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Ciclo artúrico

Épica alemana
Parzival, de Wolfram von Eschenbach (ca. 1170-1220)
Nach diesen kam die Königin. (235, 15)
Ein Glanz von ihrem Antlitz schien,
Sie wähnten all es wolle tagen. Su rostro era tan resplandeciente que a todos les parecía que
Ein Kleid sah man die Jungfrau tragen había amanecido. La reina llevaba sedas de Arabí. Sobre un
Von Pfellel aus der Arabie. verde ajmardí portaba la perfección del Paraíso, a la vez su raíz
Auf grünem Kissen von Achmardi (20) y su brote. Era una cosa que se llamaba «el Grial», la mayor
Trug sie des Paradieses Fülle gloria del mundo. La que portaba el Grial tenía por nombre
So den Kern wie die Hülle. Repanse de Schoye. El Grial tenía esta condición: la que lo
Das war ein Ding, das hieß der Gral, cuidaba tenía que conservar su pureza y estar libre de maldad.
Irdschen Segens vollster Strahl. Ante el Grial traían lámparas, que no eran precisamente
Repanse de Schoie hieß (235, 25) baratas: seis bellos recipientes de cristal, altos y
Von der der Gral sich tragen ließ. resplandecientes, en los que ardía bien el bálsamo. Cuando
Der Gral war von solcher Art: entraron por la puerta, a la debida distancia se inclinaron con
Sie hat das Herz sich rein bewahrt, buenos modales la reina y las doncellas que llevaban las
Der man gönnt des Grals zu pflegen: lámparas de bálsamo. La reina inmaculada depositó el Grial
Sie durfte keine Falschheit hegen. ante el señor del castillo.
Lichter kamen vor dem Gral: (236, 1) La historia dice que Parzival miraba fijamente a la dama y
Die waren schön und reich zumal. pensaba que él llevaba puesta su capa. Las siete se fueron con
Sechs lange Gläser hell und klar, nobles ademanes junto a las otras dieciocho. Dejaron entonces
Drin brannte Balsam wunderbar. a la más noble en el medio. Según me han dicho, había doce a
Da sie gemessnen Schritts herfür (236, 5) cada lado. La doncella, con la corona, resplandecía allí en toda
Zur Tafel kamen von der Tür, su belleza.
Die Königin verneigte sich
Und jede Jungfrau züchtiglich,
Die da Balsamgläser trug.
Die Köngin ohne Falsch und Trug (10)
Setzte vor den Wirt den Gral.
Die Märe spricht, dass Parzival
Sie hab andächtig lang beschaut,
Der der Gral war anvertraut;
Er hatt auch ihren Mantel an. (236, 15)
Die Sieben gingen auch hindann
Und standen bei den achtzehn Ersten.
Da nahmen alle die Hehrste
Zwischen sich: Zwölf standen ihr
Zu beiden Seiten, sagt man mir. (236, 20)
Da stand die Magd die Krone tragend
Schön aus den Gespielen ragend.

Romance anglonormando
Mientras tanto, el romance francés, continuador de los cantares de gesta, junto con el poema religioso y alegórico, van cambiando paulatinamente el gusto del
público inglés. Lo curioso es que los grandes temas pertenecen a la historia británica. Los cultores de leyendas anglonormandas del siglo XII carecieron de originalidad
y fuerza. El elemento mágico está ausente en el romance de Chrétien de Troyes y sus imitadores. Según Ker, tienen elegancia, pero les falta misterio. […]
Las historias de Bretaña proporcionaron las grandes leyendas que luego recorrieron el continente. Los viejos mitos germánicos del romance arturiano, son el punto
de partida de una honorable tradición literaria. La historia de Tristán e Isolda se atribuye a un cierto Brother Robert que escribió las Tristan’s Saga noruegas de las
cuales el poeta anglonormando Thomas compuso la primera versión en verso, aunque probablemente de acuerdo con lo que el mismo Thomas informa, habrían ya
existido numerosas historias en torno al destino de Tristán.
A partir del siglo XII, la leyenda arturiana inspiró profusamente a los poetas anglonormandos, entre quienes se destaca el ya mencionado Chrétien de Troyes, cuyo
Conte de Graal despertó interés por el misterio del tema en otro poeta anglonormando —también ya mencionado—, Robert de Boron, quien identifica la historia del
Grail, con la copa en la cual José de Arimatea recogió la sangre de Jesús crucificado. El tema del Santo Grail fue tratado en numerosos poemas, aunque para percibir
la belleza del misterio sobrecogedor que emana de la magia del mismo, es necesario llegar al poema de Thomas Malory, del siglo XV, Morte D’Arthur, escrito en
prosa poética, y al Parzival, de Wolfram von Eschenbach, en Alemania, bastante anterior (1200 aprox.). R. Pastalosky, El romance anglonormando…(p.18-19)

“King Horn” (fragmento 1) “King Horn” (fragmento 2)


