk, 1984, 1987 y
1993; Jäger et al., 1992; etc) ha podido establecer que la forma y el contenido del discurso neo-racista
dirigido contra extranjeros permanecen bastante constantes en diferentes países europeos
independientemente de a qué grupo étnico se dirija. La mayor parte de este trabajo comparte la suposición
cognitiva de que los diferentes temas de debate sobre los prejuicios contra los grupos étnicos se condensan
para formar un esquema de actitudes básicas. Los individuos utilizan este esquema o similares para filtrar o
almacenar información sobre cualquier grupo marginal dado.
La comunicación sobre minorías se centra temáticamente en pocos elementos. tales como diferencia,
anomalía y amenaza percibida.
Los tipos de ternas sobre extranjeros pueden resumirse de la siguiente manera:

1. 1 Ellos (los extranjeros) perjudican nuestros intereses socio-económicos. El énfasis está


en la amenaza de los intereses económicos debido a la competencia.
2. Ellos (los extranjeros) son diferentes en términos de cultura, mentalidad, etc. El énfasis
aquí está en la amenaza al orden cultural.
3. Ellos (los extranjeros) están relacionados con actividades que se consideran negativas
(ej. que se relacionan con un comportamiento ruidoso) o tienen tendencias criminales.
Lo que aquí se subraya es la amenaza de anomalía con respecto al orden social.

Un análisis que rastree la aparición de los temas muestra cómo reaccionó realmente el discurso
público en Austria frente a las condiciones de cambio, en otras palabras, cómo los medios de comunicación y
la política vieron el llamado nuevo “problema del refugiado y el extranjero”. Este análisis muestra una fuerte
conexión temporal entre la nueva libertad para viajar y la emigración en los países del antiguo “telón de
acero” y el evidente cambio de actitud hacia nuestros vecinos del Este. Con la primera gran oleada de
viajeros que comenzó en 1988 se produjo un gran aumento de solicitudes de asilo. El “problema del
refugiado” y el miedo que lo acompañaba se convirtió así en uno de los asuntos más importantes de la vida
pública en Austria.
Los miedos relacionados con las implicaciones sociales de la oleada de inmigrantes se encontraban
en el centro mismo del debate público ya en enero de 1988. El levantamiento de las restricciones para viajar
a Hungría (que generó lo que se describiría como “el turismo de. las compras” en marzo y abril de 1988) y a
Polonia (al eliminarse los requisitos del visado en mayo de 1988) hizo crecer el número de europeos del Este
que visitaban Austria. La presencia fundamentalmente de más polacos (como en julio, cuando autobuses
llenos de turistas vinieron a visitar Austria) desató el temor a que el flujo incontrolado de mano de obra
barata e ilegal socavaría los cimientos sociales y económicos del país. Tales temores se reprodujeron en
expresiones como “trabajo orientailegal” (Ost-Schwarzarbeit), “trabajadores invitados del bloque de Este”
(Ostblock-Gastarbeiter), “equipo de trabajo de Viena” (Wiener Arbeits-Strich), “extranjeros sin trabajo”
(Arbeitslose Ausländer), “invasión de polacos sin trabajo” (Invasion von arbeitslosen Polen), “los polacos
vienen de vacaciones a trabajar” (Polen komnen auf Arbeitsurlaub), o el fastidioso “turismo de las compras”
(Einkaufstourismus) de la “estampida de magiares” (Ansturm der Magyaren) en Magyarhilferstrasse (un
juego de palabras con Mariahilferstrasse, una de las zonas comerciales más importantes de Viena), “viajantes
de comercio polacos” (Polnische Handelsreisende), el “mercado negro polaco en la plaza de México”
(Polen-Schwarzmarkt am Mexikoplatz), “los comerciantes de licor y salami” (Die Schnaps-und Salami-
Händler), o el “vodka (es) moneda” (Währung Wodka).
La euforia inicial que despertaron las agitaciones sociales y políticas en los países del bloque oriental
a finales de 1989 dio paso enseguida a un sentimiento generalizado de xenofobia. Se hizo hincapié en que
Austria “no era un país para la inmigración” (Einwanderungsland), para los llamados “refugiados
económicos” (Wirtschaftsftüchtlinge) y “falsos solicitantes de asilo” (Scheinasylanten) del Este. Los medios
de comunicación transmitieron esos temores y hablaron de un “éxodo”, de una “invasión o estampida
masiva” (Massenansturm bzw-strom), de una “migración en masa” (Massenwanderung), etc. Los
“refugiados” (Flüchtlinge) estaban ahora más estrictamente divididos en “refugiados políticos”, de los que
ostensiblemente ya no había más en Europa del Este, y “refugiados económicos”.
Otro grupo de prejuicios descansaba (y descansa) en el miedo a un aumento de la criminalidad, en
concreto de la criminalidad extranjera. Esto se reflejó en titulares tales como “Aumento del crimen”
(Kriminalanstieg), “Turismo criminal de Polonia” (Kriminaltourism aus Polen), “Aumento de la

