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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR


“INSTITUTO PEDAGÓGICO EL PARAISO”
MAESTRÍA DE ARTE MENCIÓN ESTÉTICA.

Autor: Jusmargre Fabiola Palomares.

Tutor: Dr. Carlos Rada

LA EXPERIENCIA ESTÉTICA: EL DOLOR Y SUFRIMIENTO COMO


DELEITE Y VOLUNTAD EN SCHOPENHAUER

RESUMEN

En el presente ensayo comenzamos con una introducción en la que comentamos de


forma generalizada la estructura que nos ofrece John Dewey en El arte como experiencia,
¿La experiencia estética es una oportunidad para conocer lo impalpable?, El problema de la
percepción estética radica en la disposición que tenga el sujeto para encontrarse con su
sensibilidad y la expansión de lo apreciado, sin intentar constituirlo de una sola manera.
Cada captación sensible se da de distintas maneras, pues las manifestaciones se hacen
perceptibles sin someterse al conocimiento útil de una forma o al conocer de manera
objetiva eso que se percibe. Entonces, ¿Qué busca la estética del arte?, es una enseñanza
filosófica que busca y reflexiona en torno a lo que es agradable a la vista, teniendo como
consecuencia la sensibilidad ante las destrezas humanas relacionada con el arte. La
experiencia estética busca cuestionarnos proporcionando interrogantes discutibles logrando
debatir sobre temas y concepciones históricas a la que surgen y se condicionan. ¿Se puede
considerar el dolor y el sufrimiento como problema estético?, ¿El dolor y el sufrimiento
puede convertirse estéticamente en lo deformado?

Descriptores: Dolor, Sufrimiento, Experiencia Estética, Percepción, Duda,


Schopenhauer.
La experiencia estética: el dolor y sufrimiento como deleite y voluntad en
Schopenhauer

¿Cuándo tenemos una experiencia estética?, Según Dewey (1859-1952), “tenemos


una experiencia cuando el material experimentado sigue su curso hasta su cumplimiento”
(El arte como experiencia. Pág. 41). Dewey nos coloca frente a la sensibilidad como
problema de lo estético. Cada uno de los variados momentos que aparecen en la vida
permite que el ser humano experimente el mundo y pueda comunicar dichas experiencias,
configurándoles un sentido propio desde su subjetividad.

Cada captación sensible se da de distintas maneras, pues las manifestaciones se


hacen perceptibles sin someterse al conocimiento útil de una forma o al conocer de manera
objetiva eso que se percibe.

El problema de la percepción estética radica en la disposición que tenga el sujeto


para encontrarse con su sensibilidad y la expansión de lo apreciado, sin intentar constituirlo
de una sola manera. Cada captación sensible se da de distintas maneras, pues las
manifestaciones se hacen perceptibles sin someterse al conocimiento útil de una forma o al
conocer de manera objetiva eso que se percibe. La comunicación de dicha experiencia crea
diálogos significativos con el ser humano que percibe, siente y disfruta de la obra de arte y
por ende se aproxima a las distintas categorías.

Cuando se aprecia el arte mediante la estética es necesario categorizar y también dar


un valor a lo que se está estimando. Para recordar un valor se requiere calificar y
especificar cualidades; a esto designamos categorías estéticas: Lo bello y lo Feo, lo trágico
y lo cómico, lo sublime y lo grotesco, lo profundo y lo trivial. Pero ¿La experiencia estética
es una oportunidad para conocer lo impalpable?, Según Dewey (1859-1952), establece:

“No hay prueba que revele con más seguridad la unilateralidad de la


[una] filosofía como su tratamiento del arte y de la experiencia estética. La
visión imaginativa es el poder que unifica todos los constituyentes de la
materia de una obra de arte, haciendo con ellos un todo en su plena variedad.
Aún más, todos los elementos de nuestro ser que se manifiestan con énfasis

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especial y en realizaciones parciales en otras experiencias están sumergidos
en la experiencia estética. Y están tan completamente incluidos en la
totalidad inmediata de esa experiencia, que cada uno de ellos está inserto en
ella y no se presenta a la conciencia como elemento distinto”. (Pág.57)

En la percepción estética existe la posibilidad de constituir un escenario sensible,


porque se manifiestan sonidos, formas, texturas que superan lo apreciado en sí, lo concreto,
y generan un espacio-tiempo exclusivo para el sentir y el mirar, que no se limita a la
descripción formal de un objeto o un paisaje.

¿Es necesario la voluntad para reconocer el dolor y sufrimiento como un problema


estético? Para Schopenhauer, la voluntad es un deseo infinito de perpetuarse, base de la
vida. El deseo generado por la voluntad es la fuente de todo dolor en el mundo; cada deseo
cumplido deja atrás el aburrimiento o un nuevo deseo que ocupa su lugar. Dado que la
voluntad es la fuente de la vida y nuestros cuerpos están formados a su imagen y diseñados
para cumplir su propósito, el intelecto humano es, en la parábola de Schopenhauer, como
un cojo que puede ver, pero cabalga. Sobre los hombros de un gigante ciego.