Seignurs, oi avez le[s] vers del parchemin, "Corazón, que ahora estallas
Cum li bers Aaluf est venuz a sa fin. Porque ya no tienes más a Horn
Mestre Thomas ne volt k'il seit mis a declin Por quien tú has penado amargamente”.
K'il ne die de Horn, le vaillant orphanin, Cayó postrada en su lecho
Cum puis l'unt treit li felun sarasin. 5 Allí está oculto su puñal
Un en i ot, guaigna[rt], del lignage Chain – Para matar con él a su odiado rey
En language alfrican l'apelent Malbroin. Y darse muerte a sí misma
Ci[l] trova primes Horn repuns enz un gardin, En esa misma noche
Od lui xv valez ki erent de sun lin – Si Horn a ella no acudiera.
[en] i ot ne fust fiz de bon palain: 10 Dirigió el puñal hacia su pecho
Cume seignur serveint tuit Horn, le meschin. Pero Horn pudo impedirlo.
Chascun aveit vestu bliaut ynde u purprin Alcanza a quitarse su camisa,
E Hor[n] ert conréét d'un paile alexandrin. Se arranca las envolturas negras
Oilz aveit vers e clers e le vis ot rosin, Que cubren su cuello Y dijo:: “Reina tan amada,
Gente façun aveit, bien semblot angelin; 15 Yo soy Horn, tuyo absolutamente.
Cum esteile jornals, quan lievet al matin, Tú no puedes reconocerme
Sur les altres reluist, ki li sunt pres veisin, Yo soy Horn de Westernesse,
Sur tuz ses cumpaignu[n]s resplent Horn [li meschin]. En tus brazos bésame.”
Resurgir del siglo XIV y Sir Gawain
La “reacción aliterativa” del siglo XIV (c. 1370-1380) no incluyó solamente la restitución de los viejos ritmos; intentó una mayor inclusión de la lengua anglosajona y
pretendía desalojar del nuevo romance el tema erótico y la superficialidad de la vida cortesana. Entre los exponentes más importantes de este intento de retomo a la
tradición anglosajona, se han encontrado en un manuscrito la inclusión de cuatro poemas, presumiblemente del mismo autor, aunque las conjeturas en torno a la
identidad del mismo no han arrojado ninguna luz hasta el presente. La temática de estos cuatro poemas titulados: Pearl, Cleanness, Patience y Sir Gawain and the
Green Knight, versan en torno a la castidad. Si bien sólo el último de estos poemas pertenece al romance y los tres primeros tienen mayor parentesco con poemas
religiosos, hay una similitud en el espíritu de los mismos y en el manejo de los temas que los vincula a una reacción contra una forma de vida ajena —como se ha
dicho— a la tradición insular. Son alegorías religiosas de hondo espíritu bíblico, en las que se insiste en la salvación del hombre a través de la pureza.
R. Pastalosky, El romance anglonormando… p. 36-37

En Sir Gawain y el Caballero Verde se da la paradójica unión de una métrica sajona y de un tema celta. La historia pertenece a lo que se llamó en la Edad Media la
matiére de Bretagne, es decir, al ciclo del rey Arturo y su Tabla Redonda. En la víspera de Navidad, un gigante verde, montado en un gigantesco caballo verde, se
presenta ante el rey y sus caballeros con un hacha en la mano y pide que le corten la cabeza, a condición de que, al cabo de un año y un día, su decapitador lo busque
en la desconocida y lejana Capilla Verde, para ser sometido a idéntica prueba. Nadie quiere aceptar el desafío; Arturo, para salvar su honor, está a punto de tomar el
hacha, cuando la arrebata el joven Gawain y corta la cabeza. El gigante la recoge y se va, la cabeza repite que dentro de un año y un día esperará a Gawain. El año
pasa; el poeta describe las estaciones, la nieve y los racimos. Gawain emprende el largo y azaroso camino, va dejando atrás montañas y páramos. Encuentra la
capilla; lo reciben y hospedan un hombre anciano y su mujer, más hermosa que la reina Ginebra. Tres veces sale de cacería el anciano; tres veces la mujer tienta a
Gawain, que se resiste, pero que acepta de ella un cinto verde recamado en oro. El día de Navidad, el hacha cae sobre Gawain, pero el pesado hierro apenas deja una
marca en su nuca. Tal es el premio de su castidad; la marca, la pena que sufre por haber aceptado el cinto verde. El poema, cuyo autor es desconocido, consta de más
de dos mil versos aliterados y une los ideales caballerescos con la invención grotesca y fantástica.
J.L. Borges en Introducción a la Literatura Inglesa
Sir Gawain y el Caballero Verde