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criminalidad extranjera” (Anstieg der Ausländerkriminalität), etc. Si la justificación para esta forma de
hostilidad hacia los extranjeros en el otoño de 1989 era la referencia al aumento en el número de condenas
por robo en Viena y alrededores, en marzo de 1990 el asunto mismo se había transformado en un miedo
general a la amenaza de la ley y el orden.
Esta evolución general en las actitudes se reflejó en los resultados de un sondeo llevado a cabo en
verano de 1990. El 67 por ciento de los encuestados en el sondeo estaban completamente de acuerdo (el 33
por ciento) o tendía a estar de acuerdo (el 34 por ciento) con la declaración de que: “Por encima de todo lo
demás, la inseguridad, el desorden y la criminalidad han sido los principales efectos secundarios causados
por los extranjeros que han llegado a Austria” (cf. Plasser y Ulram, 1991a:321),
Durante la campaña anterior a las elecciones de 1990 a la Asamblea Nacional Austríaca, el discurso
público de los medios de prensa y de los partidos políticos se contaminó completamente con este tema.
Jugando con tales sentimientos la sección vienesa del Partido de la Libertad de Austria (Freiheitliche Partei
Österreichs, o FPÖ, un partido que comparte muchos rasgos con el movimiento Le Pen en Francia), por
ejemplo, sacó un cartel electoral donde se declaraba: “¡No se debe permitir que Viena se convierta en
Chicago!”. En las elecciones, el FPÖ consiguió más del doble de votantes que en las elecciones anteriores
(Plasser y Ulram, 1991b).
El eslogan, en cierto modo desconcertante, “¡No debemos permitir que Viena se convierta en
Chicago!”, no evoca a primera vista asociaciones con el crimen identificado en la imaginación popular con
las grandes ciudades americanas en general, y, en el caso de Chicago, alude además a varias películas y
series de televisión sobre el crimen organizado durante el periodo de la prohibición y los años 30 (por cierto,
un periodo de inmigración masiva en los Estados Unidos desde Europa). El hecho de que Chicago sea la
ciudad con mayor concentración de personas de origen polaco fuera de Polonia sugiere otra realidad
significativa a la que el diseño de este cartel podía aludir. Si este modelo se relaciona discursivamente (como
ocurrió temporalmente) con el tema dominante de la campaña sobre la “criminalidad extranjera”, hay pocas
dudas acerca de si el eslogan fue una forma característica de expresar el tipo de resentimiento xenófobo que
la nueva ola de “turismo criminal” había desencadenado. En un comentario publicado el 6 de mayo de 1990
(es decir, en el periodo que precedió a las nuevas elecciones), por ejemplo, Richard Nimmerrichter, el
principal columnista del diario austríaco Neue Kronen Zeitung, escribió sobre el nivel especialmente alto de
crímenes perpetrados por extranjeros en general, aunque el único ejemplo que introdujo hizo referencia
solamente a un grupo nacional, los polacos.
Según la encuesta mencionada previamente, el 69 por ciento de los que votaron al FPÖ en Viena
mencionaron la postura del FPÖ con respecto al problema de los extranjeros como una motivación para su
intención de voto (un 40 % de los votantes del FPÖ de toda Austria consideraron que la postura del partido
respecto a los extranjeros era una razón para apoyarles), de hecho, la motivación que más frecuentemente se
menciona. El 22 por ciento de todos los votantes austríacos hicieron mención al problema de los extranjeros
considerando que había tenido una gran influencia en sus decisiones, mientras que el 41 por ciento contestó
que había tenido cierta influencia (Plasser y Ulram, 1991a:319).
Además del temor a ser invadidos o barridos por los extranjeros (Überflutung, Überfremdung), y de
que Austria perdiera su identidad cultural y su modo de vida, otro prejuicio los relacionaba con cuestiones
económicas o sociales. Incluso en las últimas décadas del siglo XIX, las migraciones debidas a razones
económicas dentro del Imperio de los Habsburgo fueron la causa principal (junto a los esfuerzos separatistas
de las agrupaciones nacionalistas) de que el conflicto de las nacionalidades en la monarquía de los
Habsburgo adquiriese acentos particularmente violentos. Miembros de la burguesía austríaca de habla
germana solían percibir y presentar los éxitos económicos de sus homólogos “no germanas” como una
“inundación extranjera” que amenazaba la supremacía cultural germana; los partidos nacionalistas germanos
más extremistas hicieron de ello una cuestión de campaña política (Burger, 1990).
Los últimos sondeos indican la presencia de esos miedos difusos entre la población polaca actual.
Por ejemplo, el 45 por ciento estuvo o bien completamente de acuerdo (el 22 por ciento ) o bien tendía a
estar de acuerdo (el 23 por ciento) con que el elevado número de extranjeros en Austria era una amenaza
para la forma de vida y la identidad de los austríacos (Plasser y Ulram 1991a: 321).
“Los extranjeros” también llegaron a ser una cuestión de primera línea en las elecciones municipales
de Viena en 1991. La campaña publicitaria de los periódicos dirigida por la organización vienesa del Partido
del Pueblo Austríaco Demócrata Cristiano (Österreichische Volkspartei, o ÖVP) exigiendo “Viena para los
vieneses” jugó con ese tipo de miedos a una “invasión” extranjera. Tras el aparente éxito de su eslogan
“Chicago”, la organización FPÖ de Viena jugó con los mismos sentimientos en carteles donde se leía “Viena
debe seguir siendo la ciudad natal para nosotros los vieneses” y “Viena tiene que recobrar su seguridad”.
Relacionando implícitamente los deterioros percibidos en los estándares educacionales con el elevado

