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Antiácidos:
La función que tienen los antiácidos consiste en neutralizar el HCL
secretado por las células de la pared gástrica. Los compuestos de este
tipo difieren en cuanto a su composición y sus capacidades
neutralizantes.
Se dispone de:
Hidróxido de Aluminio: actúa con lentitud, forma conglomerados
complejos y ofrece capacidad neutralizante sostenida.
Hidróxido de Magnesio: reacciona con rapidez relativa con el ácido.
Carbonato de Calcio: neutraliza con rapidez y eficacia el HCL; sin
embargo, el calcio puede activar de manera adversa los procesos
dependientes de este ion, lo que causará secreción de gastrina y de
HCL.
Bicarbonato de Sodio: es muy hidrosoluble y se elimina pronto del
estómago; constituye una carga tanto alcalina como de sodio.
Los hidróxidos de aluminio y de magnesio son los constituyentes más
frecuentes de los preparados antiácidos. La combinación de estos dos
compuestos (magaldrato) brinda una capacidad neutralizante
relativamente rápida y sostenida.
Los agentes carbonatados cuando reaccionan con el HCL provocan
liberación de CO2 que puede producir distensión abdominal y eructos
con reflujo de ácido.
En muchos preparados antiácidos se incluye simeticona, agente
surfactante (tensoactivo) que disminuye la formación de espuma, y por
tanto, el reflujo esofágico.
El aluminio relaja el músculo liso gastrointestinal y provoca
estreñimiento. Por su parte, el magnesio incrementa la motilidad y
produce diarreas. La combinación de estos dos agentes hace que se
contrarresten los efectos de uno y otro, obteniéndose poco efecto
sobre el vaciamiento gástrico.
En personas normales, la acumulación de aluminio o magnesio que
puede ocurrir por absorción de estos compuestos, no plantea ningún
problema; sin embargo, en caso de insuficiencia renal, el aluminio
puede contribuir a la osteoporosis, la encefalopatía y la miopatía
proximal. En los pacientes con ICC o con HTA no se deben utilizar
compuestos que tengan sodio en su formulación.
Efectos adversos:
La absorción de bicarbonato de sodio no neutralizado puede producir
alcalosis (los otros antiácidos pueden provocar también alcalosis por
aumento de la absorción del bicarbonato endógeno aunque esto es
muy raro que ocurra en personas con función renal normal).
Antes, cuando era usual administrar grandes dosis de compuestos
carbonatados junto con leche o crema para el tratamiento de la úlcera
péptica, ocurría con frecuencia el denominado síndrome de la leche y
álcalis. Los efectos de este síndrome, originado por la ingestión de
grandes cantidades de calcio y álcalis absorbibles, consisten en
hipercalcemia, reducción de la secreción de hormona paratiroidea,
retención de fosfato, precipitación de sales de calcio en el riñón e
insuficiencia renal. Esta complicación del tratamiento es muy rara en la
actualidad ya que hoy día no se emplean regímenes terapéuticos que
insistan en el consumo de productos lácteos.
Interacciones farmacológicas:
En general, es prudente evitar la administración concurrente de
antiácidos y fármacos que deben absorberse por vía general. Podrá
evitarse la mayor parte de las interacciones, si los antiácidos se toman
dos horas antes o dos horas después de la ingestión de otros
fármacos.
Los antiácidos disminuyen la biodisponibilidad de las sales de hierro,
teofilina, quinolonas, isoniazida, ketoconazol, atenolol, propranolol
levodopa y muchos fármacos más.
Aplicaciones terapéuticas:
Ulcera péptica: las otras formas de tratamiento (antagonistas H-2 e
inhibidores de la bomba de protones) resultan más eficaces y
cómodas que el empleo de antiácidos; no obstante, son eficaces
para promover la cicatrización de las úlceras duodenales.
Generalmente, se administra una cucharada una hora después de
cada comida y a la hora de acostarse. Las principales desventajas
del uso de estos fármacos son la difícil adaptación del paciente al
programa posológico, la ausencia de neutralización de la secreción
nocturna de ácido y las interacciones de los antiácidos con otros
fármacos.
Ulceras gástricas: no son eficaces.
ERGE: se prefieren los inhibidores de la bomba de protones y los
antagonistas de receptores H-2. Se pueden emplear como
auxiliares en esta afección ya que incrementan el tono del esfínter
esofágico inferior.
Otras aplicaciones: se han utilizado para neutralizar el contenido
ácido del estómago antes de operaciones quirúrgicas y en el
tratamiento de las úlceras por estrés.