Asimismo, según el filósofo, la belleza humana es: “una expresión objetiva que
denota la más completa objetivación de la voluntad en el grado más alto de su
cognoscibilidad, la idea del hombre en general, expresada íntegramente en la forma
intuitiva”, (Pág. 04), cita a Goethe y lo expresa: "Quien ve la belleza humana, ningún mal
puede dañarle: se siente en armonía consigo mismo y con el mundo". (Pág.04)

El sujeto del conocimiento puro y sin voluntad sólo conoce las ideas, no las cosas
individuales: actúa es un tipo de conocimiento que no se ocupa de las relaciones entre
objetos según el principio de razón suficiente (tiempo, espacio, causa y efecto), sino de la
inmersión total en el objeto. Sin embargo, Schopenhauer creía que lo que distinguía las
experiencias estéticas de otras experiencias era que la contemplación del objeto de
apreciación estética daba al sujeto un respiro temporal de la lucha del deseo y le permitía
entrar en un reino de disfrute puramente mental, el mundo sólo como representación o
imagen mental.

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Cuanto más se relaciona la mente de una persona con el mundo como
representación, menos percibe el sufrimiento del mundo como voluntad. De esta manera,
Schopenhauer analizó el arte basándose en sus efectos, tanto en la personalidad del artista
como en la personalidad del espectador.

Pero como estas formas de arte (al menos en la época de Schopenhauer) se


preocupaban por las formas y las emociones humanas, eran inferiores a la música, que,
como manifestación directa de la voluntad en la mente de Schopenhauer, representaba la
forma del arte más elevado, ya que, la música es una expresión directa de la voluntad, la
realidad básica del mundo experimentado, porque representa la voluntad misma sin
aparecer como sujeto del principio de razón suficiente, es decir, como objeto individual. La
experiencia estética libera temporalmente al sujeto de la esfera de la voluntad y lo eleva al
nivel de la percepción pura.

“Cuando surge la percepción estética, la voluntad desaparece


completamente de la conciencia” (…) “El placer estético en lo bello consiste,
en gran medida, en el hecho de que, cuando entramos en el estado de pura
contemplación, nos elevamos por el momento por encima de todo querer,
por encima de todos los deseos y afanes; estamos, por así decirlo, deshacerse
de nosotros mismos". (Vol. I, párrafo 68)

Ahora bien, ¿Será posible definir que lo feo es lo contrario de lo bello?, Para
Rosenkranz, retoma la idea de que lo feo es el infierno de lo bello, quizás lo bello
contiene lo feo en sí. Las imperfecciones artísticas, la ausencia de forma, la
asimetría, falta de armonía, así como la desfiguración y la deformación de lo
grotesco, lo muerto, lo demoniaco.

Para Umberto Eco, (2007). Historia de la fealdad. Italia: Lumen. (Pág. 454),
considera que la fealdad debe ser definida a través de la belleza, sin embargo, estos
dos términos deben entenderse según el momento histórico e incluso las tendencias
actuales. Esto quiere decir, que lo que hoy se considera feo, podría haber sido
considerado bello hace unos años; y de la misma manera, lo que en el pasado se
consideraba feo hoy puede ser una gran obra de arte.

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Por otro parte, Aristóteles refleja que el sentimiento debe incluirse en la tragedia, a
su vez, se debe desarrollar la tragedia de manera inédita sin cambiar los hechos de
inspiración. Inclusive, Schopenhauer expresa “El placer que la tragedia nos
proporciona no pertenece al sentimiento de lo bello, sino al de lo sublime”. (1978:
pág. 47).

Hay quienes afirman que el dolor y el sufrimiento, es una pesadilla de lo deformado,


a través de lo fantástico de la desfiguración, desencadenan su ofensiva y esta en su
naturaleza no ser naturaleza. Esconde su verdadera mascara, como símbolo que
desenmascara la dirección del discurso. De esta manera, lo demoniaco en el arte,
según Castelli (2007), lo expresa como el banquete de las náuseas.

“Es sin duda el símbolo del principio de la disgregación del ser. Las náuseas
no es más que el modo de distinguirse. Tenemos nauseas cuando arrojamos
fuera de nosotros algo que no se ha asimilado. Nos separamos. Las nauseas
es un separarse, o el principio de una separación. Por lo tanto, las nauseas
sea un aspecto de lo demoniaco, en el simbolismo de los pintores-
teológicos”. (Pág. 16)
¿Se puede considerar el dolor y el sufrimiento como problema estético?, ¿El dolor y
el sufrimiento puede convertirse estéticamente en lo deformado?

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Título: La duda, (2023).
Autor: Fabiola Palomares

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Referencias:

Castelli E. (2007). Lo demoniaco en el arte. Su significado filosófico. Siruela.

Delumeau Jean. (1978). El miedo en Occidente. Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.


Taurus, 1989.

Dewey J. (1934), El arte como Experiencia. Edictones Paidós Ibérica, S, A

Schopenhauer A. (2009). Parerga y Paralipómena II . Editorial Trotta, S.A., 2009,


2013.

Schopenhauer A. (1985). El mundo como voluntad y representación. Ediciones


Orbis, S.A

Umberto Eco. (2007). Historia de la fealdad. Italia: Lumen.

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