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número de niños extranjeros en los colegios públicos, un cartel de la FPÖ exigía “Una oportunidad para
nuestros hijos”. En este ámbito los temas y contenidos del discurso sobre los refugiados de Europa del Este
caen sin ningún esfuerzo en el prejuicio racista o étnico de forma bastante explícita. Los sondeos muestran
cómo se suele considerar que los extranjeros son en general agresivos, que conceden un valor insuficiente al
orden, que son perezosos, ruidosos, sucios e ignorantes (Plasser y Ulram, 1991b).
El análisis de cuáles son los tópicos en juego es importante porque refleja la organización temática
abstracta en que suelen agruparse lo prejuicios contra los extranjeros. Es esencial en esta conexión reiterar el
significado e Influencia de la elección de los tópicos en la formación del prejuicio por parte de las élites
sociales como políticos, periodistas, etc. Como dice Van Dijk, resumiendo sus muchos años de investigación
de los prejuicios en el discurso:

La mayoría de las historias étnicas que aparecen en los periódicos no son reproducciones de
las historias conversacionales que examinamos con anterioridad. Por el contrario, las historias
cotidianas reproducen a menudo las historias de los medios de comunicación. (Solamente) en este
sentido es verdad que los medios de comunicación (aseguran) proporcionan lo que el público
“pide”... En contraposición a lo dicho, tenemos razones y pruebas empíricas para suponer que los
grupos de élite proporcionan las (pre)formulaciones iniciales de los prejuicios étnicos en la sociedad,
y que los medios de comunicación son el canal principal y el contexto comunicativo para dicho
discurso. (1987: 361).

En el sondeo citado arriba (Plasser y Ulram, 1991.a), el 84 por ciento de los encuestados informaron
no haber tenido experiencias negativas con extranjeros en los meses anteriores al sondeo, el 69 por ciento no
había tenido contacto con extranjeros en su barrios, y el 70 por ciento no contaba con extranjeros entre sus
amistades y conocidos. Sin embargo, fue precisamente entre los encuestados con menos contacto directo con
extranjeros donde el miedo y el odio a los extranjeros era más pronunciado. La disonancia entre la
experiencia personal y la actitud negativa es sabida como el territorio más fértil para la fow ración y
reproducción del prejuicio neo-racista contra las minorías étnicas.

5.3. Ejemplos de discurso público

Nuestro análisis del modo en que los problemas y temas se desarrollaron en el material que
investigamos indica que los distintos prejuicios relacionados con la amenaza que los extranjeros parecían
representar para la economía empezó a expresarse cautelosamente desde principios de 1988. Tras la apertura
de las fronteras en Europa del Este en la primavera de 1989. dichos temores empezaron a acompañarse de
expresiones de ansiedad cultural, y para marzo de 1990 como muy tarde –tras las primeras seriales de
descontento entre la población– la anterior justificación socio-económica de la hostilidad hacia los
extranjeros había concedido en general un espacio privilegiado a las expresiones del prejuicio neo-racista.
Hay también una especie de jerarquía del prejuicio contra grupos étnicos específicos en la que se caracteriza
a los polacos y rumanos de una manera particularmente negativa. Hemos elegido tres ejemplos que
consideramos sintomáticos para ilustrar el fenómeno que hemos estado describiendo arriba.

5.3: Ejemplo 1. Como ya mencionarnos antes, en su columna del 6 de mayo de 1990 en el Neue
Kronen Zeitung, Richard Nimmerrichter, alias “Staberl”, escribió sobre el alto nivel de criminalidad,
especialmente extranjera, en Austria, citando a los polacos como la causa principal; de hecho, los polacos
fueron los únicos ejemplos que mencionó, Explicó y justificó el clima de hostilidad reinante hacia ciertos
extranjeros como resultado del hecho de que había habido un aumento de la criminalidad extranjera, para
sólo ofrecer una calificación ambigua inmediatamente después:

Ahora, por supuesto todo el mundo que está en plena posesión de sus cinco sentidos sabe
que ningún pueblo (Volé), ningún grupo, ni nacionalidad es en principio mejor o peor que ningún
otro. No obstante, los extranjeros que están dominando (überschwemmen) nuestro país en este
momento y que tan descaradamente se hacen llamar “refugiados” no sólo no lo son, sino que
tampoco son parte representativa de sus respectivos pueblos.