Fragmento 1 (estrofa 1) Cuando terminó el asedio y asalto de Troya, y sus desmoronadas murallas quedaron
siþen þe sege and þe assaut watz sesed at troye reducidas a ascuas y cenizas, el traidor que tramó la estratagema fue juzgado por su
þe bor brittened and brent to brondez and askez traición, la más probada de la tierra. Después, el noble Eneas y su orgullosa estirpe
þe tulk þat þe trammes of tresoun þer wro3t sometieron extensos territorios, convirtiéndose en los dueños de casi todas las riquezas de
watz tried for his tricherie þe trewest on erþe las Islas Occidentales. El gran Rómulo se dirigió a Roma; allí fundó la ciudad con gran pompa
hit watz ennias þe athel and his highe kynde y esplendor, y le dio su propio nombre, que aún hoy ostenta; Ticio marchó a Toscana, donde
þat siþen depreced prouinces and patrounes bicome levantó pueblos; Longobardo erigió castillos en Lombardía; y más allá de las aguas francesas,
welne3e of al þe wele in þe west iles Félix Bruto creó Britania sobre anchas y numerosas colinas, llena de hermosura y de gracia,
fro riche romulus to rome ricchis hym swyþe en la que fueron constantes las guerras, las luchas, los prodigios, y la dicha y el dolor se
with gret bobbaunce þat bur3e he biges vpon fyrst sucedieron sin cesar.
and neuenes hit his aune nome as hit now hat
ticius to tuskan and teldes bigynnes
langaberde in lumbardie lyftes vp homes
and fer ouer þe french flod felix brutus
on mony bonkkes ful brode bretayn he settez [bob]
wyth wynne [wheel]
where werre and wrake and wonder
bi syþez hatz wont þerinne
and oft boþe blysse and blunder
ful skete hatz skyfted synne

Fragmento 2 (estrofas 70 a 74)


Sumido en inquieto sueño, como el hombre que es asaltado por lúgubres pensamientos, el noble caballero murmuró algo acerca de qué le depararía el destino el
día en que se enfrentase con el hombre de la Capilla Verde, y recibiese el golpe que justamente le correspondía sin que mediase combate. Pero al entrar la
encantadora dama, recobró su conciencia, desechó aquellos malos sueños, y contestó apresuradamente. Se acercó ella sonriendo dulcemente; e inclinándose
sobre su rostro hermoso, lo besó hábilmente.
El caballero la acogió con alegre saludo; y al verla tan espléndidamente vestida, tan perfecta en su semblante y tan graciosa en sus facciones, al punto se le
inflamó el corazón. Con dulces y tiernas sonrisas, intercambiando amables palabras henchidas de felicidad, no tardó en reinar la alegría entre ellos, y el contento
en animar sus corazones. Sobre los dos se cernía un grave peligro, de no ser porque María medió en favor de su caballero.
Pues le apremió de tal modo aquella excelente princesa, y le llevó tan cerca de los límites, que finalmente se vio en la necesidad de rechazar sus favores con
ofensas, o tomarlos. Le preocupaba su cortesía, ya que no quería ser tenido por miserable; pero aún le preocupaba más el agravio que infligiría si cometía pecado
y traicionaba al señor del castillo, su anfitrión. "¡Que Dios me salve", exclamó, "de una traición así!" Y con afable sonrisa, soslayó las dulces palabras de amor que
brotaban de los labios de ella. Y dijo entonces la señora al caballero:
-Merecéis reproche, si no amáis a la que yace sola junto a vos con el corazón más herido que ninguna mujer en el mundo, a no ser que os debáis a otra, por la que
sentís más amor y a la que habéis ligado tan fuertemente vuestra fidelidad, que no deseáis romper ese lazo... cosa de la que ahora estoy convencida. Os ruego
que me lo digáis con sinceridad, por todos los amores que existen en la vida; no me ocultéis engañosamente la verdad.
-¡Por San Juan, que no! -exclamó entonces el caballero sonriendo-. Ni la tengo en este instante, ni la deseo tener.
-Esas palabras -dijo la dama- son las peores de todas. Pero me habéis respondido, aunque me resulte doloroso; dadme un beso cortésmente, y al punto me
marcharé; tal vez mi sino sea llorar como una doncella profundamente enamorada.
Y se inclinó, suspirando, y lo besó dulcemente. Después se levantó; y ya de pie, dijo:
-Ya que vamos a separarnos, amor mío, concededme un deseo: dadme alguna de vuestras prendas, un guante por ejemplo, por la que pueda yo recordaros y
endulzar mi dolor. […]
-¿Rechazáis esta seda -dijo la hermosa dama- por lo humilde que es, y parece en sí misma? Pues bien, es pequeña, y más pequeño su valor. Sin embargo,
quienquiera que conozca las virtudes de sus bordados, la tendrá en mayor estima; pues no habrá hombre alguno bajo el cielo capaz de hacer pedazos al caballero
que se ciña este cinto verde, ni podrán matar al que lo lleve por ninguno de los medios terrenales.
Meditó entonces el caballero, se dijo para sus adentros que sería de inmenso valor en la peligrosa prueba a la que debía someterse. Si, cuando llegase a aquella
capilla para sufrir su sentencia, lograse escapar sin daño por medio de algún artificio, la estratagema sería en buena lid. Depuso, pues, toda resistencia, y accedió
a lo que se le pedía, y la hermosa dama le ciñó el cinto que tan encarecidamente le había ofrecido. Le dio él las gracias, y la dama le suplicó que, por ella, no lo
revelase jamás, sino que guardase lealmente el secreto ante su señor. El caballero dijo entonces que así lo haría, que nunca hombre alguno lo sabría, sino
únicamente ellos dos. Se lo agradeció él muchas veces, y muy vehementemente, de palabra y de corazón. Y por tercera vez besó la dama a este cumplido
caballero.

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