De esto Nimmerrichter colige, de manera aparentemente lógica:

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Los otros rumanos, polacos, checos o húngaros, es decir, aquellos que son tan buenos o tan
malos como nosotros (mismos), no han huido. Se han quedado en casa para reconstruir su tierra
natal ahora que los dictadores han llegado a su fin. (Neue Kronen Zeitung, 6 de mayo de 1990).

Por tanto, Nimmerrichter atribuye la criminilidad, como estereotipo étnico, a la totalidad de los
refugiados europeos orientales –pero especialmente a los polacos– en Austria, empleando un prejuicio étnico
para justificar los intereses socio-económicos en juego. En agosto anterior. Nimmerrichter había escrito
sobre la ética relajada de los polacos, cosa que ya había hecho en tono similar en otras ocasiones.
Los políticos socialistas tampoco son inmunes a dichos prejuicios, como indican los comentarios del
Canciller austríaco Franz Vranitzky en junio de 1990. Vranitzky fue citado por sus siguientes palabras: “No
necesitamos vendedores del Este trapicheando con salami, alcohol o tabaco en nuestras calles” (citado en el
Neue Kronen Zeitung, el 11 de junio de 1990).

5.3: Ejemplo 2. La declaración que aparece en el título de nuestro artículo fue hecha por Josef
Ratzenböck, gobernador de la provincia de la Alta Austria, el 9 de marzo de 1990, como respuesta a
preguntas sobre el alojamiento de los ciudadanos rumanos en busca de asilo, en el pueblo de Franking. Hizo
el comentario en medio de la primera gran protesta popular local contra la acogida de esos solicitantes. “Se
trata de gente”, reivindicó Ratzenböck, “que con sólo mirarla se adivina su origen, y la gente teme que, como
consecuencia de ello, descienda el turismo”. Ratzenböck no empleó ningún concepto racial explícitamente,
pero su alusión a los rasgos fenotípicos deja claro las implicaciones racistas de sus observaciones. Dichos
rasgos estaban relacionados con características étnicas negativas, en este caso con un comportamiento
criminal y anómalo. Sin embargo, la cualidad alusiva de su declaración solo puede determinarse por el
contexto. El modo en que Ratzenböck tradujo los temores de los ciudadanos de Franking se correlacionaba
con la relevancia pública que había adquirido la percepción de que. los extranjeros representaban una
amenaza para la seguridad económica y social de Austria. Este ejemplo indica la falta de un consenso
normativo general en Austria sobre cómo se debe hablar sobre los extranjeros en público. El Secretario
General del ÖVP de aquel momento. Helmut Kukacka, por ejemplo, no podía detectar ninguna huella de
hostilidad hacia los extranjeros en las palabras de Ratzenböck. Sin embargo, el rechazo o repudio de las
observaciones de Ratzenböck por parte de amplias secciones del público políticamente activo sugiere no
obstante que al menos su argumento de velado racismo había sobrepasado los límites ideológicos de la
supuesta tolerancia oficial.

5.3: Ejemplo 3. Aproximadamente un año después de la afirmación de R.atzenbóck, Alois Huber, un


representante de la Asamblea Nacional del FPÖ, habló para el diario austríaco Der Standard sobre la
cuestión de los refugiados. Declaró:

Me opongo a este tipo de mezcla. Si el Creador hubiera querido sólo una única raza, habría
creado sólo una. Sin embargo, hay varias razas (Volksrassen), y el Señor debía saber lo que estaba
haciendo. (Der Standard, 6 y 7 de abril de 1991).

Huber enlaza explícitamente un concepto biológico de raza con la historia de la Creación. Su rechazo
a “la mezcla” da voz a la mitología de la sangre, lo que el historiador Imanuel Geiss (1988: 15) ha
considerado como uno de los principios elementales del racismo.
La opinión expresada por Huber es claramente un crudo prejuicio racista enraizado en el
antisemitismo biológico y racial de los nazis. Ya que el respeto por las normas sociales en Austria ante tales
opiniones abiertamente racistas requeriría (y normalmente recibiría) una respuesta vehemente e inmediata
por parte de la opinión pública crítica, la ausencia de cualquier tipo de reacción pública de rechazo con
respecto a los comentaríos de Huber puede probablemente explicarse sólo como una expresión de la muy
baja estima que se tiene de Huber como político en Austria. Al mismo tiempo, las descarnadas observaciones
racistas de un político de extrema derecha expresan los sentimientos que se reflejan de diferentes maneras en
el miedo étnico a ser inundados por extranjeros y la amenaza para la identidad y la forma de vida propia de
uno.

5.4. Estrategias de argumentación en el discurso prejuiciado

Las estrategias de argumentación llevan consigo la unión de aquellos contenidos diferenciados pero
relacionados en un texto dado que sirven para promover y reforzar la transmisión del prejuicio (en el

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contexto presente, el prejuicio neo-racista) mientras simultáneamente intenta enmascararlo (Wodak y Menz,
1990; Wodak et al., 1990). Dichas estrategias incluyen, entre otras:
1. Estrategias de definición (cf. Tajfel, 1981, 1982) y construcción del grupo, en otras
palabras, estrategias que constituyen un “discurso del nosotros”6. Una función esencial
del “discurso del nosotros” es la de rehuir la responsabilidad o la culpa personal y su
desplazamiento al grupo como un todo. (“Lo que mucha gente cree no puede estar mal”).
2. Estrategias de justificación que capaciten a los hablantes para evaluar y asignar la culpa
o la reponsabilidad. El objetivo de dicho “discurso de la justificación”, el cual está
íntimamente ligado al “discurso del nosotros”, es permitir que el hablante se presente a sí
mismo/a libre de prejuicios o incluso víctima del llamado prejuicio “invertido”.
Una estrategia de justificación típica en el discurso prejuiciado lleva consigo la descripción de un
conflicto dado en términos de blanco y negro. El mundo se divide en bueno y malo, se construyen
dicotomías normativas rígidas, y se enfatiza el contraste nosotros-ellos. Un método similar es el de la
negación de la culpa o de la responsabilidad. Los medios que se prefieren para conseguir esto es citar las
opiniones de otros y la de contar relatos; ambos permiten al hablante evadirse de la responsabilidad del
contenido de los comentarios emitidos. La estrategia del chivo expiatorio va más allá de la mera negación de
la culpa, ya que en este caso el hablante no reconoce explícitamente motivos de responsabilidad personal.
sino que más bien entiende que la culpa recae exclusivamente en otros. Expresado en categorías
psicoanalíticas, esta estrategia lleva consigo una proyección de la propia agresividad y de los posibles
sentimientos de culpa en otras personas o grupos. La inversión “discriminado-discriminador” representa un
caso extremo de la estrategia del chivo expiatorio, ya que a las víctimas del prejuicio se las considera
responsables de los mismos ataques dirigidos contra ellas.
Tres macroestrategias más son características del discurso de la justificación. La primera lleva
consigo la distorsión de las declaraciones de otros por parte del hablante (o el escritor). Esto puede hacerse
bien exagerando o trivializando las opiniones de un oponente, y puede realizarse tanto a nivel léxico (por
medio del uso de la imprecisión, la predicación o la animación) como a nivel textual (por medio del uso de
historias, escenarios irreales o comparaciones). La presentación positiva de uno mismo es otro elemento
importante en el discurso de la justificación y está íntimamente ligado a la racionalización, al defender
prejuicios por medio de argumentos casi racionales, a los “motivos objetivos” o a los distintos tipos de
estadísticas (ej. los resultados de los sondeos).
Antes de pasar a nuestros análisis textuales detallados nos gustaría citar un ejemplo particularmente
claro (y burdo) del discurso de la justificación. El texto fue escrito por Humbert Fink y apareció en el
número del Neue Kronen Zeitung del 3 de octubre de 1991. Escribe Fink:

Pero tal vez el odio hacia los extranjeros es algo que sólo tiene que ver con la supervivencia
o la auto-afirmación.... Ya que sin él, resultaría fácil imaginar que pereceríamos por nuestra propia
compasión. Y abriéndonos a la pobreza (del mundo) durante suficiente tiempo nos convertiríamos en
parte de dicha pobreza.

Esta despiadada defensa neo-racista del odio a los extranjeros va más allá de la mera xenofobia: no
es temor a los extranjeros, sino odio hacia los extranjeros lo que Fink atribuye como parte del instinto
humano por la supervivencia. Otros escritores aducen pruebas etológicas (en particular la de Konrad Lorenz
[1974] o Irenäus Eibl-Eibesfeldt [1990]) que se suponen apoyan opiniones similares a las de Fink.

5.5. Narraciones prejuiciosas

El análisis discursivo-narrativo de los relatos prejuiciosos está diseñado para ilustrar nuestro
acercamiento al análisis del neo-racismo. En los estudios sobre el antisemitismo tras la guerra y sobre el
racismo hacia los inmigrantes pudimos mostrar que el contexto del discurso tiene un impacto significativo en
la estructura, función y contenido de las narraciones. Incluso la elección de las afirmaciones exculpatorias,
como fueron definidas por Van Dijk (1984, 1993) –si es que se usan– depende del contexto.
En el caso de nuestras narraciones prejuiciosas, el contexto tiene que estar definido de diferentes
maneras, debido a los numerosos niveles discursivos que fueron analizados. Por un lado, trabajamos con

6
Las formas lingüísticas para realizar esta constitución de grupos (nuestra tercera dimensión) incluyen (a) el uso de
elementos gramaticalmente cohesivos (pronombres personales, despersonalización [Anonymisierung], generalización y
no diferenciación [Gleichsetzung]); (b)la utilización de caracterizaciones vagas; y (c) la definición sustancial de grupos.

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normas oficiales y tabúes relacionados con las declaraciones antisemitas en la Austria de posguerra (Wodak
et al., 1990; Wodak, 1991.b; Mitten, 1992), así como con las actitudes históricas hacia los extranjeros como
las describíamos en las secciones 2 y 3. Por otro lado, analizamos los datos extraídos de contextos históricos
muy específicos. el caso Waldheim en 1986 y 1987 y la campaña para las elecciones vienesas de noviembre
de 1991. Y finalmente, incluimos el análisis del contexto de cada evento comunicativo, es decir, el escenario,
los participantes, el público, etc.
A continuación, nos gustaría analizar dos relatos referidos por hablantes que hicieron afirmaciones
racistas y antisemitas. No es simplemente una casualidad el tipo de historias que se cuentan y la función que
cumplen, el modo en que se presentan y cuándo cobran importancia en el discurso.

5.5.1. La manifestación conmemorativa. La situación. En junio de 1987 tuvo lugar una


manifestación conmemorativa en la plaza San Esteban de Viena. justo en el centro de la ciudad. Había sido
organizada por el “Club Republicano”, una organización liberal de izquierdas que se había formado
principalmente para contrarrestar el antisemitismo que surgió durante la campaña de Waldheim a las
elecciones presidenciales de 1986, pero que continua ocupándose de asuntos similares. La manifestación
recordaba a las víctimas de guerra austríacas, especialmente aquellas que murieron en los campos de
concentración.
La manifestación conmemorativa causó gran sensación. Las personas formaron grupos
espontáneamente. Muchos parece que consideraron la mera presencia de los que se habían reunido como una
provocación que invitaba, si es que no exigía, una respuesta. De hecho, muchos realmente se sintieron
provocados y comenzaron –inesperadamente– a expresar sus opiniones y actitudes para liberarse de la
agresividad, para contar historias, etc.
Grabarnos esas conversaciones día a día; ya que nunca antes habíamos tenido la oportunidad de
obtener material de este tipo que apoyara el “punto de vista interior” del objeto de la investigación. Hubo
conversaciones y polémicas sobre multitud de temas, por ejemplo, las prestaciones sociales y las pensiones,
la campaña electoral, el pasado de Austria y los judíos.

La historia (V = Varón).

V5: No, no... para mí todo el mundo es igual, pero los judíos...
V3: Pero no puede –pero algunos son más iguales, ¡o qué!
V5: Perdone. ¿puedo? –Si se me permite, por ejemplo, contar una historia. una historia que oí de mi
abuelo. Mi abuelo era muy, muy pobre. Eran granjeros. Se las veían y deseaban para llegar a final de mes.
¿Que qué pasó? A un judío se le ocurrió traerle unos gansos, unos gansos jóvenes. No tiene que pagarme
ahora, puede pagarme dentro de medio año. ¿Que ocurrió entonces? Medio año más tarde mi abuelo no
podía pagarle, el judío se llevó los gansos engordados; de esta manera se los habían alimentado y ahora se
los llevaba sin pagar. Esa es la otra cara [de la moneda], y nadie habló de ello. Y así fue.

La estructura de la historia corresponde a la estructura narrativa de Labov y Waletzky (1967). (a) El


Planteamiento señala la presentación positiva de uno mismo, pero los judíos son excluidos de esta afirmación
de inocencia, al sugerir que el hablante no se sintió en la obligación de presentarse como defensor de la
tolerancia por igual. (b) En el Nudo, encontramos la inversión discriminado-discriminador: se culpa al judío
de la pobreza de los granjeros. El hablante es muy emocional, relata la historia con mucha rapidez, con
entonación ascendente, casi gritando. El hablante utiliza incluso el estilo directo, cuenta una escena. Muy
pocas dudas y rupturas aparecen en la historia, lo que indica que no es la primera vez que la ha contado.
Además, suponemos que esas “historias de segunda mano” se usan muy a menudo, frecuentemente,
siguiendo un modelo fijo. (c) El Desenlace y el Epílogo sirven de resumen: ésta es la otra cara de la historia,
y nadie habla de ello. La historia es utilizada como contra-argumento, y, se supone, prueba que los judíos son
deshonestos, una conclusión que se afirma explícitamente.
Otros participantes de la conversación no perciben, o al menos no reaccionan a la lógica intrincada y
a la imposibilidad de aplicar la historia elegida para el mensaje deseado: la forma parece recurrir a modelos
conocidos de experiencia. Observemos que la historia sobre cl comerciante de animales de cría (“Viehjude”)
del pueblo judío es un estereotipo antijudío muy antiguo, probablemente contado una y otra vez en familia,
muy posiblemente apócrifo, pero no obstante parte de la tradición y la memoria colectiva (ej. Poliakov,
1977). Como suele ocurrir, para conseguir un escenario anónimo, la historia no es una experiencia que el
hablante haya tenido personalmente. Las experiencias negativas se cuentan con relación a otros.

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En este contexto, se hace posible insultar y echar la culpa a los judíos. El narrador inicia
abiertamente sus prejuicios, una mujer los hace suyos y, motivada por la historia del granjero, continúa con
una serie de generalizaciones propias: los judíos son perezosos; no desempeñan trabajos manuales; son
psiquiatras (es decir, tienen poder sobre la gente –posiblemente una alusión a Sigmund Freud–); los judíos
tienen la culpa del antisemitismo presente; despiertan sentimientos de antisemitismo en otras al provocar
problemas y ser una amenaza en el ámbito laboral; etc.
Habiendo encontrado un terreno en común, el narrador y la mujer hacen juntos un llamamiento
general a la compasión, es decir que se deberían lamentar todas las víctimas, y a la tolerancia, lo que
equivale a dejar que las cosas sigan su curso. Al final, sin embargo, a los judíos se les considera culpables,
porque no muestran (se supone) ninguna de esas cualidades. La naturaleza condicional de esos llamamientos
se obscurece por la universalidad superficial de las formulaciones. Aquellos que no comparten esos
supuestos se convierten ellos mismos en culpables.
Así, la historia también posee otra función en el discurso. Permite e introduce opiniones, incluso más
explícitas, al utilizar un modelo de argumentación inductivo como método: parte de la experiencia singular
para llegar a afirmaciones generales sobre el grupo discriminado. Encontramos varias veces este modelo en
el contexto anónimo.

5.5.2. El mitin electoral. La situación. El segundo ejemplo lo grabamos durante el mitin electoral del
FPÖ celebrado el 11 de noviembre de 1991. Como mencionamos con anterioridad, el discurso sobre los
extranjeros en Austria incluye hoy por hoy a polacos, rumanos, turcos, serbios y gitanos. Aunque los judíos
de Rusia también emigran a Austria, normalmente no se les menciona en el discurso anti-extranjeros. La
Derecha populista de Austria, representada por el FPÖ de Jörg Haider, ha ganado mucha popularidad y
consiguió muchos votos con la propaganda anti-extranjeros. especialmente en los distritos donde viven
muchos trabajadores, en los que no hace mucho había mayoría socialista.

Breve resumen del contenido. Tres personas, dos hombres y una mujer, estaban inmersos en una
conversación. Primero intercambiaron sus malas experiencias con los extranjeros (Tschushn): debido a la
criminalidad de los turcos, la madre anciana de uno de los hablantes no se atreve ni a salir al parque ella sola.
Su hijo tiene que acompañarla (primera historia). Inesperadamente. el discurso pasa al tema de los judíos.
Este fenómeno antisemita, al cual llamamos “ludeus ex machina”, se encuentra con frecuencia cuando se
necesita un chivo expiatorio general. La coherencia parece clara a todos los participantes, y no parece
necesitarse una transición explícita. Luego continúa la conversación, de nuevo sin transición, sobre los
extranjeros.

Las historias (A = varón adulto; J = varón joven; M = mujer).

A: Persiguieron a mi madre hasta echarla del parque, le dijeron que era un parque turco y que no
puede ir más allá. Tiene 86 años y cuando hace buen tiempo tengo que ir con ella al parque, ya ven, si
quiero que tenga un poco de tranquilidad
( ............................... )
J. Sí, heredó de su tío, de un judío, sí, pues bueno, ¿y de dónde lo sacó el judío?
M: Trabajan como nosotros
J: sí, ¿y sabe qué?, eh, su Hillinger, sí, usted también ha vivido
A: (...... ) igual que
J: mucho tiempo sí, ha vivido mucho tiempo en este mundo en el que vive
A: Hitler (..) con los palestinos, ¿entiende? no tienen nada bueno
J: en Viena, igual que los judíos, he visto a los judíos personalmente, los he visto personalmente, fue
así
J: pero nos utilizaron una y otra vez y le diré algo, crecí en el campo. Este judío llegó, no teníamos
nada que comer, nada que ponernos, mis padres se endeudaron para comprarme ropa y comida. El judío
llegó en tiempos de cosecha (..) y se lo llevó todo, en verano, y así entonces una vez más nos quedamos sin
nada para comer, así era él, así es el judío, mi querida señora, bien, y ahora le pregunto,
M: bueno, yo trabajé para unos judíos cuando era joven
J: yo también pasé por lo mismo. Yo también pasé por lo mismo, ya le digo, de chico
M: chica ( ......... )
J: ¿lo tuvieron fácil? lo que oí sobre lo que le ocurrió a
M: ( .......... )

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J: los judíos tengo muchos amigos y me han dicho que fueron utilizados
M: (........ )
J: una y otra vez, también, los utilizaron una y otra vez, bueno había uno, mire, hay buenos y malos
en todas partes, pero puedo pero, pero
M: exactamente (..) la mayoría de los judíos, son honrados de verdad (......)
J: pero pero hubo de hecho muchos malos y este judío les dejó eso, ¿no? Él nada de nada hasta que
y eso (...) lo sacó de algún sitio, ¿no? Bueno, entonces, usted ¿los judíos?
M: trabajan duro
J: El judío es hombre de negocios, él no trabaja, deja que trabajen otros por él
M: bueno, está bien, él sólo
A: el judío lo tiene aquí; señora mía ( )

La primera historia es breve; no tiene adaptación, ni afirmación de inocencia, pero comienza


inmediatamente con el nudo. Así la madre del hablante, una anciana, fue echada del parque por “ellos”. Los
perpetradores quedan en el anonimato y sin precisar. El desenlace está claro, no obstante: la madre ya no
puede ir sola al parque, porque éste ahora es “turco”. Las creencias que se implican. que los turcos son
delincuentes y violentos. en concreto, hacia las mujeres, se suponen dadas para los otros participantes. La
implicación es igualmente obvia: los austríacos tienen que defenderse.
La segunda historia comienza con una adaptación, un hablante menciona a un judío rico que parece
haber heredado dinero. La primera generalización que aparece, “el judío” (der Jude), hace de predicación.
“El judío” estaba a la orden del día en toda la propaganda antisemita y ésta es la tradición ideológica a la que
el hablante claramente alude. Luego se explica el tema: los judíos son ricos, pero la riqueza les viene de
casualidad más que del trabajo. El segundo hablante plantea una equivalencia de tipo moral entre los judíos y
los nazis: Hitler actuó del mismo modo hacia los judíos que los judíos hacia los palestinos. Esto sirve para
negar o justificar cualquier atisbo de culpa que los antisemitas pudieran sentir.
El segundo planteamiento de la historia es una generalización: los judíos no son buenos. Como en el
ejemplo anterior, el hablante no siente la necesidad de introducir ningún descargo de responsabilidad inicial.
El nudo, a continuación, es muy similar en estructura y contenido a nuestra primera historia: tina historia
sobre el judío de pueblo. De nuevo encontramos la inversión discriminado-discriminador: el judío es
responsable de la pobreza de los granjeros. Una mujer presente intenta defender a los judíos. Ha tenido su
propia experiencia con esa gente, cuenta, ya que trabajó para una familia judía. Pero no puede persuadir a los
dos hombres, puesto que continúan con el discurso antisemita, de nuevo –como la historia anterior– haciendo
generalizaciones y conclusiones generales partiendo de las pruebas empíricas de un ejemplo: los judíos son
unos explotadores y dejan que otros trabajen por ellos. Aunque hay “buenos y malos en todas partes”, como
la afirmación de inocencia –la primera que se introduce– sugiere que el judío es y sigue siendo hombre de
negocios. El hablante mantiene haber oído “lo que le pasó a los judíos”. pero incluso los que quedaron son
malos. La oración misma es internamente contradictoria: ya que hay “buenos y malos en todas partes”, se
supone que algunas personas buenas han sobrevivido, pero el uso del genérico “el judío” sugiere que todos
los judíos son malos. Bastante a menudo, tales contradicciones pasan desapercibidas, pero sin embargo son
típicas del discurso prejuicioso. No hace falta desenlace, la historia termina con otra generalización: “el judío
lo tiene aquí”, señalándose la cabeza, queriendo decir que los judíos son inteligentes y por consiguiente no
tienen que trabajar ellos mismos. La tentativa de la mujer de contestar. “que trabajan duro” pasa incluso
desapercibida.
Este relato antisemita posee así varias funciones relacionadas con su contexto específico: en
principio, subraya las malas experiencias con extranjeros en general (los judíos también son extranjeros).
Segundo, permite después más generalizaciones, como recurso inductivo. Y tercero, proporciona solidaridad
de grupo a los dos hombres que comparten las mismas opiniones en más de un ejemplo. También muestra
que el discurso neo-racista sobre los extranjeros no había sido sustituido por el discurso antisemita durante el
caso Waldheim, sino que sólo ha sido reelaborado y ampliado. La conclusión general del texto podría ser: los
austríacos “auténticos” son verdaderas víctimas; los extranjeros son delincuentes y roban los puestos de
trabajo e incluso si uno tiene un trabajo, los judíos le explotan.

6. CONCLUSIÓN

Los dos ejemplos del discurso confirman así que el antisemitismo sigue siendo parte de la tradición y
la memoria colectiva de Austria, incluso después de lo de Auschwitz y lo de Waldheim. Todos los partidos
políticos lo han utilizado en alguna ocasión y su irrupción ha confirmado la observación que Theodor

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Adorno hizo en The Authoritarian Personality (1950-1973), es decir, que el “antisemitismo explica todo lo
que de otro modo resultaría incomprensible”. Este discurso también prueba que las estructuras lingüísticas
del prejuicio neo-racista son las mismas, incluso cuando los temas varían según los grupos implicados.
También prueba que varios prejuicios se agrupan. La categorización básicamente racista de la experiencia
social de la gente puede influir en sus opiniones sobre las mujeres y distintos grupos minoritarios definidos
por categorías diferentes de la de raza.
Las formas lingüísticas del prejuicio neo-racista y antisemita han requerido el desarrollo de las
correspondientes herramientas lingüísticas para analizarlo. Estas, no obstante, tienen un valor analítico como
medidas diagnósticas que se extienden más allá del contexto austríaco donde comenzaron. A nuestra manera
de ver. somos capaces ahora de detectar los significados racistas y antisemitas en diferentes contextos con
más efectividad, así como explicar el impacto de ciertos rasgos contextuales en la cantidad y cualidad de los
comentarios. Así, esperamos que nuestro método discursivo-histórico, nuestros conceptos e instrumentos
analíticos abran nuevas perspectivas para el estudio crítico de las formas discursivas de otras formas
inexploradas del prejuicio étnico.

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